Tras una serie de allanamientos en la Ciudad de Rosario, la Policía Federal detuvo a tres personas vinculadas a “Los Monos” este viernes. Una de las aprehendidas fue una de las hijas de Ariel “Guille” Cantero, el líder de la organización criminal.
Se trata de una adolescente de 16 años, que con el correr de las horas recuperó la libertad. Los otros dos sospechosos detenidos son una mujer que también es familiar del capo narco y un hombre.
Tras una serie de allanamientos en la Ciudad de Rosario, la Policía Federal detuvo a tres personas vinculadas a “Los Monos” este viernes. Una de las aprehendidas fue una de las hijas de Ariel “Guille” Cantero, el líder de la organización criminal.
Se trata de una adolescente de 16 años, que con el correr de las horas recuperó la libertad. Los otros dos sospechosos son una mujer que también es familiar del capo narco y un hombre.
Así lo comunicó esta tarde la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, quien además reveló que Cantero, quien se encuentran cumpliendo condena en la cárcel de Marcos Paz, usaba tanto a la menor como a la mujer adulta implicadas como intermediarias para comunicarse de manera telefónica con los miembros de su banda.
Lo mismo hacía su sobrino, Luciano “Lucho” Cantero, hijo Claudio “Pájaro” Cantero. “Cuando necesitaban comunicarse con sus subordinados para dar directivas, llamaban a estas mujeres, quienes, a su vez y sin cortar la comunicación, conectaban ‘en conferencia’ a los jefes con la persona que recibía las indicaciones. De esta manera preservaban la identidad de sus subalternos mientras utilizaban las líneas fijas del penal solo habilitadas para llamar a familiares registrados”, informaron fuentes oficiales.
La maniobra fue descubierta mediante tareas realizadas por la división Antidrogas Rosario de la fuerza federal, en el marco de una causa a cargo del Juzgado Criminal y Correccional Federal N°2 de Morón y la Procuraduría de Narcocriminalidad (PROCUNAR).
Por medio de tareas de inteligencia, los agentes federales determinaron una serie de ubicaciones desde donde las implicadas recibían las comunicaciones. Los investigadores resaltaron que se trató de una tarea ardua, debido a que “las mujeres cambiaban permanentemente de sitio y se movían por lugares muy intrincados geográficamente hablando”.
La PFA debió utilizar tecnología de última generación para detectar sus movimientos y conseguir la información necesaria para localizarlas y avanzar en la causa.
Tras ello, el juzgado ordenó 10 allanamientos en los domicilios de Rosario que habían quedado en la mira. Los procedimientos culminaron con las detenciones de las dos mujeres y también la de un hombre que quedó afectado en flagrancia por tenencia de drogas.
En lo que respecta al proceso contra la menor implicada, comenzó a llevarse a cabo un informe socio ambiental por asistentes sociales del tribunal federal en presencia de su abuela.