El misterio se acrecentó cuando, el 6 de agosto del mismo año, poco después de su detención, Lencina fue hallado ahorcado en su celda en la comisaría 5ta. de Paraná, donde estaba bajo custodia.
El presunto femicida tenía una esposa, llamada Mirta Chávez, que fue sentenciada en 2007 a 17 años de prisión por haber contactado poco después de la desaparición a la familia Aguirre para solicitar un rescate de 2.000 pesos. En rigor, la familia juntó ese dinero y lo llevó hasta el lugar pactado, pero la chica no apareció.
Durante el juicio, Chávez afirmó no saber qué había sucedido con la adolescente, una incógnita que hasta hoy no ha sido esclarecida por los investigadores. Sí contó que su marido le había regalado las zapatillas que pertenecían a la niña.
En 2014, Chávez obtuvo la libertad condicional gracias a una ley que permite la reducción de la pena para aquellos que estudien mientras están detenidos.
Por otro lado, María Inés Cabrol, madre de la víctima, llevó a cabo una búsqueda incansable en varias provincias y países con la esperanza de que Fernanda hubiera sido víctima de una red de trata, aunque esta teoría no fue confirmada por la Justicia.
El 11 de mayo de 2010, la mujer falleció a los 45 años en una clínica en Buenos Aires, debido a una enfermedad terminal, y sus restos fueron cremados en un cementerio privado en San Benito, su lugar de residencia.
En enero del año pasado, se ordenó una excavación en un terreno en la zona este de San Benito, pero después de rastrear y excavar un pozo de aproximadamente un metro de profundidad con un diámetro de 20 metros, los resultados fueron negativos.