La conflictividad actual reconoce varios planos:
- Mientras los movimientos sociales que no adhieren al Gobierno despliegan sus demandas por más prestaciones, el Estado busca cortarles sus fuentes de financiamiento con movidas administrativas y judiciales.
- Las mismas agrupaciones y las que sí se relacionan con el gobernante Frente de Todos ejercen presión sobre la CGT, para que la central obrera las incluya en su dinámica gremial, como representantes de los desocupados.
- La última novedad es la tensa fricción entre los movimientos sociales oficialistas y el kirchnerismo puro y duro que representan nada menos que Cristina Kirchner y su hijo Máximo.
Las olas de Cristina Kirchner
El mar de fondo venía de lejos, pero CFK decidió hacer olas al definir que los planes deben ser administrados y distribuidos por la Nación, las provincias y las intendencias, sin “tercerizaciones”. La definición cayó como una bomba en el Movimiento Evita, que comandan Emilio Pérsico y Fernando “Chino” Navarro; así como en Somos Barrios de Pie, de Daniel Menéndez (los tres mencionados son funcionarios del Gobierno nacional).
El contrapunto generó algo sin precedentes en el kirchnerismo: es la primera vez que a Cristina la “corren por izquierda” desde adentro de su propio espacio político. “A mi izquierda está la pared”, decía la expresidenta. ¿Se acuerdan? Ahora, la trataron de “burguesa” –mucho más tras reunirse con el economista Carlos Melconian, el viernes 24- y la acusaron de desconocer “lo que pasa en los barrios populares”. Hasta Juan Grabois, que suele mostrarse más cristinista que otra cosa desde su propio movimiento, la CTEP, se sintió forzado a opinar: “Yo la quiero, pero esta vez dijo pavadas”.
En el centro de tan agitada polémica quedó Pérsico, quien suele destacarse más por su barba interminable que por el alto perfil. No se anduvo con chiquitas: “Los movimientos sociales son garantía de gobernabilidad. Al atacarlos, Cristina desgasta a Alberto Fernández”. Le dijo casi golpista. Y anunció, aparte, que El Evita se va a constituir en partido político para acompañar al presidente en las PASO 2023, en busca de su eventual reelección.
La respuesta de La Cámpora
El vale cuatro llegó desde lo más alto de La Cámpora, en boca de Andrés “Cuervo” Larroque: “Pérsico tiene un problema psicológico con Cristina, sobre cómo ve la representación de los 70. Él no ejerce la representación de los sectores humildes ni el proyecto nacional y popular”.
La discusión hace a la identidad del sector, tan genéticamente amarrada al mástil del setentismo. En términos de “currículum militae”, Pérsico atesora pergaminos que más de un camporista podría envidiar y que CFK tampoco posee. Dos datos:
- Fue un destacado cuadro de Montoneros.
- Vive en la casa-fortaleza de Mario Firmench en Isidro Casanova, donde La Matanza se va vistiendo de Conurbano profundo.
Ese verdadero bunker blindado está a nombre de su pareja, Patricia “La Colo” Cubría, que es legisladora bonaerense y quiere sacar de la intendencia del distrito más poblado del país a Fernando Espinoza, gran aliado territorial del cristinismo. “La Cámpora está ausente en los barrios”, ha dicho Cubría.
Quienes pretendan ver en esta fractura expuesta el nacimiento del “albertismo” deberían armarse, al menos, de paciencia. Lo más probable sería que el Presidente de la Nación signifique un jalón más –acaso el más alto, por cierto- en la estrategia de poder de los Pérsico Boys, que, en la mala, supieron tejer buenos lazos con Carolina Stanley, la ministra de Desarrollo Social en tiempos de Mauricio Macri.
Para entender la complejidad del submundo de los movimientos sociales, vendría bien trazar una analogía entre aquellos vínculos y los que mantienen, hoy mismo, el citado Grabois y María Migliore, la ministra de Desarrollo Humano porteña que reivindica la “economía popular” casi con el mismo énfasis que los dirigentes piqueteros, mientras, en su caso, empuja la candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta en las villas.
El Evita vs. La Cámpora
La confrontación pareciera exponer cierta confusión de género. Evita era mujer. Cámpora, varón. Covengamos, de todos modos, que el peronismo ha sido el género político argentino más veces deconstruido a lo largo de la Historia nacional. Lo bueno es que, por el momento, la violencia viene siendo sólo verbal. Algunos, incluso, anticipan una tregua.