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Alberto acuerda con el FMI, se acerca a EE.UU. y a Europa, y profundiza su pelea con Kicillof

Mariano Obarrio
por Mariano Obarrio |
Alberto acuerda con el FMI, se acerca a EE.UU. y a Europa, y profundiza su pelea con Kicillof

Luego de la gira presidencial europea, en la Casa Rosada sobrevuela un clima de creciente optimismo. Alberto Fernández descuenta que habrá acuerdo con el FMI, que podría alumbrar la semana próxima, y encamina la discusión con los bonistas privados. También profundizó su acercamiento al gobierno de Donald Trump, al papa Francisco y a los principales líderes europeos. Pero en su propia tierra, escalan las peleas solapadas con el kirchnerismo duro.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, le dedicó duros párrafos al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y eso incrementa las tensiones con la vicepresidenta Cristina Kirchner, que ya son inocultables.

Desde Economía critican con severidad la estrategia negociadora de Kicillof con el bono BP21 y el propio ministro criticó a cuatro vientos el acuerdo de Kicillof con el Club de París en 2014. Entonces éste era ministro de Economía de Cristina Kirchner y ahora Guzmán también se propuso renegociar los pagos con el Club de París.

El Presidente está exultante porque el caso argentino disparó un plan de la directora del FMI, Kristalina Giorgieva, para “humanizar al Fondo” luego del fracaso del acuerdo stand by con el gobierno de Mauricio Macri. Esta corrección legitima el discurso progresista moderado del Gobierno y lo exime de tener que radicalizarse al extremo del kirchnerismo duro.

El organismo pondrá ahora el acento en la pobreza y la exclusión social para sus futuras políticas a nivel global. En ello hay perfecta sintonía con el papa Francisco, a quien Giorgieva admira con devoción.

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La economista búlgara le anticipó al Santo Padre en Roma, en una reunión a solas, que haría una purga de “colaboradores” tras el acuerdo impagable con Macri. Y el viernes desplazó al número dos del FMI, David Lipton. Pero podría haber más despidos.

Según fuentes del Gobierno, durante una reunión privada de tres horas el martes último la directora gerente del Fondo le dio a Guzmán “fuertes señales” de que la reestructuración de la deuda con el organismo se firmará en al menos tres años de gracia con estiramiento de los plazos de vencimientos a diez años. Pero ahora se discute la letra chica: cuáles serán las exigencias del Fondo para firmarlo.

Según confiaron a A24.com fuentes del sector financiero, el Fondo pide que el Gobierno deje la deuda firme en 44.500 millones de dólares, sin completar los 57.000 millones originales; haga reformas estructurales (previsional, laboral e impositiva), fije un superávit fiscal primario de 0,4% en 2020, y que haya una quita de al menos el 20% a los acreedores privados. Luego las metas podrían ir variando tras los resultados y según los primeros años.

Según los trascendidos hubo dos alternativas: la posibilidad de que la Argentina pague durante estos años de gracia intereses aunque sea simbólicos para mostrar voluntad de pago, algo que Alberto quiere evitar, o firmar un Acuerdo de Facilidades Extendidas, propio de cuando fracasan los planes del Fondo, pero requieren un fuerte ajuste fiscal y reformas estructurales que el Gobierno tampoco acepta.

Es por eso que ahora se estudia el formato que se usará, algo que se comenzará a definir con la misión que llegará a la Argentina la semana próxima y que ese reunirá con Guzmán.

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Alberto Fernández insinuó que esta semana se comenzará a conocer en números la oferta argentina. Guzmán recibirá en Buenos Aires el miércoles 12 a la misión del Fondo y luego ese mismo día explicaría parte de las negociaciones y de la “sostenibilidad” de la deuda ante el Congreso. “Comenzará a haber indicios en los diarios”, dijo el Presidente desde París. La misión del Fondo se quedaría hasta el viernes.

Guzmán pretende que el acuerdo con FMI sea como “un paraguas” o “espejo” para la renegociación de la deuda privada, mucho más compleja porque requiere del acuerdo bonistas, inversores privados y fondos de inversión.

El ministro planea postergar vencimientos por un plazo de tres a cuatro años, sin pago de intereses. “Pero los bonistas le van a pedir un ajuste más severo del gasto. Porque solo con aumentar impuestos a la clase media no se garantiza recursos para pagar. Y los bonistas necesitan tener claro con qué superávit pagará la Argentina”, dicen fuentes del mercado.

Guzmán busca reducir los montos de vencimientos, pero estirarlos en el tiempo y ofrecer como máximo una quita de entre 10 y el 20% sobre el capital. En Economía dicen “sin comentarios” y juegan al hermetismo total.

Alberto Fernández está exultante por el gesto de Donald Trump de haber recibido al embajador Jorge Argüello en un tiempo más corto que el esperado para presentar sus cartas credenciales.

Y sobre todo por la muestra de apoyo del presidente de los Estados Unidos a Alberto para negociar la deuda cuando Argüello le pidió ese respaldo.

Los analistas internacionales aseguran que Trump respalda a Alberto por las mismas razones que lo hizo con Macri: evitar que vuelvan los populismos a America latina.

Si Alberto fracasa en su plan, podría crecer la figura de la vicepresidenta Cristina Kirchner o del gobernador bonaerense, Axel Kicillof. Los Estados Unidos y Europa apuestan a que se consolide Alberto.

El kirchnerismo desafía todos los días al Presidente. La ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gomez Alcorta, kirchnerista pura, ex abogada de Milagro Sala y dirigente del CELS, desafió la postura del Presidente y de su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. “No tengo dudas que Milagro Sala es una presa política”, dijo el viernes.

Cafiero había dicho que “no hay presos políticos sino detenciones arbitrarias”. No hay memoria de un gobierno peronista tan complaciente con los ministros díscolos de las posturas del Presidente.

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Luego de que el papa Francisco respaldó a la Argentina por la deuda ante el FMI y el mundo en un seminario económico en Roma y de que el Presidente reflotó el proyecto de legalización del aborto, Guzmán exteriorizo sus críticas a Kicillof justo en la semana en que éste decidió pagar con fondos provinciales el vencimiento bono BP21 por U$S 250 millones, que había amagado con defaultear por decir que no tenía el dinero que sí tenía.

En la Casa Rosada aseguran que no fue casual lo de Guzman: en el mismo seminario en el Vaticano anunció que renegociará la deuda con el Club de Paris porque la renegociación de 2014 fue “insostenible”.

Esa renegociación la había hecho Kicillof: una deuda de 5000 millones la acordó pagar en 9600 millones por intereses y punitorios. No es el primer cortocircuito. Antes Guzmán había revelado en Nueva York que sólo el 26% de los bonistas aceptaban el canje la deuda que finalmente decidió pagar. Y el gobierno le negó asistencia financiera para no caer en default.

La sintonía del Gobierno con Washington está a pleno. Gustavo Béliz, secretario de Asuntos Estratégicos, podría ir con apoyo norteamericano a la presidencia del BID, organismo al que asesoró.

No es un gesto menor en el lenguaje internacional luego de que Washington apoyó a Brasil para integrar la OCDE, el club de los países más ricos del mundo.

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