réplica

Cómo es la "sala de situación" de Alberto Fernández para tomar las medidas drásticas durante la crisis

Mariano Obarrio
por Mariano Obarrio |
Cómo es la sala de situación de Alberto Fernández para tomar las medidas drásticas durante la crisis

En el pico de la crisis de la pandemia mundial del coronavirus, el presidente Alberto Fernández se transformó en el funcionario más urgido de su "War Room" (“Sala de Situación”) en tomar las medidas más drásticas porque presume que el resultado de esta emergencia determinará su suerte política y la de su gobierno: si sale mal, le será difícil recuperarse, máxime con la crisis económica como telón de fondo. Si le sale bien, saldrá fortalecido.

En función de la evolución de la pandemia, en los próximos días podría cerrar toda la administración o dictar la cuarentena obligatoria para todos los ciudadanos, excepto aquellos proveedores de servicios esenciales.

Luego de haber decidido la suspensión de las clases en las escuelas de los tres niveles, inicial, primario y secundario, no descarta ahora una cuarentena obligada para todos los empleados públicos. Ya el lunes dictó que el personal público de riesgo quedara liberado de sus funciones, además de promover el teletrabajo y de eximir a los padres que deben cuidar a sus hijos en edad escolar.

Según cómo se evalúe, ello podría determinar el cierre temporario no solo de los ministerios, los organismos y empresas públicas sino también del Poder Legislativo. Sería una medida en espejo con lo que resolvió la Corte Suprema: reducir al mínimo la actividad judicial. Lo único que el Presidente no frenará es el transporte, aunque alienta a la gente a quedarse en su casa en caso de poder trabajar en el domicilio; a través de un decreto emitido este lunes, instó a las empresas a que favorezcan el teletrabajo.

A todo esto, la Ciudad también decidió liberar el estacionamiento en el centro para bajar la demanda del transporte público.

Entre otras cosas, por eso también reunió a todo el gabinete económico y social en la Sala de Situación montada en el Salón de los Científicos de la Casa Rosada para tomar medidas económicas que tendrán seguramente impacto fiscal y económico para contener la parálisis de la actividad. En la Casa Rosada no ven como algo descabellado que el Estado, en la crisis, deba cubrir este impacto con emisión monetaria. Se justificaría en el carácter extraordinario de la situación.

Las fuentes del Gobierno confiaron a A24.com que también está en carpeta, aunque la posibilidad sea más lejana, que Fernández disponga una cuarentena generalizada, para todos los ciudadanos, por unos días siguiendo el modelo de Italia o España.

En esa línea, la de mayor dureza, el Presidente resolvió incluir a Brasil y a Chile entre los países de riesgo, desde los cuales no podrán ingresar extranjeros por 30 días. Se suman así a Europa, Estados Unidos, China, Corea del Sur, Japón e Irán. Fuertes alarmas sonaron cuando la Cancillería informó que Eduardo Porretti, encargado de negocios y jefe de la embajada en Venezuela, contrajo coronavirus, aunque “está bien de salud”. Ahora toda la embajada está en cuarentena.

Señalan altas fuentes del Gobierno a A24.com que el propio Alberto Fernández es el más urgido por tomar las medidas más drásticas. Procura así retomar la iniciativa perdida hasta la semana última por las demoras del ministro de Salud, Ginés González García, en detectar la gravedad de la pandemia. La vio cuando ya la tenía sobre sus narices.

El Presidente siempre quiere ser más drástico que Ginés en las medidas. “Responde más a la demanda social y política y no tanto la médica”, dijo a A24.com un dirigente del oficialismo. Tanto el ministro de Salud como el Comité de Epidemiología son los más cautos. Fernández dijo el domingo por la mañana que podría decretar una cuarentena general para todos los ciudadanos. Por la noche, volvió sobre sus pasos.

En este caso, no solo el Ministerio de Salud consideró excesiva la medida sino que su equipo económico la consideró riesgosa: las pérdidas materiales podrían ser demasiadas y los ciudadanos de a pie podrían perder su remuneración diaria, especialmente en la economía informal. Sería una bomba de tiempo. Al menos, habría que preparar otras decisiones que sirvieran de colchón para la parálisis de la actividad.

Pero todas las medidas drásticas comienzan como un delirio y luego se transforman en realidad. El ministro de Educación, Nicolás Trotta, hizo un raid mediático durante el fin de semana en el que negó la suspensión de las clases. Eso fue el sábado. El domingo a la tarde, el Presidente, Trotta y Ginés, junto al Gabinete, resolvieron la suspensión, entre otras medidas.

No lo tomó de sorpresa, ni mucho menos. Tanto Trotta como el secretario de Medios, Francisco Meritello; el titular del Enacom, Claudio Ambrosini; y la gerenta de Educ.ar, Laura Marés, venían preparando el portal www.seguimoseducando.gob.ar y la programación educativa de la TV Pública, Paka Paka y Encuentro desde hacía dos semanas. Sabían que la crisis ocurriría, pero los científicos recomendaban demorarla. El viernes la consideraban contraproducente. El domingo era urgente. Diseñaban todos esos planes para dos semanas más tarde.

Los científicos no quieren ser tan drásticos, señalan en la Casa Rosada. Pero la realidad tarde o temprano se impone y Alberto Fernández le está haciendo caso a su olfato político porque las demandas sociales y políticas, considera, corren mucho más rápido que las médicas y científicas. Cualquier paso en falso, una tragedia no prevista, se le atribuiría a la demora o subestimación del Gobierno; y eso Alberto no lo quiere permitir. Por eso su discurso es drástico: “Seremos inflexibles con quienes no cumplan la cuarentena”.

En medio de esto, la renegociación de la deuda con el FMI y con los acreedores privados parece haber pasado a un segundo plano. Pero el ministro de Economía, Martín Guzmán, sigue el cronograma previsto, que ahora admite podría postergarse semanas por el coronavirus.

El Gobierno está débil porque no se vislumbran signos de recuperación económica: la deuda con el FMI es una posibilidad todavía no concretada, pero la reestructuración de la deuda privada está aún lejana; el riesgo país superó los 3600 puntos; el dólar está disparado; y la caída del precio internacional del petróleo hundió las perspectivas de Vaca Muerta. Además, la baja del precio de la soja y la pelea con el campo por las retenciones hacen prever una caída de la actividad y la única buena noticia fueron las lluvias.

La parálisis del comercio internacional frenará las exportaciones y el ingreso de dólares. El coronavirus contagió al turismo que está en cuarentena y en terapia intensiva. La Cámara de Turismo pidió un plan de emergencia para reducir impuestos. Todo esto en medio de una recesión que no cede, una inflación que se desacelera muy lentamente y una caída en la recaudación que hace imaginar un escenario inexorable de emisión monetaria para cubrir agujeros fiscales. Toda la economía será el centro de atención cuando la crisis de la pandemia haya pasado.