Esto tiene varios correlatos. El primero, obviamente, va a zafar del balotaje. El segundo, va a tener una legitimidad en las urnas que le va a dar mucho margen de maniobra. El tercero, cuánto más alto sea su porcentaje de votos, más diputados va a meter en el Congreso.
Según un relevamiento de Parlamentario.com, el Frente de Todos contaría con 112 diputados propios si se repite el resultado de las PASO; Tras las generales, esa cifra puede ser aún mayor. A eso hay que sumarle 7 de Santiago del Estero, 3 de San Luis, 3 de Misiones y 3 de otros peronismos provinciales que se sumarían al albertismo. Con el apoyo de algun peronista cordobés (Schiaretti ya dijo que lo va a apoyar para gobernar) ya se garantiza la aprobación de cualquier ley que necesite. También pueden prestar su servicio otros partidos provinciales: Neuquén, Río Negro… Y si faltara algún voto más, seguramente Alberto Assef -el hombre que en su momento Pichetto le robó a Espert- estará dispuesto a volver a cambiar.
En el Senado, el peronismo y el kirchnerismo sumarían, según el relevamiento realizado por A24.com, 40 senadores a los que se podrían sumar los votos de otros 5 senadores de partidos provinciales. Se necesitan 37 para garantizar cualquier votación y 48 para los 2/3. Están ahí.
¿Cuál va a ser la modalidad de funcionamiento del futuro oficialismo en el Congreso? Todavía no se sabe y va a depender del número final. Si bien desde el PJ van a intentar armar un bloque único y lo más compacto posible, saben que es complicado porque el Frente de Todos está integrado por muchos partidos. Seguramente quieran mantener cada uno su identidad y conformen un interbloque.
Los actores fundamentales en el peronismo parlamentario son Agustín Rossi (actual jefe de bloque), Cristina Alvarez Rodríguez, el camporista Wado de Pedro (que probablemente deje el Congreso para ir a un ministerio), el formoseño Luis Basterra y el titular del PJ José Luis Gioja. Seguramente Sergio Massa quiera tener injerencia directa en ese armado después del 10 de diciembre. En el Senado la cosa la va a manejar Cristina.
Una buena performance electoral más un Poder Legislativo absolutamente controlado son fundamentales para intentar domar la crisis que se profundiza día a día. Esta semana el Congreso votó la emergencia alimentaria. Más allá de los fines loables de la medida, administrativamente siempre una declaración de “emergencia” le da facultades al Ejecutivo para asignar presupuestos y evitar pasar por el Congreso. La "emergencia" regirá hasta 2022.
Apenas aprobada la "emergencia alimentaria", salieron las pymes a pedir que se declare la emergencia en el sector. Esta semana se juntaron también ministros de salud de las provincias opositoras a reclamar la “emergencia sanitaria”. Firmaron un duro documento que pedía “medidas urgentes y que se recupere el rol de rectoría del Estado nacional hasta el último día del mandato que la Constitución establece”. La principal promotora del documento fue Rocío García, ministra de Salud de Santa Cruz y exmujer de Máximo Kirchner.
“Hay problemas con las vacunas, con las prestaciones, con el precio de los medicamentos… esto le daría herramientas administrativas a Alberto para ordenar este caos”, explicó a A24.com uno de los referentes en el área social del albertismo. Es decir, desde el entorno de Alberto Fernández piensan en este formato para domar las distintas crisis.
Los mecanismos de “emergencia” fueron utilizados por Duhalde primero y luego por los Kirchner para lograr que el Congreso les delegue facultades. En el caso de los Kirchner, lo hicieron gracias a su mayoría automática en el Congreso. En cambio, Duhalde tuvo el apoyo de la oposición: especialmente el radicalismo se sentía culpable por la crisis que había dejado su gobierno (el de De la Rúa) y decidió acompañar explicita o implícitamente a aquel gobierno de transición. ¿Podría ser parecida la situación actual?
Todas estas cosas se están discutiendo en los equipos técnicos del Frente de Todos, que hoy tiene cuatro patas fundamentales: el albertismo (fundamentalmente el Grupo Callao), el kirchnerismo duro (nucleado en el Instituto Patria), el Frente Renovador de Sergio Massa y el PJ como gran paraguas de todo que agrupa al peronismo más clásico.
Justamente en la sede del PJ, en la Calle Matheu 150, se reúnen las distintas patas que componen al Frente de Todos para evaluar los futuros planes de gobierno y coordinar acciones. Estas mesas que integran más de 800 dirigentes son encabezadas por el exministro de Salud, Ginés González García, y asisten dirigentes en función de distintas comisiones temáticas. Los encuentros son casi diarios, siempre por la tardecita.
En esas mesas de discusión circulan dirigentes peronistas de todo tipo y color. Incluso, lo han visto circular por ahí a Guillermo Moreno.
Estas mesas elaboran informes que le van a presentar al candidato con dos ejes: uno para los primeros 100 días de gobierno; y otro para todo el mandato. "Al principio fue un mecanismo para reclutar militancia, pero ahora se ha vuelto una usina de organización de conocimiento y de proyecto", explican desde
De esta manera, si se confirma el resultado de las PASO, Alberto va a ser un presidente con mucho poder. Claro que va a tener que resolver un pequeño detalle, una excepción que confirma la regla. Adentro de su propia coalición su poder no va a ser tan homogéneo, sino que ese poder se compartirá con la dueña de los votos, Cristina Kirchner, y con el espacio que ella lidera.
Y hasta ahora, el kirchnerismo duro no supo ser muy abierto y generoso a la hora de compartir el poder. Basta ver como ejemplo lo que está pasando con Mariano Arcioni, gobernador de Chubut. Más allá de sus errores propios, en el entorno del gobernador denuncian la mano del kirchnerismo duro detrás de la crisis política que vive la provincia.
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El vicegobernador electo de Chubut con Cristina
El vicegobernador electo de Chubut con Cristina
Arcioni decidió evitar la unidad con el kirchnerismo en las últimas elecciones. Se sumó más tarde al Frente de Todos. Y se lo están haciendo pagar. Su vicegobernador electo es Ricardo Sastre, intendente de Madryn, quien supo tener una gran relación con Cristina y con Boudou. Y está listo para ponerse el traje en caso de que las circunstancias lo ameriten.
Algo que Alberto Fernández y Massa (ex compañero de facultad de Arcioni) deben evitar a como dé lugar.