Desde su rol de presidente de la Cámara de Diputados (por tradición, el dirigente de la política que más debe propiciar el diálogo), Massa tiene dos o tres funciones simultáneas: atender y auxiliar las demandas del Poder Ejecutivo, negociar (y hacer concesiones) a la oposición y, último pero no menos importante, garantizar buenos grados de convivencia con los kirchneristas con los que supo estar enfrentado. Tiene a Cristina Kirchner al lado, en el Senado, y a Máximo Kirchner como jefe de su bloque en el recinto.
La relación con Máximo alcanzó un nuevo estadio en el poder. Juntos integran la “mesa chica” de Alberto Fernández que almuerza una vez por semana (y que completan Santiago Cafiero y Eduardo “Wado” De Pedro). En el ámbito legislativo, ambos se juntan cada dos o tres días y hablan todo personalmente, sin intermediarios. Un nuevo comienzo.
Massa conoce a Máximo de la época en que administraba la Anses, antes de dar el salto a la intendencia de Tigre.
En los entornos de ambos destacan que juntos forjaron el acuerdo por el Frente de Todos, y que se guardan mucha “confianza” más allá de la diferencia de posiciones. El pragmatismo de esa ecuación se conjuga para Massa en la forma y en el fondo.
La forma:
Con Venezuela, el tema que parece ser el callejón sin salida del kirchnerismo --y un error autoinfligido--, Massa puso distancia desde el primer día, sin cuidarse de decir que la situación de ese país era una “dictadura” mientras el naciente Frente de Todos buscaba unificar una posición que aún hoy no consigue. Trató de ser coherente, de esa manera, con la postura del Frente Renovador pre unidad. Y en estos días mantiene el silencio.
Otra disidencia fue con la toma de tierras. El trazo grueso del manual oficial excluía la posibilidad de considerar esas prácticas como un delito, una postura que estuvo representada en la voz de la ministra de Seguridad, Sabina Frederic. Cuando se desató la crisis en Villa Mascardi, Río Negro, Massa abogó por que se instrumentaran los desalojos y dijo que incluso “hablaría” al respecto con Frederic. Como fuera, no quiso resignar el enfoque de su espacio sobre la seguridad.
La última fisura la abrió en estos días, cuando pidió que volvieran a las aulas los alumnos de grados superiores de primaria y secundaria, en una confrontación tanto con la postura del ministro de Educación, Nicolás Trotta -que primero dijo que habría que esperar la vacuna para restaurar las clases y luego aclaró que no hacía falta esa instancia universal- como de los gremios docentes (mayormente alineados en el universo K).
Tres gestos que hablan, cuanto menos, de un intento de resguardo del perfil propio dentro del frente.
El fondo:
Massa sabe que hay tironeos en torno a su figura y que tiene que hacer equilibrio. A algunos dentro de su espacio les gustaría verlo nuevamente como jefe de Gabinete, lo que no quiere decir que él apruebe la moción.
En el Frente Renovador reconocen ante A24.com que esa intención es más bien un reclamo del establishment, que busca interlocutores ante la necesidad de reactivación económica. Pero esa propuesta -advierten en el massismo- más que ayudar busca generar “mellas” en el frente interno.
“Hoy tiene un rol más institucional y más grande que lo que podría ser una Jefatura de Gabinete”, aclaran en su círculo sobre las tareas en la presidencia de Diputados.
Los massistas destacan de entre sus filas a quienes desde lugares de gestión -Mario Meoni (Transporte), Malena Galmarini (Aysa) y José Ignacio De Mendiguren (BICE), entre otros- se ocupan de “resolver los problemas” con un enfoque “plural y moderno”. “Somos los más chiquitos, pero muy eficientes”, dicen. Modestia aparte.
En el “círculo rojo”, a su vez, le reconocen su aptitud para atender demandas, aunque lamentan que a veces haya “limitaciones” y la coalición le “imponga” criterios.
“A pesar de las bajadas de línea, todo lo que puede enfriar, o frenar, lo hace”, se sincera ante A24.com una de las voces del mundo empresario. Su secretario en la cámara, Juan Manuel Cheppi, lleva adelante el intercambio cotidiano con ese sector.
Como portavoz de una parte de ese núcleo, Massa supo tomar propuestas que le llevaron en torno a las leyes de Economía del Conocimiento y Aporte Solidario, más allá del destino que corra cada una.
Los popes valoran que mantenga un canal de diálogo con ellos. “Ve cómo la sociedad toma una situación y responde a partir de eso, y está siendo inteligente para no exponerse en un momento de tanta grieta”, evalúan. Eso que en el propio Frente Renovador llaman “mojones de identidad”.