Por Martín Castellet
En su gran mayoría, las empresas PyMEs argentinas, se encuentran administradas, gestionadas o integradas por familias empresarias. Cada vez se vuelve más determinante pensar en el futuro de la firma, más allá de las personas.
Por Martín Castellet
En su gran mayoría, las empresas PyMEs argentinas, se encuentran administradas, gestionadas o integradas por familias empresarias. Las empresas familiares suelen ser fundadas por una o dos personas que luego van sumando a su círculo más íntimo, por su relación de confianza y cercanía.
Es habitual escuchar que el Protocolo Familiar es una herramienta que resuelve la sucesión de la familia empresaria.
Para que la planificación patrimonial y sucesoria sea exitosa, debe verse como un proceso en el que deben interactuar activamente todos los integrantes de la familia empresaria y sus asesores (especializados en la materia) para evitar la conocida Crisis de Sucesión Empresarial.
Por lo tanto, en algún momento el fundador de la empresa, sus socios, deben comenzar a pensar en el futuro de la compañía más allá de su propia existencia. Es decir, sería evolutivo para el socio empresario incorporar en su agenda la tarea de planificar su sucesión para que ello no se convierta en una preocupación.
El inicio de esa labor introspectiva por parte del empresario comienza con alguna de las siguientes preguntas:
La lista de preguntas que pueden llegar a formularse los dueños o socios de las empresas es infinita o interminable.
La planificación de la descendencia es un proceso que en forma conjunta debe involucrar a todos los integrantes de la familia empresaria y a los profesionales o consultores que han sido convocados.
Este proceso se sella o cristaliza con una serie de documentos que conformarán el verdadero acuerdo familiar al que han arribado los dueños, socios y los integrantes de las respectivas familias, según el caso.
Ahora bien, la formulación de esos documentos es el producto de una serie de tareas previas, que por lo general pueden llevar varios meses.
Esas tareas tendrán por finalidad adquirir un conocimiento cabal del negocio empresarial, los roles que ocupan cada uno de los socios, fundadores, sus familiares, e implicará –por supuesto– llevar a cabo entrevistas (grupales e individuales) con cada uno de los protagonistas, requiriendo –en su caso– la concurrencia interdisciplinaria de profesionales especializados en diversas materias: Administración de Empresas, Derecho Empresarial, Psicólogos, entre otros.
Es importante destacar que detrás de una familia empresaria hay una trayectoria familiar, una historia de vida en la que confluyen afectos, celos, sentimientos, posiciones, cariños, deseos que merecen ser escuchados atentamente.
No hay una receta universal para trabajar en el futuro de la compañía porque cada empresa es única y cada familia es única y, en consecuencia, la labor profesional se customiza y se desarrolla de acuerdo a las características y circunstancias propias de la familia empresarial.
En ese documento o conjunto de documentos finales que sellarán un acuerdo familiar y que es producto de la labor desarrollada durante algunos meses, se contemplarán reglas o normas a las que deberán sujetarse las partes con un único objetivo: la trascendencia de la empresa familiar y la armónica convivencia de quienes en ella se desempeñarán.
Este acuerdo familiar podrá contemplar, entre otras cuestiones, algunos de los siguientes ítems:
Como el acuerdo familiar debe propiciar una convivencia armónica y pacífica, es altamente recomendable que las situaciones de conflicto que puedan ocurrir también puedan ser previstas y solucionadas mediante mecanismos ágiles. Se utilizan a estos fines la figura de amigables componedores, tribunales arbitrales, consejeros familiares, como mecanismos tendientes a evitar la intervención de los tribunales de justicia.
Cada vez existe mayor consciencia entre los empresarios (cualquiera sea la etapa generacional que transitan dentro de la compañía: fundadores, segunda generación, etcétera) en prever el futuro y la continuidad del negocio.
Y, efectivamente, es una muy buena noticia si consideramos que nuestras empresas PyMEs –en su gran mayoría familiares– constituyen el principal motor de la actividad económica argentina y fuente de oportunidades para muchas otras familias que –sin ser empresarias– tienen la posibilidad de acceder a puestos de trabajo.
Finalmente, es fundamental empezar a pensar en la planificación del futuro de la empresa antes de que se convierta en una preocupación.