Pocos minutos después, la historia tomó un giro trágico: el mismo joven que había huido fue visto deteniendo su auto en el puente San Martín y, sin que nadie pudiera detenerlo, se lanzó al vacío sobre el cauce del río Grande.
El salto al vacío
Testigos del hecho contaron que el muchacho bajó del vehículo en movimiento antes de arrojarse desde la baranda del puente. El auto, sin control, se estrelló contra la estructura metálica. Milagrosamente, no hubo peatones en la zona y el accidente no provocó otras víctimas.
El operativo de rescate fue inmediato. Participaron efectivos de la Seccional 3°, Bomberos, Criminalística, Seguridad Vial y el SAME, que trabajaron durante varios minutos para rescatar al joven con vida del lecho del río. Fue trasladado de urgencia al Hospital Pablo Soria, donde ingresó en estado crítico y murió horas más tarde, en la madrugada del miércoles.
Mientras los médicos intentaban salvarlo, en la vivienda del barrio El Chingo se iniciaba una investigación paralela que revelaría un crimen familiar tan espantoso como inexplicable.
El hallazgo en la casa: una escena escalofriante
Personal de Criminalística y del Ministerio Público de la Acusación arribó a la vivienda junto con Bomberos y el fiscal de turno, Diego Cussel. En el patio interno, entre los restos calcinados y rodeado de material carbonizado, encontraron el cuerpo sin vida de una mujer de unos 60 años, envuelto en frazadas.
El primer examen forense indicó que llevaba entre 10 y 14 días fallecida. El cuerpo presentaba múltiples heridas de arma blanca en el cuello, la cabeza, el rostro y el pecho. La autopsia posterior confirmó que la víctima había sido asesinada con un cuchillo y que las lesiones eran compatibles con un ataque directo y sostenido.
“El cadáver estaba en avanzado estado de descomposición. El médico forense determinó que la muerte databa de varios días antes. Todo indica que el joven habría convivido con el cuerpo antes de intentar incendiar la vivienda”, precisó el fiscal Cussel.
La víctima fue identificada como María Isabel, una vecina del barrio muy conocida por su carácter reservado y su cercanía con el hijo, con quien vivía sola desde hacía varios años.
Un vínculo cerrado y sin testigos
Los testimonios recolectados por los investigadores coincidieron en un detalle inquietante: madre e hijo llevaban una vida aislada. “Nunca se los veía con nadie más. Él no tenía amigos ni pareja. Siempre estaban juntos”, relató una vecina.
Otros habitantes del barrio mencionaron que el joven mostraba un comportamiento cada vez más errático, aunque nunca hubo denuncias previas por violencia familiar. “A veces lo veíamos salir de noche, hablaba solo o discutía con la madre, pero nunca imaginamos algo así”, dijo otro testigo.
Las autoridades no encontraron signos de ingreso forzado ni indicios de participación de terceros. Todo apunta a que el joven habría matado a su madre dentro de la casa y luego convivido con el cuerpo durante casi dos semanas.
La autopsia y los indicios del crimen
El informe preliminar del forense confirmó que María Isabel murió por múltiples puñaladas y que las heridas en el cuello y el tórax fueron mortales e intencionales. El cuerpo estaba envuelto cuidadosamente en frazadas y ubicado en un sector del patio que el joven habría intentado ocultar con muebles y objetos quemados.
La autopsia definitiva determinó que el fallecimiento se produjo entre 10 y 14 días antes del incendio, lo que indica que el joven permaneció en la casa con el cuerpo de su madre durante todo ese tiempo.
En la vivienda se secuestraron cuchillos, una computadora y ambos teléfonos celulares, que serán sometidos a pericias para determinar si el acusado dejó mensajes, búsquedas o registros previos al crimen.
“El móvil del crimen surgirá con el avance de la investigación, pero si se comprueba que el joven fue el autor, la acción penal se extingue por fallecimiento, según establece el Código Penal”, explicó el fiscal Cussel.
Un intento de borrar las huellas
Los peritos sospechan que el incendio que los vecinos lograron sofocar fue provocado intencionalmente por el joven antes de huir. La hipótesis principal es que buscó eliminar rastros biológicos y pruebas del crimen.
En la escena se hallaron fósforos, material inflamable y una hornalla abierta, indicios de un foco ígneo deliberado. Según los investigadores, el fuego no alcanzó a extenderse gracias a la intervención de los vecinos, que actuaron con rapidez al notar el humo.
“El muchacho habría encendido varios puntos de fuego en el interior antes de salir de la vivienda. Si el fuego se extendía, todo el lugar habría quedado destruido y las pruebas se habrían perdido”, explicó un oficial de Bomberos.
Un desenlace marcado por el silencio
Horas después, mientras los peritos trabajaban en la casa, la noticia de la muerte del joven en el hospital Pablo Soria confirmó el final trágico. Según los médicos, había sufrido politraumatismos graves tras caer desde más de 20 metros de altura.
El caso fue caratulado como “homicidio seguido de suicidio”, aunque el fiscal aclaró que la investigación continuará para determinar los motivos y el contexto emocional que desencadenaron el crimen.
“No tenemos antecedentes de violencia familiar registrados. El joven no tenía denuncias previas. El trabajo ahora se centra en analizar su estado psicológico y el vínculo con la víctima”, detalló Cussel.
El contexto familiar y la línea psicológica
Fuentes judiciales confirmaron que el joven no cursaba estudios ni tenía empleo estable, y que pasaba gran parte del tiempo encerrado en su habitación. Su entorno más cercano aseguró que no recibía visitas ni tenía vida social activa.
Los investigadores no descartan que padeciera un cuadro depresivo o trastorno mental sin tratamiento, que podría haber escalado hasta el homicidio y posterior suicidio.
“Es un caso complejo, con una dinámica familiar muy cerrada y señales de aislamiento prolongado”, resumió un psicólogo forense consultado por el Ministerio Público.
El adiós a una madre y un hijo
Los cuerpos de María Isabel y su hijo fueron trasladados a la morgue judicial. No hubo velatorio público, y el sepelio se realizó en el cementerio El Salvador, con la presencia de unos pocos familiares y vecinos.
La tragedia dejó una profunda marca en la comunidad de San Salvador de Jujuy, donde la historia de una madre asesinada por su propio hijo se convirtió en símbolo del deterioro de los lazos familiares y la falta de contención emocional.