LO CUESTIONAN MAL

El importante conductor ya rehizo su vida a pocos meses de enviudar tras un duro cáncer de su última esposa

Sin embargo, detrás del telón y de las carcajadas que provoca en millones de espectadores, su vida personal ha estado marcada por capítulos dolorosos que pusieron a prueba su fortaleza emocional.

El importante conductor ya rehizo su vida a pocos meses de enviudar tras un duro cáncer de su última esposa

El nombre de Paul Merton sigue siendo sinónimo de humor, ingenio y talento en el mundo de la comedia británica. Reconocido por su presencia en el programa Have I Got News For You, donde supo conquistar al público con su estilo inconfundible, el comediante ha construido una carrera sólida a lo largo de más de tres décadas. Sin embargo, detrás del telón y de las carcajadas que provoca en millones de espectadores, su vida personal ha estado marcada por capítulos dolorosos que pusieron a prueba su fortaleza emocional.

Entre esas heridas se encuentra la trágica pérdida de su segunda esposa, Sarah Parkinson, quien falleció en 2003 víctima de un agresivo cáncer de mama, apenas tres meses después de casarse con él. A pesar de esa devastación, Merton encontró años más tarde un nuevo rumbo en el amor de la mano de la comediante Suki Webster, con quien comparte no solo su vida sentimental, sino también el escenario.

Lo que parece ser una historia de resiliencia personal y profesional se convierte, al mirar en retrospectiva, en un relato de cómo la comedia puede ser mucho más que un oficio: puede ser un salvavidas en los momentos más oscuros.

Sarah Parkinson fue diagnosticada con cáncer de mama agresivo poco antes de contraer matrimonio con Paul. A pesar de la gravedad de su estado, ambos decidieron dar el paso y celebrar su unión, aferrándose a la esperanza. Sin embargo, la enfermedad avanzó de forma implacable y, apenas tres meses después de la boda, Sarah falleció a los 41 años.

El golpe fue devastador para Merton, quien en distintas entrevistas recordó la experiencia como una de las etapas más duras de su vida. Su manera de procesar el dolor, sin embargo, sorprendió a muchos: apenas seis días después del funeral se presentó en The Comedy Store, el club donde tantas veces había brillado.

“Es como esa sensación de liberación, de alivio, que te transporta a otro lugar”, confesó en una entrevista años más tarde. El humor funcionó para él como una terapia colectiva, un espacio donde las carcajadas del público se convertían en bálsamo y donde la tristeza encontraba, aunque fuera por momentos, un respiro.

El destino, caprichoso como suele ser, tenía preparada una nueva historia para Paul Merton. Menos de un año después de la muerte de Sarah, durante una gira de Comedy Store Players en la India, conoció a Suki Webster, también comediante y miembro de la compañía.

El encuentro no fue romántico en un principio: ambos padecieron una intoxicación alimentaria y terminaron compartiendo charlas en medio del malestar, mientras observaban a un mago actuar en el patio poco iluminado de un local, acompañados de brandy y refrescos.

“Supongo que esto fue unos seis o siete meses después de la muerte de Sarah. No creo que sea una de esas decisiones que se pueden tomar. Ya verás lo que pasa”, confesó Merton al recordar ese momento. “Se sintió natural. Se sintió bien”.

Suki Webster, por su parte, siempre fue clara al respecto: “Cuando te enamoras, te enamoras”. Aquella velada marcada por la casualidad se transformó en el inicio de una relación que ya lleva más de diez años, consolidada no solo en el ámbito privado sino también en los escenarios.

El propio Merton llegó a bromear diciendo que, aunque el espectáculo de magia no fue particularmente memorable, lo que sí flotaba en el ambiente era “magia en el aire” entre ambos.

Lo que distingue a Paul Merton de muchos otros artistas es su capacidad para transformar la tragedia en motor creativo. No se trata de frivolizar el dolor, sino de canalizarlo a través del humor, reconociendo que la risa puede ofrecer consuelo incluso en las circunstancias más adversas.

En ese sentido, su historia personal es también una prueba de cómo la comedia puede convertirse en una herramienta psicológica poderosa. La pérdida, el duelo y la depresión encuentran en la risa un contrapunto capaz de equilibrar las emociones.

“Todavía conservaba el sentido de la proporción y el sentido del humor”, aseguró en otra ocasión, refiriéndose a su paso por momentos de inestabilidad mental y hospitalización psiquiátrica en los años noventa.

No todas las dificultades de Merton estuvieron relacionadas con su vida sentimental. En pleno auge de su carrera, durante los retrasos y tensiones de la producción de algunos programas televisivos, sufrió un colapso psicológico que lo llevó a pasar seis semanas internado en el hospital psiquiátrico Maudsley.

Allí, rodeado de pacientes que enfrentaban problemas extremadamente graves, Merton recuerda haber tomado conciencia de su propia situación con cierta ironía: “Estaba en una sala de terapia de grupo todas las mañanas. Había alguien que había sido expulsado de su casa de protección oficial, alguien más contaba que su hija estaba muy drogada… Y lo que yo pensaba era que alguien había cancelado una serie de televisión. Nunca lo dije en voz alta porque habría sido incómodo, pero me recordó que el humor puede poner las cosas en perspectiva”.

Su recuperación fue progresiva, pero al mismo tiempo fortaleció su convicción de que la comedia era no solo su vocación, sino su refugio emocional.

Nacido como Paul Martin, adoptó el nombre artístico de Paul Merton y dio sus primeros pasos en la televisión con Whose Line Is It Anyway? en 1988, un formato de improvisación que lo catapultó a la fama.

Desde 1990, se convirtió en uno de los pilares de Have I Got News For You, programa satírico que mezcla política y actualidad con humor ácido. Su permanencia en el show lo consolidó como un referente en el humor británico, siendo respetado tanto por colegas como por el público.

A pesar de las tragedias personales, de los altibajos emocionales y de sus luchas íntimas, Merton logró mantenerse como un ícono de la comedia, un ejemplo de resiliencia y talento. Hoy, junto a Suki Webster, continúa ofreciendo funciones, compartiendo no solo su oficio sino también una complicidad que refleja el poder del amor para rehacer vidas.

La historia de Paul Merton no puede leerse únicamente desde el ángulo de la fama o de los éxitos televisivos. Su vida es, en realidad, un testimonio de cómo la comedia puede ser una forma de resistencia frente a la adversidad.

La muerte de Sarah Parkinson fue una herida que lo marcó para siempre, pero también lo impulsó a reafirmar su vínculo con el escenario, con el público y con la risa. El encuentro con Suki Webster le permitió volver a abrir las puertas al amor, demostrando que siempre existe la posibilidad de reconstruirse.

En definitiva, Merton representa la imagen de un hombre que, pese a haber atravesado la oscuridad, supo mantener encendida la chispa del humor y la esperanza.

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