La revisión de los hechos reveló que Amelia debería haber recibido atención médica dentro de los primeros 15 minutos de su llegada al hospital. Sin embargo, pasaron 40 minutos antes de que el personal evaluara su situación. Esta demora resultó fatal para el recién nacido, que, debido a un ritmo cardíaco lento, necesitó una cesárea inmediata. A pesar de los esfuerzos por reanimarlo y su posterior traslado a la unidad de neonatología, el bebé no pudo recuperarse y falleció al día siguiente en brazos de sus devastados padres.
La investigación iniciada por los padres confirmó que la falta de acción rápida por parte del personal fue un factor determinante en la muerte del bebé. El Tribunal Forense de Nottingham determinó que la causa del fallecimiento fue una lesión cerebral grave provocada por la falta de oxígeno, directamente relacionada con la negligencia en los momentos cruciales previos al parto.