Lo interesante es que Bird Box Barcelona no se limita a copiar la fórmula original. A diferencia de la versión norteamericana, aquí se introducen elementos místicos y religiosos que dotan a la historia de un matiz inquietante. Para Sebastián, las criaturas no son una amenaza, sino una forma de “salvación”. Según su interpretación, se trata de “ángeles” cuya contemplación permite la purificación del alma.
Este punto de vista lleva a su personaje por caminos oscuros, desdibujando los límites entre víctima y victimario. La intervención del Padre Esteban, con un discurso cargado de fanatismo, acentúa esta línea temática. La pregunta que el film deja flotando es si la fe puede justificar cualquier acto.
Casas y Sbaraglia: una dupla que asegura intensidad
Mario Casas y Leonardo Sbaraglia no necesitan demasiadas presentaciones. Ambos actores cuentan con una trayectoria que los ubica entre los nombres más sólidos del cine en español. Su participación en Bird Box Barcelona no hace más que reforzar esa percepción: juntos protagonizan un relato que, aunque ubicado dentro del universo de Bird Box, propone un enfoque completamente distinto.
Desde el primer minuto, la tensión está garantizada. Casas interpreta a Sebastián, un padre que intenta sobrevivir junto a su hija en una Barcelona devastada por una amenaza invisible. Lo que parece un relato de supervivencia se transforma en algo más profundo, gracias al peso simbólico que gana el personaje del Padre Esteban, interpretado por Sbaraglia. La visión del mundo que plantea este sacerdote modifica las reglas del juego.
Las diferencias clave con la versión de Sandra Bullock
La película original, Bird Box: a ciegas, se convirtió en un fenómeno inmediato cuando fue lanzada por Netflix en 2018. Dirigida por Susanne Bier y con guion de Eric Heisserer (nominado al Oscar por La llegada) adaptó la novela de Josh Malerman con una estética fría y un enfoque centrado en la desesperación individual frente a lo inexplicable.
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Sandra Bullock interpretó a Malory, una mujer embarazada atrapada en medio del caos que desata la aparición de estas criaturas invisibles. En esa historia, el mandato era claro: no abrir los ojos bajo ninguna circunstancia. El pánico era constante y la salvación parecía una utopía.
Bird Box Barcelona, en cambio, opta por complejizar el conflicto. Aquí no se trata solo de evitar ver, sino de decidir si mirar puede significar otra cosa. El debate entre ciencia, religión y locura es el verdadero eje temático. El espectador se enfrenta a una pregunta incómoda: ¿Y si el monstruo no está afuera, sino dentro de quienes creen haber entendido el fin del mundo?