Estos elementos conforman la base con la que se logra la textura clásica: una mezcla densa que, al hornearse, se transforma en una torta esponjosa y llena de sabor. Algunos agregan más o menos queso según preferencia, pero siempre se mantiene la columna vertebral del plato: maíz, cebolla, lácteos y huevos.
Cómo se prepara la sopa paraguaya paso a paso
Aunque la receta puede adaptarse a gustos personales, el procedimiento tradicional suele seguir una estructura bastante uniforme:
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Cocinar las cebollas: se cortan en tiras o picadas y se cocinan en aceite o manteca hasta que estén tiernas. Este punto es clave porque define parte del sabor del plato.
Batir los huevos en un bowl amplio.
Incorporar la leche a los huevos e integrar bien.
Agregar la harina de maíz, de a poco, mezclando para evitar grumos.
Sumar las cebollas cocidas y mezclar nuevamente.
Añadir el queso cortado en cubos o rallado, para que se distribuya de manera pareja en la mezcla.
Salpimentar a gusto.
Llevar la preparación a una fuente para horno, previamente aceitada o enmantecada.
Hornear a temperatura moderada (alrededor de 180°C) hasta que la superficie esté dorada y el interior firme.
Una vez lista, la sopa paraguaya se corta en cuadrados o triángulos y se sirve tibia o fría. Su versatilidad permite acompañarla con carnes asadas, estofados, ensaladas o simplemente disfrutarla como un bocado independiente.
Un plato cargado de historia que se mantiene vigente
La sopa paraguaya forma parte del patrimonio gastronómico de Paraguay y se considera uno de sus platos identitarios. Con el tiempo, cruzó al Nordeste argentino, especialmente a Misiones, Corrientes y Formosa, donde se integró a la cultura culinaria regional. Aunque existen diferentes relatos populares sobre su origen, lo que sí está claro es que su sencillez y su adaptabilidad la hicieron trascender generaciones.
Hoy en día sigue siendo una receta que se prepara en hogares, peñas, reuniones familiares y parrilladas. Su bajo costo, sumado a lo nutritiva y rendidora que resulta, la convierten en una opción ideal para mesas grandes sin tanta inversión, algo que también contribuyó a su expansión.
Además, la sopa paraguaya tiene esa cualidad entrañable que caracteriza a los platos tradicionales: no exige perfección, sino cariño y continuidad. Cada familia tiene su forma de hacerla, su textura preferida, su punto de queso ideal. Esa libertad, dentro de una base muy clara, es lo que mantiene viva la receta y la hace seguir viajando entre generaciones.