RECETA

Sopa paraguaya: el clásico que sigue conquistando mesas y que podés hacer en casa

La sopa paraguaya es una preparación típica de Paraguay, muy conocida en la región por su textura firme, su sabor intenso y su origen tradicional. Se hace con pocos ingredientes y es ideal para acompañar carnes, guisos o disfrutar sola.

Sopa paraguaya: el clásico que sigue conquistando mesas y que podés hacer en casa

La cocina regional tiene ese poder tan particular de atravesar fronteras: platos sencillos, populares y llenos de historia que viajan de una provincia a otra hasta instalarse en las mesas de todo el país. Entre esas recetas que se volvieron parte del repertorio cotidiano aparece la sopa paraguaya, un clásico originario de Paraguay que desde hace décadas es adoptado tanto en el Nordeste argentino como en distintos hogares donde se valoran las preparaciones tradicionales. A pesar de su nombre, no es una sopa líquida: se trata de una especie de torta salada elaborada con harina de maíz, queso, leche, huevos y cebolla.

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Su textura es característica: es compacta, húmeda y suave, con una superficie dorada y un interior que alterna la cremosidad del queso con el sabor dulce de la cebolla salteada. La clave está en respetar los ingredientes base y seguir un proceso simple que no demanda técnicas complejas ni utensilios especiales. Por eso, se volvió una receta elegida tanto para acompañar carnes a la parrilla como para sumar a una mesa de domingo, picadas familiares o reuniones al aire libre.

Qué ingredientes lleva la auténtica sopa paraguaya

Para preparar una versión casera tradicional, se utilizan ingredientes accesibles y fáciles de conseguir:

Ingredientes:

  • Harina de maíz (no precocida)

  • Cebollas

  • Huevos

  • Leche

  • Aceite o manteca

  • Queso fresco o semiduro

  • Sal

Estos elementos conforman la base con la que se logra la textura clásica: una mezcla densa que, al hornearse, se transforma en una torta esponjosa y llena de sabor. Algunos agregan más o menos queso según preferencia, pero siempre se mantiene la columna vertebral del plato: maíz, cebolla, lácteos y huevos.

Cómo se prepara la sopa paraguaya paso a paso

Aunque la receta puede adaptarse a gustos personales, el procedimiento tradicional suele seguir una estructura bastante uniforme:

  • Cocinar las cebollas: se cortan en tiras o picadas y se cocinan en aceite o manteca hasta que estén tiernas. Este punto es clave porque define parte del sabor del plato.

  • Batir los huevos en un bowl amplio.

  • Incorporar la leche a los huevos e integrar bien.

  • Agregar la harina de maíz, de a poco, mezclando para evitar grumos.

  • Sumar las cebollas cocidas y mezclar nuevamente.

  • Añadir el queso cortado en cubos o rallado, para que se distribuya de manera pareja en la mezcla.

  • Salpimentar a gusto.

  • Llevar la preparación a una fuente para horno, previamente aceitada o enmantecada.

  • Hornear a temperatura moderada (alrededor de 180°C) hasta que la superficie esté dorada y el interior firme.

Una vez lista, la sopa paraguaya se corta en cuadrados o triángulos y se sirve tibia o fría. Su versatilidad permite acompañarla con carnes asadas, estofados, ensaladas o simplemente disfrutarla como un bocado independiente.

Un plato cargado de historia que se mantiene vigente

La sopa paraguaya forma parte del patrimonio gastronómico de Paraguay y se considera uno de sus platos identitarios. Con el tiempo, cruzó al Nordeste argentino, especialmente a Misiones, Corrientes y Formosa, donde se integró a la cultura culinaria regional. Aunque existen diferentes relatos populares sobre su origen, lo que sí está claro es que su sencillez y su adaptabilidad la hicieron trascender generaciones.

Hoy en día sigue siendo una receta que se prepara en hogares, peñas, reuniones familiares y parrilladas. Su bajo costo, sumado a lo nutritiva y rendidora que resulta, la convierten en una opción ideal para mesas grandes sin tanta inversión, algo que también contribuyó a su expansión.

Además, la sopa paraguaya tiene esa cualidad entrañable que caracteriza a los platos tradicionales: no exige perfección, sino cariño y continuidad. Cada familia tiene su forma de hacerla, su textura preferida, su punto de queso ideal. Esa libertad, dentro de una base muy clara, es lo que mantiene viva la receta y la hace seguir viajando entre generaciones.

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