La técnica perfecta implica:
- Suspensión total antes de iniciar.
- Tirón controlado hasta que la barbilla supere la barra.
- Descenso lento de al menos dos segundos.
Este control no solo aumenta fuerza y masa muscular, sino que también reduce el riesgo de lesión y mejora el rendimiento a largo plazo.
El primer objetivo: una dominada limpia
Para los principiantes, la prioridad es lograr una sola repetición impecable. Luego, el siguiente paso es llegar a entre ocho y diez repeticiones con buena forma.
Samuel recomienda ejercicios complementarios como:
- Agarre estático: mantener la posición alta para fortalecer la espalda.
- Dominadas excéntricas: centradas en el descenso controlado para adaptar la musculatura.
- Remo invertido: ajustando la inclinación para regular la dificultad.
La constancia es clave: “La dominada es una habilidad y tendrás que entrenarla como tal, practicándola a diario”, afirma Samuel.
De 1 a 10 dominadas: progresión y estrategias
Pasar de una repetición a diez requiere meses de trabajo. Entre los métodos más efectivos están:
- Series de baja repetición para fuerza máxima.
- Dominadas asistidas con bandas para trabajar técnica y fuerza sin cargar todo el peso.
- Dominadas escapulares para mejorar postura y estabilización.
- Descanso-pausa, que alterna tandas cortas dentro de una misma serie para ganar resistencia y capacidad de recuperación.
Al alcanzar un buen número de repeticiones, se puede aumentar la dificultad con:
- Peso extra mediante chalecos, mancuernas o discos.
- Repeticiones parciales en la fase inferior para prolongar el tiempo bajo tensión.
- Más frecuencia semanal, siempre con recuperación adecuada.
Samuel destaca que variar esquemas de repeticiones y técnicas —ya sea para fuerza, resistencia o hipertrofia— mantiene el progreso y evita el estancamiento.
La dominada, temida por muchos, puede convertirse en una aliada poderosa para ganar fuerza, control y un físico más completo, siempre que se respete la técnica y se entrene con constancia.