Tradición y fe

Virgen de Guadalupe: por qué se la celebra el 12 de diciembre y cómo invocar su protección

Esta semana se celebra el Día de la Virgen de Guadalupe, patrona de México y de toda América.

Cada 12 de diciembre se conmemora el Día de la Virgen de Guadalupe

Cada 12 de diciembre se conmemora el Día de la Virgen de Guadalupe, patrona de México y de América.

Cada 12 de diciembre se conmemora el Día de la Virgen de Guadalupe, patrona de México y de toda América. Su imagen, una de las advocaciones marianas más veneradas, atrae a millones de fieles que visitan el cerro del Tepeyac para pedir favores, dar gracias y rendir homenaje. La devoción también se mantiene viva en Argentina y otros países del continente, donde los creyentes participan en misas y rezan invocando su protección y bendiciones.

La tradición señala que la devoción comenzó en 1531, cuando Juan Diego Cuauhtlatoatzin, un indígena chichimeca convertido al cristianismo, fue testigo de varias apariciones de la Virgen que, según las crónicas eclesiásticas, le solicitó construir un templo en el lugar de los encuentros, como símbolo de su amor y cuidado para todas las personas de la región.

El 12 de diciembre, la Virgen indicó a Juan Diego que subiera a la cima del cerro a recoger flores que, milagrosamente, habían florecido en pleno invierno, cuando normalmente no crecían en la región. Al presentarlas ante el obispo Juan de Zumárraga, apareció milagrosamente en su tilma (una especie de manta tejida con fibras de cactus que los indígenas utilizaban como abrigo y para transportar objetos) la imagen de la Virgen de Guadalupe. Este hecho consolidó la fe de los creyentes y dio origen al primer templo en honor a la “Morenita del Tepeyac”.

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Juan Diego fue canonizado en 2002 por el Papa Juan Pablo II, convirtiéndose en el primer santo indígena de América. Desde entonces, cada 12 de diciembre, millones de personas se acercan a la Basílica de Guadalupe a orar, cantar y agradecer.

El nombre “Guadalupe” tiene varias interpretaciones: podría derivar del árabe “Wad-al-luben” (‘Río Oculto’), de una combinación árabe-latina que significa “Río de Lobos”, o del náhuatl “Coatlaxopeuh”, que se traduce como “la que aplasta a la serpiente”.

La oración a la Virgen de Guadalupe para pedir su protección

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A continuación, la oración que los devotos le realizan a la Virgen de Guadalupe, realizada por Juan Pablo II en enero de 1979, para pedir protección, consuelo y fortaleza.

Oh Virgen de Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de Iglesia!

Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos, y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a Ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y Madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo y su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios. Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso, protege a nuestras familias, para que estén muy unidas, y bendice la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver a Él mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma.

Te suplicamos que nos concedas un amor muy grande a todos los santos sacramentos, que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.

Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios, podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.