La escena era demoledora. A pocos metros, los sobrevivientes veían que había un montón de amigos muertos. Entendieron que pese a eso, todos podían sobrevivir. Estaba prohibido desanimarse en el intento.
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El 13 de octubre de 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que viajaba con destino a Santiago de Chile se estrelló en el medio de la Cordillera de Los Andes: murieron 29 personas y sobrevivieron 16. (Foto: Archivo)
Pasaron 50 años del accidente que lo cambió todo en sus vidas. Cuando Fernando Parrado y Roberto Canessa empezaron a caminar, recién en el décimo día del recorrido se cruzaron con el arriero chileno Sergio Catalán Martínez. El hombre iba a caballo cuando vio a los jóvenes al otro lado del arroyo. "Somos los uruguayos desaparecidos", gritaban con la poca fuerza que tenían.
“Ya volveré”, alcanzó a decir el arriero. Al día siguiente fue y les lanzó un lápiz con una piedra para poder entender el mensaje.
Después de 72 días de sobrevivir al frío y a las condiciones más extremas que los rodeaban, los jóvenes estaban más cerca de volver a sus casas y reencontrarse con sus familiares. Fueron rescatados el 23 de diciembre de 1972.
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El arriero chileno Sergio Catalán Martínez fue la primera persona con la que se encontraron los sobrevivientes Roberto Canessa y Fernando Parrado, el 22 de diciembre de 1972. (Foto: Archivo)
A 50 años de la tragedia de los Andes: la historia descarnada y el liderazgo que ejercieron
Ana Kenny es especialista en comunicación y comportamiento para el liderazgo. Es coach de equipos y alguien que conoce de manera cercana la historia. El primer contacto fue con los sobrevivientes Álvaro Mangino y "Coche" Inciarte. Desde ese momento, se interesó en compartir su testimonio de liderazgo en diferentes congresos. Recuerda una de las charlas en el colegio San Jorge de Quilmes. Ellos contaban todo de manera descarnada. "La historia tenía impacto y ellos lo compartían en primera persona, sin análisis. desde su vivencia personal, desde lo que sentían. Mi aporte fue desde la programación neurolingüística, interpretando la experiencia desde esa estructura que ellos contaban. Cómo hicieron lo que hicieron y qué modelos mentales y emocionales construyeron", dice.
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Eran chicos que tenían una vida normal, viajaban en un avión y de pronto se encontraron en la Cordillera de Los Andes. Rodeados de nieve, sin abrigo y sin comida. "Creo recordar de su testimonio que la primera noche fue la más dura. En medio de la montaña, con heridos y fallecidos, se hizo de noche en poco tiempo más. Luego desarrollaron estrategias de supervivencia, pero ese día todavía no y el impacto fue enorme", comenta Kenny, que desde hace 20 años se dedica al entrenamiento de personas en distintas empresas e instituciones.
A 50 años de la tragedia de Los Andes: la historia de una situación límite
"Todas estas historias tienen una mística muy particular. Lo que le dio una trascendencia fueron distintas variables: una fue la empatía, en ese momento se la sintió muy cercana. Eran personas cercanas, jóvenes como muchos de nosotros en Argentina y en Uruguay. Y creo que también ellos lograron algo más allá de esta historia. Por cómo se construyeron como grupo, cómo distribuyeron roles y funciones, cómo se asignaron responsabilidades, pero también cómo contaron a la historia después. Unidos, con valores en eje y también cercanos", reconoce Kenny.
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El accidente y la supervivencia de los rugbiers uruguayos deja infinidad de lecciones sobre liderazgo, resiliencia y humor. (Foto: Archivo)
La especialista en comunicación y comportamiento para el liderazgo, cuenta los secretos del grupo: "Ellos construyeron esa mística. Y a pesar de ser muy conscientes de lo que vivían, tuvieron recursos hasta de humor por momentos, para poner en palabras esa experiencia tremenda y límite. Las formas en la que ellos se expresaron, lo que sentían, cómo extrañaron a sus familias, lo que valoraron el grupo, refiriéndose también con cuidado y sentimiento a las personas que no lograron sobrevivir".
Y agrega: "En su mayoría lograron salir adelante muy bien, conectar con la felicidad porque esa experiencia los llevó a superar muchísimos obstáculos que todos atravesamos en la vida de una manera diferente, dándole otro sentido y otra carga a los problemas de la vida. Todo eso construyó esta manera de seguir teniendo tanta vigencia", aclara Kenny.
A 50 años de la tragedia de Los Andes: los distintos modelos de liderazgo y la construcción de equipo
Cada sobreviviente ejerció un modelo de liderazgo distinto. "Los liderazgos fueron atribuidos también por el grupo. No hubo una sola persona carismática que daba las ordenes. Un entrenador fue líder original por su rol y edad también pero no sobrevive porque fallece en el alud, luego de la caída del avión. Entonces todo el tiempo se organizaron y atribuyeron roles y funciones. Por ejemplo, el que estudiaba medicina fue considerado el médico del grupo. Lo mismo sucedió con el estudiante de ingeniería. Si bien algunos dijeron, 'queremos salir a caminar y a buscar ayuda', hubo una selección y una preparación para esos elegidos, que la hizo el grupo", cuenta Kenny.
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El grupo decidió que comer los cuerpos de los muertos era la única oportunidad de salir vivos de la montaña. (Foto: Archivo)
¿Cómo preparó el grupo a esos líderes? "Dándoles mejor ración, dándole lugares privilegiados para dormir, abrigándolos. Es decir, los prepararon y los cuidaron para que pudieran estar en mejores condiciones para hacer esa travesía que era salir de la cordillera. El gran aprendizaje es que no hay líder sin grupo y viceversa. Y que los liderazgos pueden ser posicionales, que nadie se salva solo".
La construcción de equipo y de diálogo fue primordial para sobrevivir. "Se creó como dijeron ellos también un contrato social distinto. Ellos ahí tuvieron reglas nuevas que no eran aplicables al mundo civilizado al cual vivían antes con sus familias. Hubo otros códigos y se aceptaron cosas que antes no se aceptaban".
El grupo decidió que comer los cuerpos de los muertos era la única oportunidad que tenían para salir vivos de la montaña.
"El hambre que sintieron no es el hambre que una persona puede haber experimentado en el mundo civilizado. Es el hambre que te marca la línea entre la vida y la muerte. Eso decían", remarcó Kenny.
Para comer, Canessa utilizó vidrios rotos del parabrisas del avión para cortar un pequeño trozo de uno de los cuerpos congelados. Los cuerpos del piloto y el copiloto fueron los primeros porque los sobrevivientes no los conocían personalmente y eso tuvo menos impacto emocional.
"Según su relato, claro que no fue fácil la decisión. Llevó días. Pero debían sobrevivir. No fue el caos por el caos mismo. Mantuvieron esa mística y el sentido del humor para poder pensarse con esperanzas, con la idea de que iban a salir de ahí", concluyó Kenny.