El 2 de abril se conmemora el Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo, fecha que se simboliza con el azul en todo el mundo. Este año, el coronavirus se ubicó en el centro de la escena al convertirse en pandemia, pero esta patología afecta a uno de cada 160 niños, según la OMS.
Según la Organización Mundial de la Salud, "los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de afecciones caracterizadas por algún grado de alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, y por un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo", el cual aparece "en la infancia y tienden a persistir hasta la adolescencia y la edad adulta".
"El termino autismo fue experimentando transformaciones de clasificación y denominación hasta llegar hoy al término trastorno del espectro del autismo", explicó a A24.com la Lic Claudia Lijtinstens, psicoanalista-psicopedagoga (MN 120.701), responsable del Observatorio sobre Políticas del Autismo de la Federación Americana de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana, FAPOL EOL.
Según la especialista, los diagnósticos se basan en manuales internacionales donde se realizan descripciones de tipo estadístico con el objetivo de reflejar características de una población determinada enumerando acciones o fenómenos observables, aunque dejando de lado "lo singular y particular de este cuadro".
"Como psicoanalista intentamos localizar la especificidad del autismo, ubicar las soluciones que cada niño y joven ha encontrado para establecer un 'arreglo' en el mundo. Para ellos la comunicación y el aprendizaje tienen características muy particulares y todo lo que viene del entorno se les vuelve de una gran desconfianza", destacó.
En ese sentido, Lijtinstens aseguró que hay un espectro muy amplio. En algunos casos hay una desafectación del cuerpo, en otros una repetición de comportamientos mecánicos; también pueden manifestarse fenómenos de agresión o autoagresión, o incluso deshinibiciones.
"Los que nos llamamos normales podemos aprender un montón a respetar y lo que se necesita es paciencia para entender que ellos tienen ciertos modos que no son los nuestros", agregó la psicoanalista Marita Manzotti (MN 4664) en diálogo con A24.com.
Cada niño o joven elige sus estrategias defensivas dependiendo de los recursos con los que cuenta, con lo cual "es importante detectar los mecanismos de autodefensa y autoconstrucción que le permiten armarse de artificios para estar en el mundo y decodificar los hechos de la realidad", más aún ahora, durante la cuarentena.
Las estrategias que aplican estos niños y jóvenes se vieron alteradas por la cuarentena obligatoria. "Esas rutinas a veces son complejas a la hora de mantenerlas hoy", reflexionó Lijtinstens.
"En general, los chicos que menos problemas tienen son aquellos que son más respetados en ese arreglo que tienen con el mundo", señaló Manzotti, quien además se desempeña como docente e investigadora de la UBA.
En ese sentido, ambas destacan la importancia de mantener los lazos que lograron construir los niños con los profesionales que los acompañan. "Por lo menos que haya algún acercamiento de videos o de imágenes para que ellos sigan en contacto", destacó Lijtinstens.
Y Manzotti agregó: "Por ejemplo, en la Fundación Hacer Lugar, donde trabajo desde hace 30 años, hicimos un video y los papás nos dijeron que los tranquiliza un montón. Ahí les hablamos en particular a cada uno, con su rasgo".
"Es muy importante preservarles sus estrategias singulares y que los profesionales puedan orientarlos en cómo ayudar a estos niños para permitirles transitar este tiempo con menos tensión y exigencia de transformar sus rutinas", destacó Lijtinstens.
"La situación es complicada y a veces querer imponer actividades o regulaciones genera más conflictos que sostener y respetar el arreglo que ellos tienen. El respeto por el uso del tiempo y el espacio, no privarlos de los objetos que los tranquilizan y acompañar la regulación que esos objetos le dan puede sumar", afirmó Manzotti .
Además sugirió darse la posibilidad de alguna salida hasta la puerta para contar mejor qué es lo que está pasando. "Ellos comprenden más de lo que uno supone. Están atentos a lo que pasa en la casa y al cambio de ritmo. Explicar la necesidad de estar resguardados por un tiempo también ayuda".
