Zoantropía

El "hombre gato" y los extraños casos de personas que se creen animales

Gil Pereg fue desalojado este martes de la sala de audiencias porque no paró de "maullar" durante el inicio al juicio al que es sometido. De qué se trata su presunta afección.
El hombre gato y los extraños casos de personas que se creen animales

El israelí Gil Pereg, conocido como el "hombre gato", llamó la atención este martes por " maullar" sin parar durante el inicio del juicio por jurados al que es sometido por el crimen de su madre y de su tía cometido en Mendoza. El hombre tuvo que ser desalojado de la sala de audiencias debido a su particular comportamiento.

El doble crimen de Phyria Saroussy (63 y Lily Pereg (54) fue descubierto el 26 de enero de 2019 cuando, luego de días de búsqueda, los cuerpos fueron hallados enterrados en un predio propiedad del "hombre gato", ubicado en calle Julio Argentino Roca 6079, de Guaymallén.

Desde su detención Gil Pereg evidenció una extraña conducta: maullaba y actuaba como felino. En rigor, en la propiedad donde encontraron los cadáveres convivía con decenas de gatos.

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Ahora, su defensa busca que sea declarado inimputable y en ese contexto recordó lo establecido por el psiquiatra forense Mariano Narciso Castex, uno de los peritos que lo examinó en el 2019, quien dijo que Pereg padece de licantropía: un ser humano que se siente animal.

Gil Pereg y la zoantropía: mitos y realidad

Para el psicólogo Diego Quindimil, este caso "pareciera ser el de una psicosis", una alteración de la percepción y pérdida de contacto con la realidad. "Se trataría de un delirio de metamorfosis, basado en el texto de Kafka, donde el hombre se transforma en una cucaracha. La persona cree que se ha convertido en un animal. En este caso, es en un gato. A esto se le llama zoantropía, que es cuando una persona cree que es un animal", detalla en comunicación con A24.com.

Gil Pereg, el hombre gato.jpg

"'Licantropía' es cuando uno cree que se transforma en un lobo, específicamente. Cuando uno piensa que es un caballo se llama 'hipantropía'. Para gatos no hay un término", explica. De acuerdo a sus argumentos, la zoantropía -término más general- no es necesariamente peligrosa.

"Vivimos rodeados de personas que tienen un diagnóstico de psicosis y pueden vivir con nosotros", sostiene. "Lo que tiene la psicosis es la repetición de un acto: el maullido tiene que ver con eso", expresa el psicólogo, en relación a las imágenes de Pereg durante la audiencia de este martes.

Zoantropía: otros casos registrados

No existen muchos casos registrados de zoantropía en la literatura. El medio Mdz consignó tiempo atrás un estudio de tres médicos argentinos sobre un hombre que recibieron en julio de 2012 en el Hospital Borda de la Ciudad de Buenos Aires. El paciente, identificado como A.S, había arribado al nosocomio en "modo perra". De acuerdo al análisis: "ladraba, gruñía, realizaba movimientos coitales y adoptaba posición de cuatro patas".

En el análisis, los especialistas informan que antes de su padecimiento el hombre trabajaba como letrista de carteles y letreros de negocios. Por esa época, conoció a una mujer por Internet, con quien convivió por 4 años.

Con el tiempo, la pareja se desgastó y otro hombre llegó a la casa. Durante un periodo, fueron tres bajo un mismo techo. El "nuevo" dormía con la mujer y A.S se mudó al sillón del living. Poco después, A.S se mudó solo a otro departamento. Su padre lo vio triste, lo quiso alegrar y le regaló una perra "para que le hiciera compañía".

Gil Pereg, el hombre gato en un juicio por jurado.jpg

Una noche, mientras A.S. miraba un programa de televisión, decidió masturbarse, y mientras lo hacía, sintió la mirada de su perra. De acuerdo a sus propios dichos, tuvo una "transmisión de pensamiento" con el animal y "desde ese momento podía entender sus ladridos".

Cuando el padre lo fue a visitar, vio el departamento desordenado y sucio. A.S lo miraba, en cuatro patas, medio echado sobre la cama, "y hasta levantaba la pierna para orinar". De esta manera es que A.S. terminó internado en el Borda. Tras 7 meses de tratamiento, fue dado de alta.

Otro caso conocido fue el de una mujer de 54 años en Bélgica que estaba convencida que era una gallina y se comportaba como tal. Según los informes, la mujer, cuyo nombre no se reveló, tenía un trabajo estable y no tenía antecedentes de abuso de drogas o alcohol.

Un día, su hermano se detuvo y la encontró haciendo ruido, soplando sus mejillas y cantando como un gallo. El repentino episodio de zoantropía terminó cuando la mujer sufrió una convulsión y volvió a ser ella misma sin recordar nada de lo sucedido.

Transespecies: otra explicación

También existen aquellas personas que se consideran transespecies. Ese es el caso de Manel de Aguas, un joven artista español que viajó meses atrás a Japón para implantarse aletas de silicona en el cráneo porque se considera “transespecie”. “No me considero cien por ciento humano. Mi persona no coincide con el concepto biológico que se conoce”, expresó por entonces al medio Infobae.

"Lo que importa es si es metafórico, ideológico, poético o real", explica Quindimil. De Aguas, que también es fotógrafo y productor musical, afirma que por su apariencia en la calle lo miran “raro”, pero sus familiares y amigos lo apoyan. “Fue un proceso gradual con muchas preguntas sin respuesta. Mi familia y amigos siempre me apoyaron porque vivieron de cerca cada decisión. En la calle, pues me miran raro, aunque eso no me afecta”, dijo tiempo atrás en la entrevista con el medio argentino.