"Concluí que los datos de mi mamá los habían sacado de la página web desaparecidos.org. La foto es la misma que aparece ahí, también el nombre completo con tres apellidos, Irene Bruschtein Bonaparte de Ginzberg, una costumbre de mi abuela para que figuraran en las denuncias todas las ramas de la familia", escribe Ginzberg, que también se pregunta si la filtración no tuvo que ver con la apertura de archivos de la SIDE durante los años de la dictadura.
Según cuenta en la nota, consultó a especialistas para ver si podía hacer algo para eliminar el perfil, alegando el derecho a la identidad y a la memoria, pero las políticas de Twitter privilegian la política de anonimato de la red social y la libertad de expresión.
"¿Qué quería? No lo sabía. O sí, quería saber, quería información. Y el cierre de la cuenta no iba a ayudar. Tal vez solo necesitaba decirle al que lo hizo que era siniestro", dice Ginzberg en su texto.
La periodista descubrió también otras cuentas con nombres de desaparecidos y que la cuenta con el nombre de su madre sigue a todos ellos: "Toda una granjita de trolls armada en base a y con burlas a desaparecidos", concluye.