La historia de Alfonsina Maldonado

El sueño que le ganó al bullying: "Salí del hospital para ganar una medalla olímpica"

Alfonsina Maldonado es una amazona uruguaya que sufrió múltiples quemaduras a los seis meses. Estuvo al borde de la muerte pero con varías cirugías logró tener una vida plena con el deporte. "Sufrí mucha discriminación".
Marcos Marini Rivera
por Marcos Marini Rivera |
Una historia de resiliencia. Alfonsina Maldonado junto a uno de sus caballos. Muchas veces también llegué a pensar por qué estoy viva. Yo viví en esa normalidad muchos años y no es normal lo que viví.

Una historia de resiliencia. Alfonsina Maldonado junto a uno de sus caballos. "Muchas veces también llegué a pensar por qué estoy viva. Yo viví en esa normalidad muchos años y no es normal lo que viví".

Alfonsina Maldonado tenía seis meses el 1° de mayo de 1985 cuando una tormenta cortó la electricidad del hogar donde estaba. Su mamá prendió una vela que cayó en la cuna y de forma silenciosa, el fuego comenzó a crecer hasta apoderarse de su cuerpo. Al llegar al hospital, lo primero que hicieron fue salvarle la vida. Lo segundo, poder recuperar su mano izquierda. Después de cinco horas de operación, el cirujano salió con un plato con tres palitos negros.

Permanece en estado delicado. Intenté pero no pude, no pude, no pude”, repetía el médico mientras mostraba el plato. Cuándo su familia consultó qué había en ese plato, contestó: “Los dedos de la mano izquierda”.

Los médicos más pesimistas prepararon a sus padres para lo peor. Alfonsina estuvo 32 días en coma y gritaba bien fuerte su dolor. Las quemaduras poco a poco se apoderaron de todo su lado izquierdo, incluida su cabeza.

Alfonsina dice y repite que es una intensa. Defiende su método: la disciplina. Todos los días se despierta entre las cuatro y las cinco de la mañana. “Si estoy en el campo, lo que hago es levantarme, tomar mate y entrenar. Amo el amanecer. Soy una persona que intenta comunicarse siempre y vivo un día a la vez”, comenta en una charla con A24.com.

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Alfonsina Maldonado tuvo un total de 15 cirugías y la amputación de su mano izquierda.

Alfonsina Maldonado tuvo un total de 15 cirugías y la amputación de su mano izquierda.

Estoy acostumbrada a contar mi historia. Mis respuestas son diferentes porque te voy a contar lo que me salga del corazón. En lo que me nazca transmitirle a la persona también. En mis conferencias tampoco tengo un guion. Hablo lo que me sale en ese momento, lo que me transmita el público o la persona en este caso.

Repetirá que lo que más le gusta transmitir es la sencillez de la vida y la falta de una parte de su cuerpo. “Es muy simple, no pasa nada. Estoy viva, la vida sigue. Esto te va a enseñar a ser más fuerte. Te va a transmitir muchas más cosas. Y creo que este es el mensaje. Gracias a esa falta, hago todo esto”, dice siempre con una sonrisa.

—Me pasa que no se dan cuenta de que me falta la mano. Así esté de manga corta. Y eso me parece buenísimo porque va en lo que vos transmitís. En cómo lo llevás y cómo te plantas frente a la vida. Eso es lo bueno, plantarse. Entonces cuando al rato se dan cuenta, te dicen: "Ahhh, pero qué te pasó. No me había dado cuenta". Y eso está buenísimo. Eso está en la seguridad que vos tengas con tu cuerpo, tu aceptación y en cómo lo enfrentás cada día.

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"Sufrí mucha discriminación", reconoció Alfonsina Maldonado.

Ahora Alfonsina habla y cuenta las cosas con mucha rapidez, aunque todo su proceso fue demasiado lento, de muchos años. Las operaciones continuaron hasta los 17 años. Fueron un total de 15 cirugías y la amputación de su mano izquierda. Sabe que siempre va a convivir con la mirada de los otros. “La gente encuentra que es raro y entonces todo lo diferente lo miran. En mis conferencias siempre llega un momento que me van a preguntar sobre la mano. Esto es simplemente una mano diferente y no tiene nada extraordinario. Siempre estamos buscando como un prototipo para parecerse y muchos se olvidan de ser”, confiesa.

En todas las frases de Alfonsina está la imagen de la niña que superó un accidente terrible. Está su compromiso con el deporte y la construcción de sus sueños olímpicos. En cada palabra también está su sensibilidad de cómo le hizo frente a una realidad que muchas veces, de gritar tan fuerte su dolor, la aturdió.

El bullying y los recuerdos que más la marcaron

La palabra bullying todavía no existía en su adolescencia pero Alfonsina sufría la maldad de sus compañeros. Había alguien que la llamaba "la manca".

Hace un silencio, piensa y dice: "Sufrí mucha discriminación".

Quiere seguir hablando pero su voz se entrecorta y los recuerdos la invaden. Hasta que se le viene a la mente una escena puntual.

Un chico me saca a bailar. Cuando me agarra las manos y se da cuenta que no tengo una de ellas, me deja. Son cosas que te marcan fuerte. Muchas veces se te pasa por la cabeza decir que no están bailando conmigo porque no tengo una mano. Es muy loco. Sin ir más lejos, hace unos días el niño que se mató en Estados Unidos. Esa historia me llevó a esas instancias donde hay que ser muy fuerte porque los adolescentes son muy crueles.

La fuerza de la superación a través del deporte y la relación con los caballos

Alfonsina Maldonado construyó su seguridad y su confianza en el hospital. Creció en una sala de aislamiento. En ese lugar estaba sola, atada de pies y manos para que no pueda tocarse.

Los cambios a veces son muy lentos y uno no puede darse cuenta de sus verdaderas dimensiones. Cuatro raspajes al día eran parte de su rutina. Vivía en una burbuja. Literal. Una sala rodeada de vidrio que mantiene al paciente aislado del entorno. Para una persona quemada, el mayor riesgo en las primeras etapas son las infecciones. Nadie se le puede acercar, nadie la puede tocar. Alfonsina permaneció aislada hasta de su propia familia. Solo la podían mirar a través del cristal.

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En Río 2016.

En Río 2016.

—La seguridad nace en esa niña valiente que soñaba en ser atleta olímpica y que se dejaba curar. No tenía dudas de que iba a salir del hospital para ser una amazona olímpica. Para mi nunca fue una determinante que alguien deje de bailar conmigo porque no tengo manos o alguien me diga "manca". Tuve un sueño más grande que esa estupidez. Me aferré a soñar y en utilizar mi fuerza para cumplir esa meta de poder ser olímpica.

Sin emociones la vida es nada y Alfonsina no oculta sus lágrimas mientras continua con su relato.

—La semana pasada volví por primera vez al Hospital de Quemados en Montevideo. Si bien voy a hospitales, nunca había ido a un hospital de bebés quemados en sala de aislamiento. Cuando llegué había tres bebés que no paraban de llorar. La doctora que me invitó estaba acompañada de otra cirujana que me decía que ellos ahora no viven como yo vivía. Están en una sala de aislamiento pero acompañados. Esos bebés no paraban de llorar y se hace todo muy fuerte.

—¿Con qué mensaje se le llega a esas familias?

—Que hay que apretarle la cabeza fuerte para que no se muevan para que los puedan curar. Les dije que cuando sean grandes van a quedar así como yo, con esa piel increíble. Hay que dejar que los curen. Sí, van a llorar muchísimo, pero están llorando por su bien. A otro chico de siete años me acerqué y le dije que la curación duele pero hay que cerrar los ojos y pensar en qué querés ser cuando seas grande.

—¿Cuál es el hábito que más incorporaste en tu estadía de tantos años en un hospital?

La disciplina. Cuando te van a curar, si vos te movés en un raspaje, te puede quedar muy mal la piel, muy mal tu cuerpo. Eso es disciplina. En saber que me van a venir a curar y que no me puedo mover a pesar de todo lo que estés sintiendo.

Su camino olímpico a París 2024

"Todavía existe mucha discriminación en Latinoamérica con los deportistas paralímpicos. Me resulta de una época retrógrada. ¿Qué diferencia tiene el olímpico con el paralímpico? Alguna vez te has puesto a pensar que el paralímpico hace el mismo deporte que el olímpico solo que le falta una parte de su cuerpo, tiene dolor crónico y hace lo mismo y en general no se queja", avisa Alfonsina.

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"Muchas veces también llegué a pensar por qué estoy viva"

Alfonsina dice que hace terapia y uno de los temas que más trata en ese espacio es la intensidad. A veces, hasta se enoja porque la llaman intensa. “Si levantarme a las 4 y media e irme a entrenar, es ser intensa, bienvenido. “Vos te levantás para vivir porque tenés una historia muy intensa y sos así. Y la gente no está acostumbrada a vivir así”, fueron las palabras de su psicólogo.

Muchas veces también llegué a pensar por qué estoy viva. Yo viví en esa normalidad muchos años y no es normal lo que viví. Entonces recién el año pasado pude despedirme de muchos chicos que me tocó ver morir en el hospital. De llorar mucho ese momento. Yo me enojaba cuando ellos se iban porque me dejaban ahí sola. Desde muy chiquita cierro los ojos y sueño que me hace vibrar mi corazón. Y lo vivo tan real en mis sueños que después solo lo llevo a cabo. Es tan importante visualizarse y vibrar en esa frecuencia. Es tan importante sentir pasión por algo. Me parece una excelente excusa para el siguiente día levantarte y tener un objetivo en tu vida.

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—¿Qué te vibra en la vida?

—Ganar una medalla en los próximos Juegos de París. Y que esa medalla tenga un significado para dar un mensaje. Si bien en mi brazo izquierdo llevo la bandera de Uruguay, el mensaje tiene que ser sin bandera. No importa de donde vengas, no importa de donde seas. Podés hacerlo, podés montar el mejor caballo del mundo y podés llegar a esos lugares donde la gente piensa que es imposible porque no tengo recursos. Hay que golpear puertas que alguien siempre está dispuesto a vibrar contigo.

—¿Quién te inspira hoy?

—Mi mayor inspiración es mi abuela Alba. Está pasando por una leucemia. Le pedí por favor que tiene que estar en los próximos Juegos de París. Que tiene que hacer fuerza para aguantar. Ella es la única que me dijo que no estoy loca cuando le contaba mis sueños.

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