Lo que nos asusta, lo que nos conmueve, lo que nos escandaliza del pediatra Ricardo Russo es que este señor "un pedófilo hijo de mil puta en nuestro mundo civilizado". La cercanía nos incomoda, nos golpea, nos impacta, nos desacomoda, nos aterroriza. La sola idea de pensar que aquellos que tienen que cuidar a nuestros chicos, un profesor de gimnasia, un médico, una niñera, pueden resultar ser nuestra peor pesadilla.
El término "violación" ni siquiera aparece en el código penal argentino. El delito en realidad es "abuso sexual con acceso carnal". Tiene una pena de 6 a 15 años de prisión, que puede llegar a 20 años cuando el agresor es un familiar. Lo que siento cuando veo las fotos y los videos de este médico pediatra es que debería ser condenado inmediatamente a la pena de muerte.
Pienso en la cara del médico abusador cuando se graba tocando a un bebé de 6 meses teniendo sexo con un nene de 14 años y quiero verlo muerto. Sabemos que esa persona es irrecuperable y que si algún día recobra la libertad es muy probable que vuelve a hacer lo mismo.
Antes de discutir la pena de muerte vayamos a algo mucho más básico: ¿La justicia Argentina está a la altura de la circunstancias para tratar con abusadores y violadores? Me permito recordarles que durante 12 años fue el miembro de la corte suprema de justicia un jurista notable que afirmó en uno de sus fallos que una nena de siete años obligada a hacerle sexo oral a un portero no fue violación porque estaba con la luz apagada. Este mamarracho es de Raúl Eugenio Zaffaroni.
Habrá que repensar entonces como funciona nuestro sistema de justicias si tuvimos a semejante animal como maestro de abogados, jueces y fiscales.
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