El sueño de la boda empezó a gestarse hace tiempo, pero en enero de este año comenzó la planificación. Por la pandemia, nadie garantizaba que el evento pudiera concretarse a fin de año, así que momentáneamente pusieron un freno hasta agosto, cuando el panorama comenzó a mejorar. En septiembre retomaron la organización. “En tres meses, todo fue contrarreloj”, contaron.
“Nuestro humilde mensaje es que somos dos personas, dos locos lindos, que se quieren, que se aman y se prometen amor eterno”, comentó Nicolás, al destacar el apoyo que siempre recibieron desde sus entornos.
“Si bien está la posibilidad del matrimonio igualitario hace diez años, hay mucha gente que no se anima por miedos y prejuicios; porque les da vergüenza. Nos cuesta sacarnos la etiqueta y el miedo al qué dirán”, reflexionó.