Nueve días después del crimen, el padre de Axel, Juan Carlos Blumberg, convocó a una multitud en Plaza Congreso. Más de 100.000 personas se reunieron en una manifestación pacífica para exigirle al Congreso leyes más duras contra la inseguridad y penas más severas para los delitos graves.
Aquella movilización se transformó en un símbolo. Nunca antes en democracia se había visto una marcha de esa magnitud en torno a un caso policial individual. Los reclamos de Blumberg encontraron eco en la sociedad, que exigía respuestas inmediatas ante el avance de la violencia delictiva.
El petitorio presentado por el padre de Axel incluía una serie de reformas penales y procesales. Muchas de esas propuestas fueron aprobadas en tiempo récord, aunque con el paso de los años varias quedaron frenadas o fueron parcialmente aplicadas por el Poder Judicial. De todos modos, el nombre de Axel quedó grabado en la memoria colectiva como sinónimo de un punto de inflexión.
Mientras su esposo encabezaba la lucha pública por reformas legislativas, María Elena atravesaba el duelo en silencio, desde el amor y el dolor de una madre. Años después, recordaría a su hijo con palabras que todavía conmueven:
“Axel fue lo más lindo que me pasó en la vida. Le decía que era increíble que fuera hijo mío algo tan maravilloso. Cuando le decía eso, me abrazaba, me besaba, él era muy cariñoso”.
Sus declaraciones revelaban la profundidad del vínculo entre madre e hijo, y al mismo tiempo exponían la herida abierta que dejó el crimen en su vida. La pérdida de Axel no solo significó un dolor personal indescriptible, sino también el punto de partida de una exposición pública que ella no buscó, pero que terminó abrazando por la memoria de su hijo.
En julio de 2006, cuando se llevó a cabo el juicio contra los secuestradores y asesinos de su hijo, María Elena Usonis brindó un testimonio que estremeció a todos los presentes en el Tribunal Oral Federal N° 2 de San Martín.
Frente a los jueces, dijo con firmeza:
“Soy la madre de Axel Damián Blumberg, vilmente asesinado el 23 de marzo de 2004 por una banda de delincuentes que, al momento del secuestro, debía estar en prisión por delitos anteriores”.
En su relato, detalló los tormentos que sufrió Axel durante su cautiverio:
“Durante su cautiverio, mi hijo fue sometido con saña a torturas físicas y psicológicas. Lo mataron, en primer lugar, porque son psicóticos irrecuperables. Y en segundo lugar, porque nunca van a poder ser como Axel: lindo por dentro y por fuera, inteligente, con ética, capaz de dar y recibir amor”.
Ese testimonio quedó grabado como uno de los momentos más crudos del juicio, un alegato que combinaba dolor y coraje, y que buscaba exponer no solo el sufrimiento de una madre, sino también las fallas del sistema judicial que permitió que los asesinos de Axel estuvieran en libertad pese a sus antecedentes.
El crimen de Axel Blumberg no solo significó una tragedia familiar, sino que marcó a toda una generación de argentinos. Las marchas, las cadenas de mensajes de texto convocando a movilizaciones y el debate legislativo que se desató a raíz del caso dieron forma a un clima social que cambió para siempre la relación entre la ciudadanía y el Estado en materia de seguridad.
Muchos jóvenes de la época recuerdan el miedo que generó el crimen y el impacto que tuvo en sus propias familias. La historia de Axel se convirtió en un símbolo de los peligros del delito organizado, la corrupción y la impunidad.
Ahora, con la noticia de su fallecimiento a los 75 años, se cierra un capítulo profundamente doloroso en la historia de los Blumberg. María Elena Usonis será recordada no solo como la madre de Axel, sino también como una mujer que enfrentó con entereza y dignidad un sufrimiento inimaginable.
Aunque mantuvo un perfil bajo durante gran parte de estos años, su figura estuvo siempre presente en el relato público sobre el caso. Su vida quedó marcada por un crimen que sacudió a todo el país, y su partida revive el recuerdo de aquel joven que, como ella misma dijo, era “lindo por dentro y por fuera”.
El nombre de Axel Blumberg sigue asociado a la demanda de justicia, seguridad y compromiso social. A más de dos décadas de su asesinato, su historia continúa siendo citada en debates parlamentarios, en medios de comunicación y en foros sobre políticas públicas de seguridad.
La muerte de María Elena recuerda que detrás de cada víctima hay familias enteras que cargan con el dolor para siempre. Su figura se suma a las de tantas madres que, en silencio o públicamente, han convertido el dolor en motor de cambio.