Once personas pasaron la navidad en las Islas Malvinas en prisión. Según explica el jefe de la policía local, Jeff McMahon, 9 de ellos están detenidos por “ofensas sexuales”, uno por violencia doméstica y uno por vender drogas.
Once personas pasaron la navidad en las Islas Malvinas en prisión. Según explica el jefe de la policía local, Jeff McMahon, 9 de ellos están detenidos por “ofensas sexuales”, uno por violencia doméstica y uno por vender drogas.
“Vemos con preocupación cómo algunos países están relajando sus políticas ligadas a las drogas, acá somos inflexibles con el tema”, agrega Jeff, un británico que pasa sus días en las islas, en lo que pareciera ser un retiro antes de jubilación.
Visto desde afuera, el caso ligado a la venta de drogas parece una ingenuidad: un isleño quiso comprar marihuana y terminó condenado a una pena de cinco años. "Ya había sido advertido", aclaran. Los otros casos también tuvieron su leve repercusión: el de abuso y violencia doméstica salió en el semanario local -el "Penguin News"- y los casos de ofensas sexuales están relacionados a prácticas de acoso, como el grooming.
No hay demasiado registro de otros hechos graves de inseguridad: en una mesa compartida con isleños que llevan viviendo varias generaciones en las Malvinas apenas surgen dos asesinatos: uno en los años 60 y otro en los 70.
En general cuando uno habla con un isleño, enseguida saca su carta de presentación: “Mi familia es la sexta generación en las islas”. Otra gran cantidad de personas son británicos que vienen a trabajar a las islas, generalmente con cargos públicos (como el policía o el actual gobernador).
El tercer gran grupo demográfico son los inmigrantes: hay habitantes de más de 60 países, con gran mayoría de chilenos y de isleños de Santa Helena. Algunos pueden llegar a ahorrar hasta 3 mil libras esterlinas en una temporada de seis o siete meses. El trabajo es arduo, casi sin francos, pero la recompensa parece valer la pena.
También hay algunos argentinos, aunque no quieren hablar con los periodistas argentinos, no queda claro si para preservarse de sus propios vecinos o para que sus declaraciones no generen incomodidad en Argentina. No es algo demasiado explícito, una especie de pacto tácito que mantiene la calma.
Puerto Stanley (o Puerto Argentino, como fue bautizada en 1982 por el decreto 757 del general Galtieri; decreto que aún sigue vigente) es una población de unos 2460 habitantes. En el interior de las islas (el “camp”) viven 381 y otros 359 viven en la base militar de Mount Pleasant, donde llegan los vuelos que conectan a la isla con el continente, operados por LATAM.
Lo primero que uno siente al pisar las islas es una sensación de extrañeza, una suerte de nostalgia. Desde Río Gallegos, el vuelo dura una hora y media y en esa escala suelen viajar muchos combatientes de 1982. Y después el viento, una cortina helada permanente. "No importa si es viento sur, viento oeste, viento este, viento norte... Siempre es frío" es una de las frases que se repiten acá.
La paradoja se hace evidente apenas se llega a Stanley. La geografía es similar a la de la Patagonia Atlántica, aunque la arquitectura y las señas particulares son las de un pueblo británico: casas con techos de chapa de colores, camionetas con volante a la derecha, pubs como punto de encuentro social.
Siempre es frío, y se vuelve peor si caen algunas gotas de lluvia, algo bastante frecuente. No hace falta ser el campeón de la empatía para pensar en 1982. Casi no hay banderas argentinas. En una semana solo pude encontrar una en un bar, entre muchas otras
La vida cotidiana en las islas transcurre sin demasiados sobresaltos. Las llaves quedan puestas en los autos, los niños parecen vivir una infancia feliz, alejada de las pantallas y los teléfonos celulares y dedicada casi exclusivamente a andar por la calle, más en la época veraniega.
La principal actividad económica está relacionada con los permisos de pesca (casi el 60% de los ingresos totales), seguido por la ganadería (hay casi 500 mil ovejas, casi 160 por habitante) y el turismo: cruceros y fanáticos del avistaje de fauna. Malvinas tiene uno de los PBI per cápita más altos del mundo. Eso sin contar la inminente explotación petrolera, prevista para 2020.
En las islas hay casi pleno empleo, e incluso la mayoría tiene dos o tres trabajos. Según el censo de 2013 la tasa de desempleo era de 1,1% (21 personas) ¿Podría un argentino conseguir trabajo en las islas? No hay impedimento alguno, solo hay que aplicar y conseguir una visa de trabajo. Podría, por ejemplo, dar clases de español en la única escuela que funciona en las Islas. Algo que hasta no hace mucho tiempo sonaba como una utopía.