Desde entonces, pasaron más de dos décadas de frustraciones: caídas en instancias tempranas, eliminaciones en semifinales y finales sin consagración. El caso más resonante fue el de Tigres en 2020, que llegó al partido decisivo, pero cayó 2 a 0 frente al Bayern Múnich.
El Inter Miami de Messi rompió esa tendencia. Lo hizo con fútbol, inteligencia táctica y, sobre todo, con un liderazgo claro dentro del campo de juego. La figura del 10 volvió a ser gravitante en un escenario internacional, donde los desafíos crecen pero la jerarquía se impone.
Además del impacto simbólico que representa esta victoria, el equipo estadounidense se acomodó en la zona A con serias aspiraciones de meterse en octavos de final. Luego del empate sin goles ante Palmeiras en el debut, el triunfo frente a Porto lo deja con cuatro puntos, a la espera de lo que suceda en el último cruce de la fase de grupos.
Más allá de los números, el dato es contundente: Inter Miami se metió en la historia grande del fútbol de clubes en América del Norte, gracias a una victoria tan trabajada como trascendental. El club que apenas unos años atrás peleaba por salir del anonimato ahora brilla en los estadios más importantes del planeta, liderado por uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos.
A medida que el torneo avanza, crecen las ilusiones de un equipo que no solo busca hacer un buen papel, sino también dejar huella. Y con Messi en cancha, todo parece posible.