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El Gobierno debería hablarle menos a los "mercados" y más a los que van al "mercado"

El Gobierno debería hablarle menos a los mercados y más a los que van al mercado

Expertos en hacer pronósticos sobre el devenir de la economía frecuentan programas de radio y de televisión elaborando complejas teorías sobre el comportamiento del “mercado”, sus efectos sobre la cotización del dólar, la inflación o el acceso al crédito.

Sin embargo, para la mayoría de los mortales, “el mercado” no es más que un lugar con olor a frutas y verduras frescas donde se consigue, esencialmente, alimentos. La imagen clásica del mercado fue mutando en el imaginario colectivo, pero siempre estuvo asociada a un lugar físico, tangible, donde se consiguen los productos necesarios para el funcionamiento de la vida diaria.

Los medios de comunicación y el gobierno se ocupan por estos días de otro “mercado”, un mercado inmaterial que no existe en ningún barrio, sino que se erige sobre el territorio concreto de las ciudades y de los pueblos de la Argentina como una fuerza etérea, superior, con cualidades cuasi divinas.

El mercado financiero es un no-lugar, anónimo, aséptico, líquido, que avanza sobre la economía de los países, filtrándose como el agua donde la regulación del Estado es más débil.

Al liberar el sistema financiero de regulaciones, el gobierno de Mauricio Macri renunció a la capacidad del Estado de orientar el flujo de capitales hacia el desarrollo del aparato productivo del país.

De este modo, el “mercado” asoma como una amenaza a la estabilidad, al trabajo y a la supervivencia de millones de argentinos que depositan en el Estado la responsabilidad de garantizar el equilibrio de fuerzas imponiéndole límites.

Hace tiempo que el gobierno dejó de hablarle a los argentinos para dirigirse, casi exclusivamente, al “mercado”, intentando, en vano apaciguar su insaciable apetito, subsidiando dólares baratos, prometiendo salarios bajos, tasas desorbitantes que superan el 70% y escasa o nula regulación.

La mayoría de los argentinos no entiende en qué consiste el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, ni sabe cuáles son las variables que determinan el crecimiento de la actividad económica, el precio del dólar o la inflación. Sin embargo, no necesitan escuchar el análisis de los expertos para darse cuenta que son cada día más pobres. Lo sienten en carne propia cuando van al mercado, al único mercado que conocen, el que vende leche, frutas y verduras.

El autor, Hernán Reyes, es director de la consultora Reyes-Filadoro

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