Dicha aclaración recobra aún más significado de cara a una próxima Ley de Etiquetado Frontal en el país que busca combatir la contra-información presente en los envases y que sin dudas cambiará las reglas de juego en las góndolas y en las mesas.
Lácteos a base de leche de búfala
Si bien la corriente de consumo que promueve esta “comida real” no es necesariamente nueva, sí lo son algunos de los productos alternativos y ultranutritivos que están empezando a pisar fuerte, como es el caso de los lácteos a base de leche de búfala que, al parecer, le vienen ganando varias pulseadas nutricionales a nuestros conocidos lácteos vacunos.
La producción de leche de búfala fue creciendo en Argentina en los últimos años, pero en otras regiones representa, en verdad, una de sus principales actividades económicas. Tal es así que, a nivel mundial, la leche de búfala ocupa el segundo lugar en volumen producido luego de la leche de vaca, seguido por la de cabra y oveja, que ocupan el tercer y cuarto lugar respectivamente.
En Argentina hay búfalas distribuidas, en gran parte, en el litoral del país: en las provincias de Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Formosa y Chaco, pero también en Santiago del Estero, San Luis, Salta, Tucumán, y hasta en Buenos Aires.
En línea con ello, la leche de búfala y sus derivados supieron ganarse poco a poco su espacio en el paladar de los argentinos y así lo afirma, Carlos Noguera, de Lácteos la Delfina, única empresa en el país dedicada a la producción de lácteos realizados 100% con leche de búfala A2, sin conservantes, libre de gluten y 100% naturales. “Prueba de nuestra producción sustentable con un producto final ultra-natural son nuestros yogures, únicos en Argentina, hechos solamente con leche de búfala y fermento”, explicó Noguera.
En resumen, la leche de búfala es más saludable, más nutritiva, más tolerable y, además, cumple con la premisa principal del Real Fooding: menos ingredientes y más nutrientes, con el agregado de que contribuye con el bienestar animal y el medioambiente.