Lo anuncian ampulosamente como el partido del año, como "EL" cruce de la Copa. Racing y Boca comienzan desde esta noche y hasta la víspera de la Nochebuena una secuencia apasionante.
Lo anuncian ampulosamente como el partido del año, como "EL" cruce de la Copa. Racing y Boca comienzan desde esta noche y hasta la víspera de la Nochebuena una secuencia apasionante.
Desde el morbo se profundiza sobre los efectos que tendría para cada uno la eliminación. Pasamos de largo ya no solo el análisis previo, si no lo sustancial del juego. Desde la cultura de la velocidad analizamos las consecuencias para desestimar el camino que recorren.
El gran dilema que desatará este cruce será si la capacidad estratégica de Racing se impondrá por sobre la jerarquía individual de Boca. Ese contraste es fácilmente detectable y quedó en evidencia en los últimos duelos.
Racing es un equipo que busca la salida con pulcritud y Boca le va a conceder esa potestad porque no está capacitado para presionar alto. El que suele presionar por motu propio es Capaldo que sale a sectores donde suele desordenar a Campuzano. Si el equipo de Becaccece sortea esa salida podrá progresar y ganar el medio para imponer condiciones. El déficit de la Academia es su falta de eficacia. El equipo insinúa mucho y concreta poco. A veces, en la búsqueda del intercambio de roles, todos juegan de todo y nadie juega de nada. Pero a ese frenesí debe calmarlo la experiencia de Licha López.
Boca juega a los jugadores. No es poco con esos solistas. Boca puede ganar en cualquier momento por Cardona, Villa, Salvio o Tevez. La condicionante pasa por los espacios que pueda disponer para atacar. Y su gran interrogante es su comportamiento sin la pelota. Cuando el rival ocupa mejor el medio quedan expuestos sus laterales (paga las consecuencias Buffarini que esta noche será reemplazado por Leo Jara), y el equipo se descompensa fácilmente.
La señal de ajuste a Boca se la daba Pol Fernández, y se la podría otorgar a futuro Pulpo Gonzalez, indicado para duelos donde se demande vigor e ímpetu, atributos de los que Boca pareciera carecer.
Los números del equipo de Miguel son casi perfectos como visitante: en 11 partidos, ganó 9 y empató 2, e hizo 23 goles. Claro que hay jugadores de mucho desequilibrio que hoy no alcanzan su mejor nivel. A Salvio le cuesta arrancar tras la vuelta de la lesión, y Villa está intacto acelerando, pero errático en la toma de decisiones.
Los equipos crecen o se estancan, y Racing se aferró a la épica del Maracaná para confiar en lo suyo. Boca lucía en una zona de confort hasta que su agónica clasificación ante Inter lo obligó a replanteos.
Después importarán las secuelas del derrotado, antes habrá un par de capítulos que merecerán ser analizados como corresponde. Y ojalá que lejos de las polémicas del VAR, ese enemigo sigiloso que altera los partidos y se apropia de la esencia del juego.