Todo ocurrió el 19 de mayo de 2016. Boca se enfrentaba a Nacional de Montevideo por un lugar en los cuartos de final de la Copa Libertadores de América. Los ojos de un grupo de detectives no estaban en la pelota. Apuntaban a “La Doce”. Sospechaban que por allí aparecería Maximiliano “Mey” Oetinger, fiel integrante de la barra y con un pedido de captura en su contra por el secuestro extorsivo de un odontólogo jubilado en José Ingenieros.
No se equivocaron. “Mey” apareció para ver el partido. Se ubicó en el para-avalancha junto a Di Zeo y Mauro Martín. Celebró que Boca estaba jugando. Y los policías de la División Antisecuestros se preparaban para detenerlo cuando terminara el partido. Pero algo pasó.
Un llamado clave. Movimientos extraños. Guillermo Bunetta, alias “Mou”, encargado de seguridad de Boca y hoy procesado, le tocó el hombro al prófugo y le habló al oído. Inmediatamente "Mey" bajó del paravalancha, fue al pasillo, habló por teléfono “mirando constantemente a las afueras del estadio”. Desde el control se dieron cuenta. Apuraron su arresto, pero a “Mey” volvieron a avisarle: mientras la policía subía escaleras, el prófugo se esfumaba. Diez minutos después, lo detectaban con otra ropa y rodeado de personas dándole indicaciones. Todo filmado. Al fin del partido, 300 barras se agruparon en los pasillos y formaron un “escudo humano” para conducir a “Mey” al estacionamiento del club, donde lo esperaban cuatro autos. Una fuga con la complicidad de todos.
“Mey” desapareció hasta noviembre de 2016. Fue atrapado en Villa Ballester, tras una visita a su novia. Pero mientras él enfrentó acusaciones por el secuestro extorsivo, Di Zeo, Martín y el resto se encamina a juicio oral por encubrimiento agravado. El delito tiene penas de hasta seis años de cárcel.