Cómo nació "la puerta del infierno"
La "puerta del infierno" tiene como origen un episodio que ocurrió en la antigua Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S). Eran tiempos de la Guerra Fría y plena competencia entre Estados Unidos y ese país controlado desde Moscú.
Turkmenistán, que se independizó en 1989 tras la caída del muro de Berlín, es rico en gas y por ese motivo se enviaron equipos especiales para realizar prospecciones. Los primeros especialistas llegaron en 1965 para trabajar en la zona. En ese momento, era solo conocido como el desierto de Darvaza, en la región de Karakum, en Turkmenistán. A casi 3.000 kilómetros de distancia de Moscú.
Se comenzó a perforar el suelo para llegar hasta las capas subterráneas en busca del gas, una ansiada fuente de energía para competir contra los Estados Unidos. Los trabajos siguieron con dispar resultado hasta 1971. En ese año, un evento inesperado les abrió "la puerta del infierno".
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En 1971, una prospección soviética, en busca de gas, abrió la "puerta del infierno" (Foto: archivo).
El "aporte" del hombre para abrir la puerta del infierno
Tratando de lograr mejores resultados, desde Moscú llegaron nuevos y mejores equipos. Pero en 1971, el terreno cedió. Se produjo una enorme explosión y las máquinas cayeron por el cráter que se formó delante de los atónitos obreros e ingenieros soviéticos.
De la profundidad del cráter salía lo que habían ido a buscar: gas, pero sin control alguno y con un riesgo evidente para todos los que estaban en el campo montado en pleno desierto. Ante esto, tomaron la misma decisión que se practica ante una fuga de gas que no se puede cerrar: se ventea para que el fuego "controle" la salida del gas.
De ese modo, provocaron una explosión y todo el interior del cráter de Darvaza comenzó a expulsar columnas de fuego: no una sola, sino varias. Los técnicos enviaron un mensaje tranquilizador a Moscú: el pozo no era muy abundante en gas y pronto se consumiría con el fuego. Pero no fue así.
Desde 1971, Darvaza sigue ardiendo, noche y día, los 365 días del año. El venteo ya suma 53 años consecutivos y la puerta del infierno parece estar bien custodiada.
Turkmenistán quiere cerrar la puerta, pero no sabe cómo
Turkmenistán es un país muy singular. Con una enorme superficie, en su mayoría desértica, viven apenas 6,2 millones de personas. Una densidad de 10 personas por kilómetro cuadrado. El 80% de su población es musulmana y pese a ser una república, está considerado como uno de los países más autoritarios y represivos del planeta. Por eso casi no recibe turistas extranjeros. Solo Corea del Norte tiene un índice más bajo.
Pero la puerta del infierno, que sigue ardiendo, hizo que ese enorme cráter se transformara en un punto de interés para los pocos turistas que llegan anualmente a Turkmenistán.
Aunque en la capital, Asjabad, tienen otros planes muy diferentes a fomentar el turismo. Desde el año 2022 los gobierna Serdar Berdimuhamedow. En 35 años de vida independiente, es apenas el tercer presidente de turkmeno. El primero fue Saparmyrat Atáyewiç Nyýazow, quien inició la costumbre autoritaria de los gobernantes. Se hizo nombrar presidente vitalicio. Sin embargo, en 2006 murió de un ataque al corazón, luego de tomar un medicamento que nunca se aclaró totalmente cuál fue. Quedó interinamente Gurbanguly Mälikgulyýewiç Berdimuhamedow, quien llamó a elecciones y ganó, así como en todas las que vinieron después.
Sorpresivamente, en 2022 decidió que debía dar un paso al costado, pero designó como candidato para las elecciones a su hijo, que no tuvo ningún rival opositor. Por eso, los Berdimuhamedow ya son una dinastía en el poder. Y pese a ello, la puerta del infierno parece ser la única decidida a enfrentarlos.
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National Geographic financió ana expedición y una persona bajó con un traje especial al pie del cráter para tomar muestras del suelo (Foto:gentileza NatGeo).
El fallido intento por no perder la riqueza que sale de la puerta del infierno
Ya en el año 2010, papá Berdimuhamedow dio órdenes para cerrar esa puerta y apagar el venteo del gas, que es una de las principales riquezas de Turkmenistán junto con el petróleo. Dispuso una serie de medidas para intentar tapar el cráter, pero no fue posible. Como desde su interior sigue fluyendo, el gas encuentra la vía para llegar a la superficie. Y si el fuego se apaga, pueden darse explosiones muy peligrosas.
Ahora, la posta pasó a Berdimuhamedow Jr. quien quiere tener éxito tras 53 años de fracaso continuo. Una posibilidad sería provocar otra enorme explosión que permitiera terminar con el desperdicio de ese combustible. Sin embargo, ni los especialistas locales o extranjeros se animan a asegurar que eso dé resultado. El gas, si no es controlado, volverá a hallar la manera de salir a la superficie. Y mucho más si el cráter se agranda con una nueva explosión.
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En el interior del cráter hay 400° Celsius de calor (Foto: gentileza ABC).
Además, una operación de esa magnitud sería muy costosa y ante la incertidumbre por el resultado, la puerta sigue abierta.
Otra alternativa podría ser intentar colocar los tubos o cañerías que llegaran al origen de la reserva gasífera e intentar transformarla en un lugar tradicional para la explotación de esa fuente de energía y recursos que se pierden a diario.
Pero la temperatura en la base del cráter es de 400° Celsius y en las profundidades, puede ser mayor. La tecnología no asegura que las tuberías puedan resistir semejante calor para poder "domesticar" al recurso natural. Se calcula que bajo el cráter, el calor puede llegar a los 1000° Celsius.
Queda un problema adicional. Si la puerta no se "cerrara" como corresponde, se produciría una peligrosa liberación de metano, un gas muy peligroso y contaminante. No solo sería un riesgo para quienes habitan cerca del desierto de Karakum. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, causa 80 veces más calentamiento global que el dióxido de carbono durante sus primeros 20 años en la atmósfera.
Con todo, "cerrar la puerta del infierno" parece imposible, al menos por el momento.