Por ejemplo, sequías prolongadas y cada vez más a repetición en lugares que antes tenían agua en ciclos regulares. Inundaciones devastadoras por exceso de lluvias en otras zonas. Tormentas propias de los trópicos en zonas que ni siquiera están preparadas para esa fuerza de la naturaleza.
En la Antártida se viene registrando un aumento de la temperatura promedio -como en el resto del planeta- que tiene graves consecuencias.
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El hielo que la Antártida pierde en el verano no logra reponerlo en el invierno (Foto: gentileza El independiente).
Se pierden en el verano cada vez más kilómetros de icebergs o témpanos. Son millones de litros de agua dulce que se vuelcan al mar y ya no están más. Po que la naturaleza no logra el efecto reparador o igualador en el invierno. Como hace más calor, no alcanzan los meses "fríos" para que se forme sobre la tierra de la Antártida la misma cantidad de hielo (agua dulce) que había antes. Con efectos que se anticipan y que solo serán graves.
Tres provincias de Buenos Aires a la deriva
El Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve de Estados Unidos (NSIDC, por sus siglas en inglés) acaba de presentar un informe que da para pensar y preocuparse. Analizó una serie extensa: 35 años. En ese tiempo, en el mar Antártico se perdió 1 millón de kilómetros cuadrados. Es el equivalente a tres provincias de Buenos Aires agrupadas en su superficie. En tres décadas y media, el frío del invierno en el polo sur no pudo recuperar toda esa masa de hielo, que se volcó al mar en estado líquido.
Es agua dulce que se pierde como reservorio, en tanto que su vuelco masivo terminará provocando -tarde o temprano- el aumento del nivel del mar y las costas y ciudades emplazadas en ellas quedarán severamente dañadas. Tal vez, de modo permanente.
Esta medición es la más baja desde que se comenzó a hacerlo en 1979. Superó, incluso, la que era hasta ahora la peor marca de 1986.
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El deshielo en la Antártida afecta a la fauna propia, como los pingüinos (Foto: gentileza DW).
Como el calor de Europa, pero en el polo sur
Este año, los registros europeos del verano marcaron tres récords consecutivos muy peligrosos. Junio fue el mes más caluroso del que se tenga memoria; julio fue más caluroso que junio y agosto, más que julio. En el polo sur ocurre un efecto similar con otras consecuencias.
Este 2023 es la peor cifra de calor y ya superó hasta la de 2022, según el NSIDC. Si el 2021 fue malo, el 2022 peor y este año, peor que los dos anteriores. El hielo que se perdió en el verano no se recuperó en el invierno.
El nivel del hielo marino es el más bajo en la Antártida desde 2016. Esto también tiene impacto en la fauna. Por ejemplo, los pingüinos ven cómo año tras año desaparecen miles de km2 de su hábitat natural. Y lo mismo ocurre para otras especies del polo sur que conforman el círculo de la vida. Si esa cadena de equilibrio biológico se altera, las especies pueden desaparecer del planeta.