El interior del edificio, que había permanecido sin modificaciones tras el incendio, también sufrió cambios significativos, aunque no por las razones que muchos de los afectados esperaban.
En 2019, los sobrevivientes y familiares descubrieron con espanto que el boliche había sido limpiado y pintado. Habían tirado, además, los objetos de las víctimas que permanecían allí desde la noche de la tragedia, incluidas su ropa y zapatillas.
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Las tapias que bloquean el acceso fueron pintadas con murales y consignas.
“Tiraron todo e hicieron una especie de limpieza, pero lo que estaban limpiando era la memoria de los pibes y pibas que fuimos esa noche”, recuerda Osvaldo Balossi, sobreviviente e integrante de la Coordinadora Memoria y Justicia por Cromañón, en diálogo con A24.com.
El episodio significó un punto de inflexión que llevó a profundizar el pedido de expropiación."Entendemos que el lugar no debe estar en buenas condiciones", agrega sobre el estado actual, y detalla: "Aunque hacia adentro no sabemos cómo está".
Según sus dichos, el año pasado mantuvieron una serie de reuniones con la Comisión Nacional de Monumentos Históricos para declarar no solo el inmueble sino las diferentes áreas lo que lo rodean. Lo cierto es que, hasta el momento, las organizaciones no han podido acceder.
Donde parece haber movimiento es en el ex hotel Central Park, lindante al local, que, tras el siniestro, también quedó abandonado. La propiedad tiene conexión interna con el boliche y por allí salieron muchos de los sobrevivientes.
Fuentes vinculadas al universo Cromañón especulan con que, tal vez, la edificación esté tomada. Los comerciantes de la zona consultados por este portal plantean otra hipótesis: se trataría de guardias de seguridad que vigilan que nadie ingrese.
La tragedia de Cromañón y el proceso de expropiación: un camino largo y sinuoso
El avance en el Congreso Nacional de un proyecto para expropiar el predio les dio esperanza a las familias y sobrevivientes. Días atrás, la Cámara de Diputados dio media sanción a la extensión del plazo para completar el pedido. Ahora, falta que la iniciativa se trate en el Senado.
La propuesta busca transformar la tragedia en parte de un proceso de sanación colectiva. "Es importante que Cromañón pase a ser parte del patrimonio de todos los argentinos porque lo que pasó, nos pasó a todos", afirma Osvaldo.
"Queremos recuperar el lugar donde pasó la masacre para que se convierta en un espacio donde se pueda recordar a los chicos y a las chicas; se pueda contar lo que pasó desde la perspectiva de los sobrevivientes y los familiares; y también que sea un punto de reunión", ahonda.
¿Qué pasó el 30 de diciembre de 2004?: el relato de un sobreviviente
Osvaldo tenía 19 años la noche del 30 de diciembre de 2004. Junto a siete amigos, llegó temprano para disfrutar del último recital del año de Callejeros, una banda que representaba, según describe, un movimiento identitario, colectivo y contracultural que floreció tras la crisis de 2001.
“Estábamos yendo a ver una banda de rock and roll, a ser felices”, recuerda. Sin embargo, la alegría pronto se transformó en horror. Osvaldo relata cómo al llegar se ubicó delante del escenario.
En medio del primer tema, notó señales de alarma en los músicos y, al darse vuelta, vio lo que él llama “el ojo de Sauron”: un círculo de fuego que avanzaba rápidamente.
Cromañon hoy: Con las paredes pintadas
Imagen del interior de Cromañón tras ser limpiado y pintado. Foto: archivo.
“En ese momento, me puse la remera en la cara y tuve una conversación con Dios. Yo escuchaba que la gente le pedía que la ayude. Y yo le dije: ‘Vos no existís. Yo me voy a salvar solo’”, detalla.
Con la luz cortada y el humo, intentó salir por el escenario, pero no logró llegar a la puerta destinada para los músicos. En medio de la oscuridad, quedó atrapado entre cables, cayó de la tarima y golpeó su cuerpo contra una valla.
Guiándose por las paredes, logró encontrar la salida. Pasó por encima de los jóvenes apilados en la puerta principal y finalmente logró salir al aire libre, donde se reencontró con sus amigos y otros desconocidos que inmediatamente comenzaron a organizarse y ayudar a los atrapados.
"Se cuenta el horror, la muerte y el humo. Yo también vi otro Cromañón ¿Cómo se explica que un pibe o una piba que salió de ese lugar, donde todo era desesperación, vuelva a entrar a rescatar gente que no conoce? Hubo un gran sentimiento de amor y solidaridad. También pasó eso: los pibes ayudándose", recalca.
Cromañón y la lucha por la memoria
“La masacre de Cromañón no empezó ni terminó ese día. Fue el punto más alto de un proceso político e histórico de nuestra juventud", afirma Osvaldo. Ante un sistema político que excluía a los más jóvenes, "la preservación era construir grupos, ir a ver una banda”, explica.
A 20 años de aquella noche, la herida sigue abierta. Mientras el proceso de expropiación avanza, los sobrevivientes y familiares enfrentan el desafío de transformar el dolor en memoria. “No olvidar, siempre resistir”, concluye Osvaldo, al recordar una frase de Callejeros escrita en la bandera que llevaba a los recitales.