Los jóvenes desaparecieron tras ir al gimnasio y sus familias denunciaron la ausencia el 30 de enero. Horas después, sus cuerpos fueron hallados en una escena aterradora cerca del puente de Bosques.
El caso de Paloma Gallardo y Josué Salvatierra ha conmocionado a toda una comunidad. Ambos adolescentes, compañeros de colegio y de gimnasio, desaparecieron la noche del 30 de enero, dejando a sus familias sumidas en la angustia. Sus padres denunciaron la ausencia al notar que ninguno había regresado a casa. Lo que nadie imaginaba era que pocas horas después, la noticia del hallazgo de sus cuerpos desataría una ola de indignación y dolor.
Omar Gallardo y Alicia Pita, los padres de Paloma, relataron los momentos previos a la desaparición de su hija. La joven salió de casa con ropa deportiva y una botella de agua, lista para su rutina habitual en el gimnasio. Nunca imaginó que sería la última vez que su familia la vería con vida.
A las 21 horas de aquel fatídico jueves, el padre de Josué llegó preocupado a la casa de Paloma. Sabía que ambos habían salido juntos, pero nunca llegaron a su destino. La desesperación se apoderó de sus seres queridos al comprender que algo terrible había sucedido.
“No se fueron de su casa, no abandonaron a sus familias, no fue una aventura juvenil. Fueron víctimas de la delincuencia inmunda”, expresó con dolor la madre de Paloma, dejando claro que no había dudas sobre la gravedad de lo ocurrido.
El descubrimiento de los cuerpos fue tan impactante como desgarrador. Marina, una vecina de la zona, contó que fue un joven quien encontró los restos tras notar un olor extraño y la presencia de moscas. Al acercarse, se encontró con una escena aterradora.
“El chico estaba atado de las manos atrás, arrodillado y con la cabeza en el piso. A la chica no se la distinguía bien, pero tenía su pelo rubio, también atada y completamente desfigurada”, describió la mujer.
Este espantoso hallazgo trajo a la memoria de los vecinos otro hecho reciente y perturbador: “Hace dos semanas encontraron un ahorcado en el puente”, recordó Marina, insinuando que la zona ya había sido escenario de crímenes atroces.
La indignación no tardó en hacerse sentir. Vecinos y allegados a las víctimas tomaron las calles en señal de protesta. Entre llantos y pedidos de justicia, incendiaron neumáticos y exigieron respuestas a las autoridades.
La tragedia de Paloma y Josué dejó una herida profunda en la comunidad. Las preguntas sin respuesta y el horror del crimen mantienen en vilo a una sociedad que ya no se siente segura. Mientras las investigaciones avanzan, el dolor y la rabia continúan encendiendo las calles.