Al día siguiente, su familia descubrió con horror que la cama de Alejandra seguía tendida. Llamaron a Nicolás, pero el joven no pudo decirles dónde la había dejado. Entre los diferentes puntos, mencionó el “Balcón del Valle”, un reconocido mirador que queda en la parte alta de la ciudad, y también la Plaza de las Banderas, otro de los lugares más destacados de Neuquén.
Tras esto, la familia de Alejandra realizó una denuncia y se organizaron marchas para reclamar por su aparición. Finalmente, su cuerpo fue encontrado por un puestero el 26 de febrero de 2002, a 300 metros del río Limay, en un sector alejado de lagunas llamado “Balsa las Perlas”, en el barrio Valentina Sur. Tenía un hematoma de 10 centímetros en la parte izquierda de su cadera y, sobre todas las cosas, le habían vaciado el útero y arrancado a su bebé.
El femicidio de Alejandra Zarza y una trama siniestra
Alejandra Zarza y Nicolás Rinaldi se conocían de la secundaria. Tenían varias cosas en común. Ambos eran adoptados y habían nacido en marzo de 1976 –él 25 y ella el 31–. Con el tiempo, se volvieron confidentes. Ella estaba enamorada y, aunque no eran era una relación formal, mantenían encuentros con regularidad. Con el tiempo, Nicolás se puso de novio con otra chica, Jessica Yornet, con quien tuvo una hija. La pareja vivía bajo el techo de Pedro Rinaldi, un comerciante de carteles luminosos con un un pasado oscuro y presuntos vínculos con los servicios de inteligencia de la la última dictadura cívico militar.
Sin embargo, los encuentros con Alejandra continuaron. En la investigación, sus compañeros de trabajo –ella era secretaria en el Tribunal Superior de Justicia– declararon que conocían de sus salidas y del enamoramiento de la joven. La relación, sin embargo, se cortó en agosto de 2002 cuando Alejandra se enteró que estaba embarazada y Nicolás empezó a presionarla para que abortara. “Si cree que voy a abortar, está loco”, le dijo ella a una de sus compañeras.
La noche del 19 de febrero
Luego de ignorarla durante meses, se vieron por unos minutos el 18 de febrero y quedaron en salir al día siguiente para hablar. “Ella tenía la esperanza de que Nicolás Rinaldi deje a su mujer y se vaya con ella. De hecho, fue eso lo que él le prometió cuando se reencontraron en febrero, después de cuatro meses de distanciamiento. Le dijo que se iba a hacer cargo del embarazo”, declaró en la causa una de amiga de Alejandra.
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Nicolás Rinaldi, 20 años atrás. Fuente: Redes.
Los movimientos de Nicolás poco antes de juntarse con Alejandra fueron por demás sospechosos. El 19 por la noche, invitó a Jessica Yornet al cine Village, ubicado en el hipermercado La Anónima, donde una cámara los registró a las 22.15. A pesar de haber ido juntos, sacaron entradas para salas distintas: él, para la película “Alta Velocidad”; y ella, para “La Gran Estafa”.
Cinco minutos después, él abandonó el complejo, se cambió de ropa en su auto –según declaró, llevaba una bolsa escondida debajo del asiento– y manejó unas cuadras hasta un teléfono público, donde llamó a Alejandra. La pasó a buscar por su casa a las 22:55 y partieron al Balcón del Valle. Rinaldi regresó al cine para reencontrase con Jésica a las 0.30, donde fue grabado por otra cámara.
Lo que pasó en las horas que salió del cine y regresó es, hasta hoy, un misterio. Un taxista de apellido Guzmán que estuvo en la zona del Balcón del Valle durante la madrugada del 20 de febrero de 2002, declaró que esa noche vio a una pareja que discutía fuera de su auto. Contó que el hombre la “zamarreaba” y que entonces le dijo a su compañera: “Si le llega a pegar, me bajo”. Tiempo después, cuando se encontró el cuerpo, identificó el Polo gris de Nicolás Rinaldi.
¿Qué le pasó a Alejandra Zarza?
Sin cámaras de vigilancia ni celulares que permitieran geolocalizar a las personas, la única forma de reconstruir lo que había pasado era con el análisis de los restos. Para encontrar certezas, la Justicia tuvo que hacerle dos autopsias al cuerpo de Alejandra. El equipo de profesionales descubrió que la joven había sido golpeada en su cadera –tal vez una o más patadas–, y esto había provocado que comenzara a parir.
De acuerdo al análisis, el niño o niña había sido sacado a los tirones del vientre y en la tracción arrancaron por completo la placenta y el útero. La causa de muerte, según coincidieron, había sido asfixia mecánica, seguramente por tapar los gritos de dolor de Alejandra. Afirmaron, además, en que los autores no habían utilizado objetos cortantes y que en la cruel intervención habían participado dos o más personas.
Un dato que llamó la atención fue la presencia de sangre en las venas de sus miembros superiores, indicio de que había estado con las piernas flexionadas a lo alto, como en posición de camilla ginecológica. Dijeron, sin embargo, que el procedimiento no se había realizado en un hospital y que probablemente el cuerpo había sido arrojado en Balsa Las Perlas horas después de la muerte.
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Nicolás Rinaldi durante uno de los juicios en su contra. Fuente: LMNeuquén
En su estómago también hallaron algo revelador: la cáscara de un durazno semi digerida y la absorción incompleta de cafeína. Pudieron concluir, así, que la joven había sido asesinada entre 4 y 6 horas después de ingerir esos alimentos. O sea, en las primeras horas del 19 de febrero. Del bebé, no se hallaron rastros, ni en el cuerpo de Alejandra ni en la escena donde fue encontrada. Los investigadores llegaron a drenar la laguna de Balsa las Perlas, sin resultados.
Tras la revelación de la segunda autopsia, Nicolás Rinaldi fue detenido y se allanaron decenas de centros de aborto clandestinos, donde se encontraron 300 fetos, pero ningún rastro del femicidio. Por esos días, Pedro Rinaldi salió en los medios a defender a su hijo y hasta llegó a apuntar contra un “alto funcionario judicial” como presunto padre del niño. Nada de eso se pudo comprobar. En paralelo, se inició una investigación para saber si Nicolás era hijo de desaparecidos, por irregularidades en su acta de nacimiento, hecho que fue descartado.
La tensión volvió a escalar cuando, por entonces, un testigo aseguró que Nicolás le había ofrecido plata "para que le pegue un tiro en la panza". Según declaró, hasta lo llevó frente a la oficina del Tribunal Superior de Justicia, donde trabajaba la mujer, para "marcársela", aunque él se negara a cometer el asesinato. Se comenzaron a conocer detalles, además, de lo mal que había caído la noticia del embarazo de Alejandra en la casa de los Rinaldi y las presiones de su entorno para que "ordenara" el tema.
El femicida Nicolás Rinaldi: juicio, condena y un misterio que sigue
Nicolás Rinaldo enfrentó dos juicios por la muerte de Alejandra Zarza. En el primero, fue absuelto, pero a partir de la apelación de los fiscales y la querella, el Tribunal Superior de Justicia de Neuquén anuló el fallo. En el segundo juicio, Rinaldi fue encontrado "partícipe necesario de homicidio simple cometido con dolo eventual" y condenado a 21 años de prisión.
Para llegar a la condena, un dato fue fundamental. En las zapatillas que esa noche llevaba, así como en las pedaleras de su auto y en las alfombras traseras y del acompañante se encontraron rastros del polen de una planta acuática llamada ludwigia uruguayense. Este ejemplar solo crecía por esa época del año en la zona de Balsa Las Perlas, donde había sido hallado el cuerpo. El elemento fue clave para ubicarlo en la escena.
A pesar de que la trama del asesinato se pergeñó en los puntos más concurridos y conocidos de la ciudad, hasta el día de hoy, nunca se pudo saber quiénes fueron los otros autores del crimen ni dónde ocurrió. Sobre todas las cosas, tampoco se sabe qué pasó con el bebé. Rinaldi salió en libertad condicional en 2015 y terminará de cumplir su pena en 2024. Sigue viviendo en Neuquén Capital.