La búsqueda de respuestas en torno al crimen del empresario Roberto Wolfenson en el country La Delfina de Pilar continúa sumida en la incertidumbre, mientras que las tensiones internas dentro de su círculo más cercano se profundizan.
Las versiones enfrentadas sobre el móvil del homicidio de Roberto Wolfenson exacerbaron las divisiones familiares y complicaron el avance de las pesquisas.
La búsqueda de respuestas en torno al crimen del empresario Roberto Wolfenson en el country La Delfina de Pilar continúa sumida en la incertidumbre, mientras que las tensiones internas dentro de su círculo más cercano se profundizan.
En este marco, trascendió que las versiones enfrentadas sobre el móvil del homicidio exacerbaron las divisiones familiares y complicado el avance de las pesquisas. Por un lado, Graciela Orlandi, la pareja del fallecido, insiste en que el crimen fue perpetrado en el contexto de un robo. Ante el fiscal Germán Camafreita, encargado de la investigación, Orlandi expresó esta hipótesis y pidió la asistencia legal para salvaguardar sus intereses.
Sin embargo, los hijos de Wolfenson plantean la posibilidad de que el móvil del crimen tenga raíces económicas más profundas. En un esfuerzo por arrojar luz sobre las finanzas del empresario, solicitaron a la justicia que se investiguen minuciosamente sus cuentas bancarias y propiedades en el extranjero.
Pero el conflicto no se detiene ahí. Las tensiones se intensificaron en torno al acceso disputado a la computadora personal de la víctima. La revelación de que la hija de Orlandi ingresó al dispositivo y grabó las últimas conversaciones de Wolfenson en video generó discordia entre las partes.
Mientras tanto, la pesquisa policial avanza a paso lento, sin lograr descifrar aún el enigma que rodea al crimen ni identificar a los responsables. Los peritajes informáticos y el análisis de las antenas de telefonía prometen arrojar nuevas pistas, pero hasta el momento, la incertidumbre persiste.
Se cree que el crimen ocurrió el pasado jueves en el country La Delfina, de Pilar. Lo que comenzó como un día común para Wolfenson pronto se convirtió en una escena digna de una novela policial, con tintes que recuerdan al asesinato de María Marta García Belsunce.
Ese día, en una típica rutina casera, la empleada doméstica de Wolfenson dejó la residencia después de recibir instrucciones de su jefe para preparar el cuarto de invitados, ya que una persona se iba a instalar en la casa.
El día siguiente, el profesor de piano de Wolfenson llegó a las 17 para tener una clase con el jubilado. Sin embargo, se encontró con la puerta del inmueble cerrada y la falta de respuesta a sus llamadas. Ante esto, decidió alertar a los guardias del country.
Con un mal presentimiento, juntos, decidieron ingresar por la puerta de servicio de la residencia. Una vez dentro, se toparon con el horror: el cuerpo inerte de Roberto Wolfenson yacía en el suelo de la habitación de invitados.
Al igual que en el caso de María Marta García Belsunce, el primer médico que arribó al lugar atribuyó la muerte a causas naturales, específicamente a una insuficiencia cardíaca.
Sin embargo, días después, la autopsia pedida por el fiscal de la causa reveló la verdadera naturaleza de la tragedia: Wolfenson presentaba signos de estrangulamiento con una tanza, además de lesiones defensivas en las manos y una herida en la nuca. Los objetos de valor permanecían intactos, descartando cualquier motivación económica para el crimen.