Los investigadores también barajan que el Fox haya sido utilizado después del crimen, ya sea para trasladar a los sicarios o a testigos presenciales de la ejecución. Incluso, no descartan que el propio Sotacuro estuviera en la escena. Para despejar dudas, se extrajeron muestras de su ADN para cotejar con las muestras recolectadas en las uñas de las víctimas.
Pero además, el paso de Sotacuro por las inmediaciones de la vivienda de Florencio Varela, donde ocurrió la matanza, quedó registrado en cámaras de seguridad. Frente a esas imágenes, su defensa planteó otra hipótesis. El abogado Endi sostuvo que la persona que se ve en el asiento trasero es en realidad Florencia, sobrina del acusado, quien dio su versión de los hechos.
De acuerdo con su relato, aquel 19 de septiembre al mediodía ella y un amigo, Diego, habían usado el auto para trámites en la Ciudad. Más tarde, su tío los invitó a acompañarlo a Florencio Varela para buscar a un supuesto albañil, en un viaje contratado por un vecino del barrio. Según la joven, permanecieron varias horas en un kiosco hasta que la pareja de Diego lo llamó y, por celos, le pidió regresar al Bajo Flores. Los tres volvieron, Florencia se quedó y, aunque no lo puede confirmar, el abogado cree que su cliente regresó a las inmediaciones de la casa donde se cometió la masacre a esperar al pasajero.
El abogado afirma tener comprobantes de Mercado Pago que respaldan parte de la ruta del vehículo. El Fox cruzó el peaje Alberti a las 21:02 y el de Dock Sud a las 21:10, ambos pagos hechos por la sobrina. El mismo registro marca un regreso por Dock Sud a las 00:48. Lo que ocurrió entre la 1.30 y las 5 de la madrugada del sábado 20 de septiembre, horas que coinciden con los crímenes, es un vacío que ni la defensa ni el propio acusado pudieron explicar.
Al ser arrestado en Villazón, Sotacuro dejó entrever algunos detalles. Según consta en la investigación, aseguró haber pasado por el punto de encuentro y vio salir a dos hombres jóvenes, con barbijos, ropa manchada y plástico en las zapatillas. No precisó adónde los llevó. Los policías no le creyeron, sobre todo porque tenía las manos lastimadas.