A esta situación se sumó otro episodio que mantuvo en vilo a los investigadores: un rumor difundido en redes sociales aseguraba que la camioneta de la pareja había sido vista en la zona del basural de Kilómetro 8, a varios kilómetros del área donde se centraban los rastrillajes. De inmediato, se activó un operativo para verificar la información. Sin embargo, tras revisar cámaras de seguridad, rutas de acceso y testimonios de vecinos, la hipótesis fue descartada por completo.
“Se descartó enseguida. Controlamos las cámaras de las posibles rutas de regreso, como el camino a Caleta Córdova o el del Ceresal, y no había ningún indicio de que la camioneta volviera”, aseguraron fuentes de la investigación. El vehículo sigue siendo una pieza clave del caso, y aunque fue hallado con las puertas cerradas y sin signos de violencia, su ubicación inicial continúa siendo un misterio sin resolver.
Durante el fin de semana, los equipos trabajaron intensamente para verificar y descartar múltiples denuncias anónimas. Una de las más resonantes fue una llamada a la línea nacional 134, en la que un supuesto testigo alertó sobre “actividad delictual” en la zona de los refugios costeros. Según el denunciante, un grupo de personas armadas intentaba cometer robos en el lugar.
La denuncia generó alarma, pero pronto se desvaneció. Los investigadores realizaron un exhaustivo patrullaje por toda la zona, sin encontrar ningún indicio que respaldara la versión. “Recorrimos toda la zona y no hubo ninguna novedad. Los refugios estaban llenos de gente ese fin de semana”, explicó uno de los efectivos que participó del operativo. Además, el propio denunciante, que afirmó ser una “víctima potencial”, reconoció no haber sufrido ningún robo ni agresión. Por eso, la policía calificó su testimonio como “inexplicable y confuso”.
Mientras tanto, la búsqueda en el terreno continúa con un despliegue que ya supera los 200 efectivos, entre personal policial, bomberos, defensa civil y voluntarios. Cada jornada se divide en turnos de rastrillaje con picos de hasta 140 personas trabajando simultáneamente. “Es una operación enorme, pero la zona es inmensa y peligrosa”, relató un funcionario que supervisa el operativo desde el puesto central.
El área donde se concentran las tareas es conocida por sus cañadones profundos, terrenos escabrosos y sumideros de gran tamaño, lo que obliga a trabajar con extrema precaución. En algunos puntos, los equipos utilizan drones, perros entrenados y vehículos todoterreno para cubrir mayor superficie. Aun así, las condiciones del terreno y las inclemencias del clima hacen que cada jornada sea una carrera contra el tiempo.
Uno de los encargados del operativo explicó que en los próximos días se intensificarán las tareas en los denominados “sumideros”, una suerte de depresiones naturales que pueden tener varios metros de profundidad. “Mañana vamos a ir a algunos sumideros, son terribles, puede haber 10 personas ahí adentro y no se ve nada”, afirmó el funcionario, reflejando la magnitud del desafío que enfrentan los equipos de rescate.
En medio de este escenario, la comunidad local se ha volcado a colaborar. Vecinos de Comodoro Rivadavia, Caleta Córdova y alrededores han aportado alimentos, combustible y elementos de abrigo para los rescatistas. Algunos grupos incluso organizan pequeñas campañas en redes sociales para mantener el tema visible y pedir que no se suspenda la búsqueda. “Es gente grande, podrían ser nuestros padres o abuelos. No podemos permitir que desaparezcan sin dejar rastro”, comentó una vecina de la zona que se acercó a colaborar.
Las autoridades provinciales también siguen de cerca la evolución del caso. Desde el Ministerio de Seguridad se informó que todas las hipótesis permanecen abiertas, aunque la principal sigue siendo la de una desaparición accidental. Según esta línea, Kreder y Morales podrían haberse desorientado en medio del terreno agreste y haber quedado atrapados o sin recursos para volver.
Sin embargo, la falta de indicios concretos alimenta otras teorías. Algunos vecinos especulan con la posibilidad de un hecho delictivo, aunque los investigadores aseguran que no hay pruebas que apunten en esa dirección. La camioneta, por ejemplo, fue encontrada en perfecto estado, con el tanque de combustible cargado y sin rastros de violencia. Tampoco se detectaron movimientos bancarios ni llamadas telefónicas posteriores al día de la desaparición.
Los familiares, mientras tanto, viven horas de angustia. Han pedido respeto y cautela ante la proliferación de versiones falsas que circulan en redes sociales. “Cada rumor nos destruye un poco más”, dijeron en un comunicado breve difundido por la prensa local. A pesar del dolor, mantienen la esperanza de encontrarlos con vida y agradecen el esfuerzo de quienes continúan trabajando sin descanso.
Con cada jornada que pasa, la desesperación crece. Las condiciones climáticas, con vientos intensos y temperaturas bajas durante la noche, hacen temer por la salud y el estado físico de los jubilados. “Si están perdidos, cada hora cuenta”, remarcan los especialistas. Por eso, el operativo no se detiene ni de día ni de noche, y los grupos de búsqueda avanzan metro a metro, revisando grietas, pozos, cuevas y todo tipo de formaciones naturales donde una persona podría haberse refugiado.
El caso, que comenzó como una desaparición aparentemente accidental, ya se transformó en uno de los operativos más grandes de búsqueda en la Patagonia de los últimos años. La incertidumbre, sin embargo, es el enemigo más duro. Cada vez que surge una pista y se derrumba, el ánimo de los equipos se resiente, pero la convicción de encontrarlos sigue firme.
Por ahora, los investigadores insisten en que no hay señales que indiquen que la pareja haya abandonado la zona por sus propios medios. Todo apunta a que se encuentran —o se encontraban— en el área cercana donde fue hallada la camioneta. La esperanza, aunque golpeada por los falsos indicios, sigue siendo el motor que mantiene viva la búsqueda.
Mientras las horas avanzan, el caso de Pedro Kreder y Juana Morales continúa siendo un misterio que conmueve a todo el país. La comunidad, los rescatistas y las autoridades mantienen la fe en que pronto habrá una respuesta. Pero hasta entonces, el silencio de la estepa patagónica sigue ocultando el paradero de una pareja cuya desaparición ya forma parte de las historias más enigmáticas y dolorosas de los últimos tiempos.