La disputa, que inicialmente había comenzado dentro de la cancha, continuó afuera del predio. Allí, según los testigos, Zárate tomó un hierro de construcción de unos 40 centímetros de largo y golpeó en la cabeza a Ustarroz. El golpe fue tan brutal que el fierro habría quedado incrustado a la altura de la sien izquierda de la víctima.
Ustarroz cayó al lado de su motocicleta, fuera del complejo deportivo, y fue asistido por el servicio de emergencias. Sin embargo, falleció en el lugar debido a la gravedad de la lesión.
En ese momento, Zárate se retiró del lugar junto a sus dos hijos adolescentes, de 17 y 15 años, que habían estado presentes durante la secuencia.
El hecho quedó registrado por un domo de seguridad de la central de monitoreo urbano, lo que permitió a la policía avanzar rápidamente en el esclarecimiento. Además, varios testigos del partido y del altercado aportaron declaraciones que coincidieron en la mecánica del ataque.
Con esas pruebas, el fiscal de Instrucción de Segunda Nominación de Río Cuarto, Javier Di Santo, ordenó la detención inmediata de Zárate.
La detención en su domicilio
La policía ejecutó un operativo en la vivienda de Zárate, ubicada en calle Lamadrid al 1500, donde fue detenido sin resistencia. El hombre quedó imputado por homicidio simple, mientras que sus hijos fueron trasladados a sede policial para declarar, aunque no quedaron detenidos.
Un dato llamativo es que el fiscal a cargo del caso, Javier Di Santo, fue el mismo que había impulsado la detención de Zárate en 2007 por el crimen de Nora Dalmasso.
Personal de la Policía Científica trabajó en el lugar del hecho para realizar tareas de planimetría, levantamiento de pruebas y fotografías. Luego, el cuerpo de la víctima fue trasladado a la morgue del Hospital San Antonio de Padua para la autopsia correspondiente.
La hipótesis inicial es que la discusión que comenzó en el partido de fútbol pudo haberse exacerbado por un altercado de tránsito ocurrido a la salida del complejo, lo que derivó en el ataque mortal.
El peso de un apodo y un pasado mediático
La nueva imputación contra Zárate revive inevitablemente el recuerdo de su participación en la causa Dalmasso, donde fue señalado como autor del crimen en una investigación que más tarde se derrumbó por falta de pruebas.
Su apodo, “El Perejil”, surgió en aquel momento como símbolo de alguien que había sido utilizado como “chivo expiatorio” por la justicia. Sin embargo, el episodio de este sábado lo coloca nuevamente en el centro de una causa de alta repercusión mediática y judicial.
Lo que viene en la causa
Zárate permanece detenido a la espera de la audiencia de imputación formal. El fiscal Di Santo adelantó que se reunirán todas las pruebas disponibles, incluyendo el análisis de las cámaras de seguridad y las pericias forenses sobre el arma utilizada.
La defensa aún no emitió declaraciones públicas, mientras que los familiares de la víctima reclaman justicia y celeridad en la investigación.