Lo que parecía un encuentro inofensivo terminó en una de las tragedias más crueles de los últimos años.
El engaño de Facebook
En aquel grupo de madres en redes sociales, Marlen había escrito: “Debido a que estoy en la escuela y no puedo trabajar en este momento, no puedo permitirme comprar el resto de las cosas ya que en este momento no tengo suficiente dinero”.
Una mujer llamada Clarisa Figueroa, de 46 años, respondió amablemente a la publicación. Afirmó que tenía ropa y artículos sin usar porque había recibido abundantes regalos en dos baby showers y que le encantaría compartir con otra futura madre.
Marlen aceptó el ofrecimiento sin sospechar que Clarisa y su hija Desiree Figueroa, de 24 años, tramaban un plan siniestro.
El 23 de abril de 2019, Marlen acudió a la casa de las Figueroa. Allí, la situación cambió drásticamente. Según la investigación judicial, Clarisa estranguló a Marlen con un cable coaxial hasta matarla. Acto seguido, en un acto macabro, utilizó un cuchillo para abrirle el vientre y extraer al bebé.
El cuerpo de la joven fue escondido en un tacho de basura, mientras Clarisa se apresuraba a fingir que el recién nacido era suyo.
El llamado al 911 y la primera mentira
Minutos después del crimen, Clarisa llamó al 911 asegurando que su bebé recién nacido no respiraba. Los paramédicos acudieron de inmediato y trasladaron al niño al hospital, donde ingresó en estado crítico. Clarisa insistió en todo momento que era la madre biológica y que acababa de dar a luz en su hogar.
Mientras tanto, Giovanni López, esposo de Marlen, comenzó a desesperarse. Al no tener noticias de su mujer, llamó a la guardería de su hijo mayor, pero le informaron que nadie había ido a buscarlo. También contactó hospitales, temiendo que Marlen hubiera tenido complicaciones en el parto, pero no halló respuestas.
Al no tener noticias, la familia de Marlen denunció su desaparición en el Departamento de Policía de Chicago. Los primeros días fueron angustiosos: incluso recibieron un llamado extorsivo en el que alguien aseguraba ser parte de un cártel, afirmando que Marlen había sido llevada a México y que pedían mil dólares para liberarla.
Mientras tanto, la policía investigaba las últimas conversaciones de Marlen en Facebook. Allí apareció un nombre clave: Clarisa Figueroa.
La policía localizó la dirección de la familia Figueroa. Cuando llegaron a la vivienda, fueron atendidos por Desiree, la hija de Clarisa. Más tarde, entrevistaron a Clarisa en el hospital, donde continuaba junto al bebé en terapia intensiva.
Aunque los oficiales notaron que no mostraba signos de haber dado a luz, no profundizaron en las sospechas. Clarisa, segura de sí misma, insistía en que el niño era suyo.
El 12 de mayo de 2019, Giovanni López accedió a realizar una prueba de ADN para confirmar la paternidad del bebé. El resultado fue irrefutable: el niño era su hijo, no el de Clarisa.
La investigación también reveló que Clarisa había creado una campaña en GoFundMe para recaudar dinero en nombre del supuesto hijo que había tenido, con la complicidad de su pareja, Piotr Bobak, de 40 años.
Con estos indicios, la justicia emitió una orden de allanamiento para ingresar nuevamente a la casa de los Figueroa.
Cuando la policía ingresó a la vivienda, encontró a Piotr Bobak limpiando una alfombra con una manguera. Al revisar la casa y los tachos de basura, descubrieron lo que tanto temían: el cuerpo de Marlen Ochoa-López, estrangulada, con un cable aún en su cuello y una profunda herida en el abdomen.
La verdad salió a la luz: Clarisa había fingido un embarazo desde finales de 2018, mostrando falsas ecografías y preparando una habitación para el bebé. Todo formaba parte de un plan macabro para apropiarse del hijo de otra mujer.
En noviembre de 2023, tras años de proceso judicial, Clarisa Figueroa se declaró culpable del asesinato de Marlen Ochoa y fue sentenciada a 50 años de prisión.
Su hija Desiree Figueroa, quien participó activamente en el engaño y el crimen, fue condenada en enero de 2024 a 12 años de prisión por asesinato en segundo grado.
Por su parte, Piotr Bobak fue sentenciado a 4 años de prisión por obstrucción de la justicia, al haber intentado ocultar las pruebas del crimen.
La familia de Marlen quedó devastada. No solo perdieron a una hija y esposa joven, sino que también vieron morir al pequeño Giovanni Yovanny, quien no logró sobrevivir a las complicaciones médicas.
La comunidad latina de Chicago realizó vigilias y marchas para exigir justicia. El caso generó indignación internacional y puso en evidencia los peligros de las redes sociales cuando se trata de compartir información personal y establecer contactos con desconocidos.