Esta base simple puede adaptarse según el gusto de cada familia. Hay quienes prefieren reemplazar la grasa por manteca o incluso por aceite, mientras que otros optan por no utilizar polvo de hornear para lograr una textura más firme.
Paso a paso: cómo hacer tortas fritas en casa
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Preparar la masa: en un bol grande, mezclar la harina, la sal y el polvo de hornear. Incorporar la grasa derretida (o manteca blanda) y comenzar a integrar.
Agregar el agua: sumar de a poco mientras se mezcla, hasta obtener una masa suave y maleable. Si queda demasiado seca, añadir un poco más de agua; si está pegajosa, un poco más de harina.
Amasar: trabajar la masa durante unos minutos hasta lograr una textura lisa. Dejar descansar tapada durante 20 minutos.
Estirar y cortar: dividir la masa en bollos pequeños y estirarlos con un palo hasta obtener discos de medio centímetro de espesor. Hacer un pequeño corte en el centro para que no se inflen en exceso durante la fritura.
Freír: calentar abundante aceite o grasa en una sartén profunda y cocinar cada disco hasta que esté dorado de ambos lados. Retirar y escurrir sobre papel absorbente.
Un clásico que invita a compartir
Las tortas fritas no solo se disfrutan por su sabor, sino también por el ritual que las rodea. El aroma a masa frita suele anticipar una merienda distinta, acompañada de mates o incluso de un café caliente. En muchos hogares argentinos se convierten en una excusa perfecta para reunirse y disfrutar de un momento de pausa en medio de la rutina.
Aunque se suelen asociar con los días grises y lluviosos, lo cierto es que cualquier ocasión puede ser propicia para prepararlas. Su versatilidad permite que cada familia les dé su propio toque: más finitas y crocantes, más gruesas y esponjosas, con o sin azúcar espolvoreada al final.
Una tradición que perdura
En tiempos donde las recetas rápidas y modernas ganan lugar en la cocina, las tortas fritas se mantienen firmes como un clásico. Tal vez porque representan mucho más que un simple bocado: son parte de la identidad cultural argentina y un símbolo de calidez hogareña.
Prepararlas en casa no solo es fácil, sino también una forma de revivir esas costumbres que unen a las personas en torno a la mesa. Y aunque cada quien tenga su versión preferida, todas comparten la misma esencia: la de un sabor simple, casero y eterno.