“Vos te podés llegar a subir a un sumidero y no pasa nada, pero en algún momento alguno puede estar tan frágil que se hunde y te podés caer sin saber qué profundidad tienen”, agregó el especialista. Estas condiciones geológicas, sumadas al aislamiento extremo de Rocas Coloradas, donde no hay señal de celular, ni tránsito, ni refugios cercanos, hacen del área un escenario de alto riesgo incluso para los conocedores de la zona.
La ruta original que Kreder y Morales debían seguir era mucho más simple y directa: Ruta Nacional N° 3 hacia el norte, para luego empalmar con la Ruta Provincial 71 rumbo a Camarones. Un trayecto de aproximadamente 250 kilómetros en total, por caminos transitables y conocidos. Por eso, para familiares y rescatistas, no hay una explicación lógica de por qué la pareja habría decidido tomar otro rumbo, internándose en un terreno de difícil acceso.
Gabriela, una de las hijas de Pedro Kreder, expresó su incredulidad y desesperación ante los medios. “No creemos que ellos hayan llegado hasta ahí por decisión propia. Quizás fueron víctimas de un robo”, dijo en diálogo con TN. La mujer insistió en que su padre no tenía hábitos aventureros ni era de quienes se arriesgan en caminos desconocidos. “Uno piensa que fueron ellos los que llegaron hasta ahí, pero nosotras sabemos que es muy difícil ingresar. Él no es una persona que se dedique a este tipo de cosas, de hacer estos caminos y de arriesgarse de esta forma”, remarcó.
La teoría del robo comenzó a ganar peso luego de que los investigadores notaran la ausencia de los teléfonos celulares y algunos documentos personales. Además, el hallazgo del vehículo en un área sin conexión y sin testigos complica cualquier hipótesis concreta. A esto se suma que la camioneta, pese a haber sido hallada intacta, no tenía señales de que hubiera sido forzada ni manipulada.
El ministro de Seguridad y Justicia de Chubut, Héctor Iturrioz, confirmó que la investigación se desarrolla en dos líneas paralelas: una carátula por búsqueda de personas y otra por presunto homicidio. La decisión judicial responde a la necesidad de abarcar todas las posibilidades, desde un accidente fortuito hasta la intervención de terceros.
El operativo de búsqueda incluye brigadas policiales, equipos de Defensa Civil, bomberos voluntarios, canes rastreadores y drones térmicos, que recorren los alrededores de Rocas Coloradas. Las condiciones del terreno —marcadas por cañadones profundos, barrancos y médanos inestables— hacen que cada jornada represente un desafío extremo. Los voluntarios avanzan con precaución, atentos a cualquier indicio que pueda aportar luz al caso.
Hasta ahora, no se ha encontrado ninguna huella ni rastro biológico en las inmediaciones del vehículo. Los perros especializados en detección olfativa tampoco lograron seguir un rastro claro. Esa ausencia de indicios llevó a los investigadores a barajar hipótesis cada vez más diversas: desde un extravío con desenlace trágico hasta un posible secuestro o robo seguido de desaparición.
La comunidad de Comodoro Rivadavia, donde residían ambos jubilados, sigue la noticia con angustia. Vecinos, amigos y familiares han organizado cadenas de oración y difunden incansablemente las fotos de Pedro y Juana en redes sociales. “No vamos a dejar de buscarlos”, aseguró una de las hijas del hombre. “Queremos que se sepa que eran personas tranquilas, de costumbres simples, y que estaban felices de poder compartir ese viaje. No merecen desaparecer así”.
Mientras tanto, la camioneta permanece bajo custodia judicial, a la espera de nuevos peritajes. Los especialistas trabajan sobre las huellas de neumáticos, restos de barro y rastros orgánicos que podrían determinar si la pareja condujo hasta allí o si fue otro quien manejaba el vehículo.
El caso ha despertado la atención nacional por lo insólito y perturbador de sus circunstancias. En una provincia donde el territorio es tan vasto como inhóspito, las desapariciones en zonas rurales suelen ser de difícil resolución. Rocas Coloradas, en particular, es un área reconocida por su belleza geológica, pero también por su peligrosidad. Las formaciones rocosas, los sumideros naturales y la ausencia total de señal o asistencia convierten cualquier excursión en una travesía riesgosa.
El guía Pérez volvió a insistir en que la hipótesis de un accidente natural no debe ser descartada. “No es descabellado pensar que se desviaron, intentaron avanzar por una huella y el suelo cedió. Esa zona tiene cavernas subterráneas. A veces no se nota, pero el terreno está hueco por dentro”, explicó.
Sin embargo, la familia no comparte esa mirada. Para ellos, hay algo más detrás. “Nosotras creemos que alguien los llevó hasta ahí o que pasó algo en el camino. No tiene sentido que se hayan perdido”, dijo una de las hijas, con la voz quebrada.
En los próximos días, se espera que la Justicia recoja nuevas declaraciones y analice las cámaras de seguridad de las rutas cercanas a Comodoro Rivadavia y Camarones, con la esperanza de reconstruir el recorrido exacto del vehículo antes de su desaparición. También se pidió colaboración a pescadores y vecinos de los parajes rurales, que suelen transitar zonas aledañas, para aportar cualquier dato, por mínimo que parezca.
Cada hora que pasa sin noticias profundiza la incertidumbre. En una provincia donde los vientos, la distancia y el silencio dominan el paisaje, la historia de Pedro y Juana se volvió un símbolo de la vulnerabilidad humana frente a la naturaleza y el misterio. Un viaje que debía ser una escapada romántica se transformó en una pesadilla colectiva, una desaparición que desafía toda lógica y moviliza a un pueblo entero.
Mientras las autoridades refuerzan los rastrillajes y analizan cada posible pista, los familiares solo piden una cosa: saber qué pasó. “No queremos imaginar lo peor —dijo Gabriela—, pero necesitamos respuestas. No se pueden haber evaporado”.
El caso de Pedro Kreder y Juana Morales ya es uno de los más enigmáticos del año en la Patagonia argentina, un rompecabezas que mezcla geografía hostil, posibles delitos y un silencio que duele. La tierra, literalmente, parece haberse tragado a la pareja. Y mientras la búsqueda continúa, una sola pregunta resuena en el aire seco del sur: ¿dónde están Pedro y Juana?