CHUBUT

El despiadado antecedente de una muerte en la misma zona donde buscan a Pedro Alberto Kreder y Juana Inés Morales

La desaparición de Pedro Alberto Kreder (79) y Juana Inés Morales (69) conmueve a la provincia de Chubut y mantiene en vilo a las autoridades, los medios y los vecinos de la región.

El despiadado antecedente de una muerte en la misma zona donde buscan a Pedro Alberto Kreder y Juana Inés Morales

La desaparición de Pedro Alberto Kreder (79) y Juana Inés Morales (69) conmueve a la provincia de Chubut y mantiene en vilo a las autoridades, los medios y los vecinos de la región. Ambos jubilados fueron vistos por última vez cuando salieron a disfrutar de una escapada el pasado 11 de octubre. Desde entonces, nadie volvió a tener noticias de ellos, y la única pista concreta que quedó fue su camioneta, hallada abandonada en un camino desolado, rodeado por el viento y la soledad característicos del sur argentino.

El hallazgo del vehículo fue el punto de partida de una búsqueda contrarreloj. Desde ese momento, más de 60 rescatistas, perros rastreadores y drones trabajan sin descanso para intentar reconstruir el recorrido de la pareja y dar con su paradero. La escena donde apareció el rodado despertó una mezcla de misterio y temor: un camino inhóspito, con rastros confusos, indicios de fogatas y sin testigos que puedan aportar datos certeros.

Según relató el periodista Ignacio González Prieto en Mediodía Noticias, la zona donde fue hallada la camioneta de los jubilados tiene un historial de hechos trágicos y misteriosos, lo que eleva la preocupación. “Ese lugar ya ha sido escenario de desapariciones con finales tristes”, advirtió el comunicador, recordando un antecedente estremecedor que marcó a toda la región.

En febrero de 2023, el joven Diego Barría, de 32 años, desapareció en circunstancias similares mientras practicaba pesca en 4x4 en esa misma franja costera. Días después, su caso tomó relevancia nacional cuando su cuerpo fue hallado dentro de las vísceras de un tiburón capturado en la zona. La comparación entre ambos hechos resulta inevitable, y los investigadores no descartan que las características geográficas y climáticas del lugar representen un peligro silencioso para quienes se aventuran en él.

González Prieto recordó que Barría era “muy familiero, sin motivos para ausentarse por voluntad propia”. Trabajaba en la petrolera Vientos del Sur y aquel día había salido en cuatriciclo a disfrutar de su afición por la pesca. “Se lo llevó la marea —explicó el periodista— y allí terminó su cuerpo. Eso genera miedo, porque el sitio donde desapareció la pareja de jubilados está muy cerca del mar”.

Esa proximidad con la costa patagónica, de belleza imponente pero impredecible, se ha convertido en el gran desafío de los equipos de búsqueda. Las mareas intensas, los cambios abruptos del clima y el aislamiento dificultan cada operativo. Los rescatistas describen el paisaje como un terreno árido, donde el viento puede borrar huellas en cuestión de minutos y la señal de los dispositivos se pierde con frecuencia.

A pesar de esas condiciones adversas, las fuerzas de seguridad no detienen su despliegue. Participan agentes de la Policía del Chubut, Prefectura Naval, Gendarmería Nacional, bomberos voluntarios y grupos de rescate especializados. Los perros entrenados rastrean posibles senderos humanos y los drones sobrevuelan la zona costera buscando algún indicio visual. “Estamos cubriendo cada metro cuadrado. No descartamos ninguna hipótesis”, señalaron fuentes del operativo.

Entre los indicios más recientes, los investigadores mencionaron la presencia de fogatas encendidas hace pocos días en los alrededores del lugar donde se encontró la camioneta. Sin embargo, no hay certezas de que hayan sido realizadas por Kreder y Morales. Tampoco se hallaron restos de alimentos, ropas o pertenencias personales que permitan confirmar su vínculo con la pareja.

Las hijas de los jubilados, que siguen de cerca el operativo desde el primer día, viven en un estado de angustia y desesperación. Han pedido públicamente que se mantenga la búsqueda activa y que no se descarte ninguna línea de investigación. “Queremos saber qué pasó con nuestros padres. No pueden haberse esfumado así”, declaró una de ellas con la voz quebrada.

El entorno familiar describió a Pedro y Juana como personas tranquilas, muy unidas y amantes de la naturaleza. Ambos eran jubilados y solían realizar pequeñas escapadas por la región, disfrutando del paisaje patagónico y la tranquilidad del interior chubutense. Por eso, la hipótesis de una desaparición voluntaria fue descartada desde el inicio.

A medida que avanzan los días, la incertidumbre se mezcla con la esperanza. Los vecinos de las zonas rurales cercanas se han sumado al operativo, ofreciendo alimentos, vehículos y alojamiento para los rescatistas. “Es una comunidad que se moviliza cuando uno de los suyos está en peligro. Todos queremos encontrarlos con vida”, comentó un lugareño que participó en las tareas.

El caso también ha reavivado debates sobre la seguridad en áreas rurales y costeras del sur argentino. Expertos en geografía y rescate han señalado que muchos sectores carecen de señalización, controles o refugios seguros. “En esos lugares, un simple desperfecto mecánico o un cambio de clima puede transformarse en una emergencia grave”, explicó un especialista en emergencias rurales.

La preocupación no se limita a la falta de infraestructura. Los antecedentes, como el de Barría, dejaron una huella de temor y respeto hacia el mar patagónico, cuyas corrientes son tan poderosas como impredecibles. Pescadores locales han contado que, en ciertas temporadas, las mareas arrastran objetos y animales a kilómetros de distancia, haciendo extremadamente difícil cualquier tipo de búsqueda.

La desaparición de Pedro y Juana ha sido tema recurrente en los medios nacionales. Cada nueva información genera una ola de solidaridad, pero también de presión sobre las autoridades. El gobierno provincial ha asegurado que “no se escatiman recursos” y que la prioridad absoluta es encontrarlos. Sin embargo, el tiempo transcurrido sin resultados concretos comienza a inquietar a los investigadores.

“Hay muchas hipótesis abiertas: desde un accidente por desorientación, hasta un hecho de inseguridad o un fenómeno natural”, señaló un vocero policial. Las pericias sobre el vehículo podrían aportar datos clave, como si hubo terceros involucrados o si el motor se detuvo por un desperfecto. Por el momento, todo está bajo análisis.

Los medios locales destacan que la zona donde fue hallada la camioneta está a menos de 10 kilómetros del mar, y que existen caminos secundarios que solo conocen los lugareños. Las condiciones meteorológicas, con lluvias intermitentes y ráfagas de viento, complican aún más las tareas.

Mientras tanto, las autoridades piden prudencia ante la difusión de rumores que circulan en redes sociales. En los últimos días se viralizaron versiones sin fundamento sobre presuntos avistamientos o pistas falsas, lo que desvió momentáneamente los recursos del operativo. “Toda información debe ser verificada antes de difundirla. En estos casos, el tiempo y la precisión son vitales”, advirtieron desde la policía.

Los expertos coinciden en que la clave podría estar en una pequeña franja de terreno entre la costa y el interior desértico, donde la pareja podría haberse desorientado. “Una noche de viento fuerte, sin referencias visuales, puede hacer que una persona pierda completamente el rumbo”, explican los especialistas.

A pesar de los días transcurridos, la esperanza no se apaga. Los rescatistas continúan las búsquedas cada mañana, recorriendo senderos, cañadones y dunas, revisando cuevas y refugios improvisados. Cada pequeño hallazgo —una huella, un rastro de fuego, una prenda— es analizado con rigurosidad.

La comunidad chubutense observa con preocupación el avance de las tareas, mientras los familiares de los desaparecidos mantienen la fe. “No vamos a rendirnos. Queremos volver a abrazarlos”, repiten sus hijas.

El misterio de Pedro y Juana se suma a la lista de historias inexplicables que conmocionan al sur del país. Una mezcla de naturaleza indómita, silencio y tragedia envuelve este caso que, más allá de las hipótesis, recuerda la fragilidad humana frente a los elementos.

Las autoridades insisten en que las búsquedas continuarán “hasta agotar todos los recursos posibles”. Mientras tanto, la población local vive entre la esperanza y el miedo, observando cómo cada nuevo día trae más preguntas que respuestas.

La desaparición de esta pareja de jubilados ha dejado una huella en la memoria colectiva de Chubut, una provincia acostumbrada a convivir con paisajes majestuosos, pero también con misterios que el viento parece guardar celosamente. La búsqueda sigue, y con ella, la esperanza de que el silencio del desierto patagónico finalmente hable.