Como una rutina, la pareja cargaba combustible siempre en la misma estación, pero en este último viaje -ocurrido en el año 2017- alteraron ese rumbo. Por eso, nunca tomaron el desvío a la ruta 16, para ir desde Cruz del Eje hacia Deán Funes.
Esta vez, siguieron varios kilómetros por un camino pavimentado, que luego se convierte en ripio. En un punto, el paisaje deja de lado los poblados para pasar a ser sólo rural, pero las huellas continúan, pese a que los árboles hacen que cada vez el espacio sea más angosto. Hasta que la salina lo cubre todo. Y ya no hay más huellas.
En ese lugar se encontró el auto: hubo que pasar entre varios árboles y subir montículos de tierra rodeados de la infinita salina.
Una travesía propia de aventureros en 4x4 con GPS, no de dos jubilados en un Renault 9 que sólo querían visitar a su familia y disfrutar de la doma y del folklore.
El cadáver de Ramón se encontró un día después del de su mujer, Rosalia, a unos 2.000 metros de ella y alejado unos 80 metros del termo de agua que habría llevado para buscar, justamente, un poco de agua.
La casa más cercana al lugar donde fueron hallados está a unos cinco kilómetros, según el comisario Rubén Turri.
"Ellos han andado en los salitrales, se metieron por un camino y empezaron a dar vuelta entre medio de bordos y arbustos”, explicó un investigador al diario La Voz.
Mientras el Renault 9 deambulaba con rumbo incierto por la salina, el terreno le jugó una mala pasada y se empantanó. Hizo marcha atrás y logró despegarse, pero luego de cambiar de dirección volvió a quedarse para no volver a salir. La noche se cerró y el calor del día fue letal.