CONSTERNACIÓN

Mercedes Ninci reveló estremecedores detalles del asesinato de María Susana Rodríguez: "Se nos fue..."

El barrio de las barrancas de San Isidro se despertó en silencio, con una calma extraña, casi fúnebre. La noticia corrió rápido entre los vecinos: María Susana Rodríguez Iturriaga, una mujer de 81 años, había sido hallada muerta dentro de su casa, una elegante propiedad de estilo clásico sobre la calle Urquiza al 1100.

Mercedes Ninci reveló estremecedores detalles del asesinato de María Susana Rodríguez: Se nos fue...

El barrio de las barrancas de San Isidro se despertó en silencio, con una calma extraña, casi fúnebre. La noticia corrió rápido entre los vecinos: María Susana Rodríguez Iturriaga, una mujer de 81 años, había sido hallada muerta dentro de su casa, una elegante propiedad de estilo clásico sobre la calle Urquiza al 1100. La mujer era muy conocida en la zona, no solo por su larga residencia allí, sino también por su carácter amable y reservado. Aquella mañana, la rutina cotidiana se interrumpió abruptamente por la presencia de patrulleros, ambulancias y peritos trabajando bajo un cielo gris que parecía acompañar el horror.

Según confirmaron fuentes policiales, Rodríguez Iturriaga vivía sola, y sus familiares la visitaban con frecuencia. Nada hacía prever que su vivienda sería escenario de un crimen tan brutal. Los delincuentes ingresaron tras forzar una de las ventanas laterales, aprovechando la oscuridad y el silencio de la madrugada. Una vez dentro, la ataron, la golpearon y finalmente la mataron, escapando después con objetos de valor que aún no fueron totalmente identificados.

La escena que encontraron los efectivos fue desgarradora. El cuerpo de la víctima yacía en una de las habitaciones, con señales evidentes de haber sufrido una golpiza feroz. Los investigadores sospechan que los agresores actuaron con extrema violencia, probablemente desbordados por la desesperación o la sorpresa de haber sido descubiertos.

La fiscalía de San Isidro ordenó de inmediato una serie de medidas y el inicio de una investigación urgente. Lo que al principio parecía un robo al voleo comenzó a adquirir tintes más oscuros: había indicios de planificación y conocimiento previo sobre los movimientos de la víctima.

Con el paso de las horas, la Policía bonaerense logró detener a los principales sospechosos, gracias a un trabajo conjunto entre las brigadas de investigaciones y los peritos de criminalística. El dato clave que permitió orientarlos hacia los responsables surgió de una pista insólita y macabra.

De acuerdo con información revelada por Radio Mitre y la periodista Mercedes Ninci, uno de los implicados envió un mensaje de WhatsApp a su jefe apenas después del crimen. En el texto, escribió una frase escalofriante: “Se nos fue la mano con la vieja”. Ese mensaje, descubierto durante las primeras diligencias, fue determinante para su identificación y captura.

El destinatario, sorprendido por la confesión implícita, no dudó en alertar a las autoridades. Desde ese momento, la investigación tomó un nuevo rumbo. La Policía rastreó la señal del teléfono celular y, tras varios allanamientos en la zona norte del conurbano, logró dar con los sospechosos.

Entre los detenidos se encuentra Miguel Ángel Viella, quien sería uno de los autores materiales del asesinato. En su domicilio, los efectivos hallaron un cartel escrito a mano que llamó poderosamente la atención de los investigadores: “En barrio de ricachones, ni armas ni rencores”.

Esa frase, más allá de su aparente ironía, remitió inmediatamente al recordado robo al Banco Río de Acasuso, ocurrido en enero de 2006, uno de los episodios criminales más famosos de la historia reciente argentina. En aquella ocasión, los asaltantes también dejaron una inscripción en la pared del banco: “En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es solo plata y no amores”.

La similitud no pasó desapercibida. Para los investigadores, no se trata de una simple coincidencia, sino de una posible referencia deliberada. Viella y sus cómplices podrían haber intentado imitar, de manera grotesca, aquel golpe delictivo que se convirtió en mito popular. Sin embargo, el desenlace fue muy diferente: esta vez, no hubo una operación calculada ni sin armas, sino una agresión brutal que terminó con la vida de una mujer indefensa.

Los peritos encontraron además varios objetos pertenecientes a la víctima en poder de los detenidos. Relojes, una pequeña caja de joyas y dinero en efectivo fueron incautados durante los procedimientos. También se hallaron guantes y herramientas que habrían sido utilizadas para forzar las aberturas de la vivienda.

Mientras tanto, los vecinos del barrio siguen conmocionados. La zona de las barrancas de San Isidro, tradicionalmente tranquila y custodiada, nunca había sido escenario de un crimen de tal magnitud en los últimos años. Los vecinos más cercanos describieron a Rodríguez Iturriaga como “una señora encantadora”, “muy educada” y “de hábitos fijos”. Casi todos coinciden en que era una persona discreta, que rara vez salía de noche y que siempre mantenía su casa en perfecto orden.

Una vecina que prefirió no dar su nombre aseguró entre lágrimas: “Esto nos destruyó a todos. No se puede entender tanta maldad contra una persona mayor que no le hacía daño a nadie. Ella ayudaba a los chicos del barrio, era una mujer buena. No merecía morir así”.

El crimen, más allá del dolor que generó, volvió a poner sobre la mesa el debate sobre la inseguridad en el conurbano bonaerense, especialmente en sectores residenciales de alto poder adquisitivo. Aunque San Isidro cuenta con patrullajes frecuentes y sistemas de cámaras, los delincuentes parecen haber estudiado el terreno para actuar en el momento justo.

Las autoridades locales confirmaron que la fiscalía está analizando cámaras de seguridad privadas y municipales que podrían haber captado el movimiento del vehículo en el que escaparon los sospechosos. Hasta el momento, se cree que huyeron en un auto robado, el cual fue hallado días después abandonado en la localidad de Béccar.

La reconstrucción de los hechos, según la investigación preliminar, sugiere que los atacantes ingresaron alrededor de las tres de la madrugada, permanecieron en la casa menos de una hora y se retiraron dejando todo revuelto. Sin embargo, algunos indicios apuntan a que la víctima podría haber reconocido a uno de ellos, lo que habría desatado el ataque fatal.

El caso generó fuerte repercusión mediática, especialmente luego de que Mercedes Ninci relatara en detalle cómo se descubrió el crimen y cómo avanzaron los allanamientos. En su informe, la periodista destacó el contraste entre el silencio del barrio y la violencia de los hechos: “San Isidro está acostumbrado a vivir tranquilo, pero hoy sus vecinos sienten miedo. Este asesinato los marcó profundamente”.

Las redes sociales también se llenaron de mensajes de indignación y pedidos de justicia. Numerosos usuarios expresaron su repudio ante la brutalidad del ataque y exigieron que los responsables reciban la pena máxima. Algunos incluso organizaron una pequeña vigilia frente a la casa de la víctima, donde colocaron velas, flores y una fotografía de Rodríguez Iturriaga.

A medida que avanza la investigación, la fiscalía intenta determinar si hubo un entregador o alguien que facilitó información interna sobre la vivienda. El hecho de que los delincuentes supieran por dónde ingresar y qué objetos buscar sugiere que no fue un robo improvisado, sino un plan pensado con antelación.

Por ahora, los detenidos permanecen bajo custodia, imputados por el delito de “homicidio agravado en ocasión de robo”, una figura que prevé pena de prisión perpetua. En las próximas semanas, serán llamados a declarar ante el fiscal de turno, quien ya anticipó que existen pruebas sólidas que los vinculan directamente con el crimen.

En tanto, el barrio sigue intentando recuperar la calma perdida. Las calles de las barrancas de San Isidro, habitualmente silenciosas y bordeadas de árboles centenarios, se convirtieron en escenario de una pesadilla. Las cámaras de televisión aún permanecen en la zona, mientras los vecinos cierran sus persianas antes de la noche y miran con desconfianza a los extraños.

La sensación de inseguridad volvió a instalarse incluso entre quienes se sentían a salvo tras las rejas y las alarmas. Porque esta vez, el miedo no golpeó en los márgenes del conurbano, sino en el corazón de uno de sus barrios más elegantes.

El crimen de María Susana Rodríguez Iturriaga no solo deja una víctima, sino también una profunda herida en la comunidad. Una herida que tardará mucho tiempo en cicatrizar.