La causa quedó caratulada como “averiguación de homicidio”, y está en manos de la Fiscalía de Distrito Núñez-Saavedra, a cargo de José Campagnoli.
Una casona histórica, un hombre solitario y un pasado inquietante
El crimen ocurrió en una de las pocas casonas centenarias que aún sobreviven en el barrio de Núñez, escondida detrás de una vegetación frondosa que cubre parte del frente. Según contaron quienes lo conocían, José había heredado la casa de sus padres y vivía solo desde hacía años.
A simple vista, el interior de la vivienda estaba revuelto, deteriorado y repleto de objetos acumulados, pero la mayoría de los vecinos señalaron que ese desorden no necesariamente era indicio de una irrupción violenta: José tenía la costumbre de acumular cosas encontradas en la calle.
“Vivía como un indigente, pero no lo era”, relató una vecina. Otros mencionaron que solía andar por el barrio con un gatito y que mantenía una rutina tranquila, casi invisible.
Un comerciante de la zona sumó otro dato: varias veces José había recibido ofertas millonarias por la propiedad, pero siempre se negó a venderla: “Le ofrecieron hasta un millón de dólares. Él dijo que no”.
El dato clave: “Él lo advirtió muchas veces y nadie lo escuchó”
Fue después de conocerse la noticia cuando varios vecinos decidieron acercarse a los medios y relatar algo inquietante: José había advertido en numerosas ocasiones que querían entrarle a la casa.
Ayelén, una vecina que lo conocía desde chica, fue una de las primeras en contarlo. “Varias veces vimos gente rondando la casa. Les decíamos que se fueran porque estaba habitada”, relató. Según ella, no solo había riesgo de robo, sino también de usurpación, un problema creciente en algunas zonas de la Ciudad.
Pero lo más impactante llegó después: el domingo, horas antes del hallazgo del cuerpo, su sobrino vio a dos personas saliendo de la casa y abriendo la reja “como si nada”, un movimiento que ahora cobra una nueva dimensión.
“Tiene que haber justicia. Él advirtió muchas veces lo que estaba pasando y no lo escucharon”, insistió Ayelén. En la puerta de la casona pegó dos carteles: “Justicia por Alberto” y “No lo escucharon”.
Ese es hoy el punto de partida de una nueva línea investigativa.
Una escena que desconcierta incluso a los peritos
Para los investigadores, estos elementos podrían indicar que la víctima conocía a su agresor, que permitió el ingreso o que fue sorprendida por alguien con acceso previo a la casa.
La revisión de cámaras de seguridad en la zona será crucial para establecer si las personas vistas saliendo de la vivienda el domingo tienen relación con el crimen.
Autopsia, cámaras y un dato que puede cambiar todo
La autopsia definirá la mecánica de la muerte y el rango horario exacto del crimen. Ese dato permitirá cruzarlo con los registros fílmicos del barrio.
La División Homicidios ya trabaja sobre los testimonios de quienes vieron movimientos extraños alrededor de la casona los días previos.
El testimonio del sobrino que vio a dos personas salir de la vivienda podría convertirse en una pieza central del caso.