REVELACIONES

Quién es el Gordo Dylan, qué vínculo tenía con Lara Gutiérrez y por qué habría desencadenado el aberrante triple crimen

En el marco de una investigación que no deja de sumar giros inesperados, un nuevo nombre se incorporó a la lista de sospechosos del triple crimen de Florencio Varela, un caso que conmocionó al país por la brutalidad de los hechos y por la red de relaciones que se revelan día a día. Se trata de “Gordo Dylan”, un hombre que apareció en una imagen junto a Lara Gutiérrez y “Pequeño J”, y que ahora se encuentra en el centro de las hipótesis que manejan los investigadores.

Quién es el Gordo Dylan, qué vínculo tenía con Lara Gutiérrez y por qué habría desencadenado el aberrante triple crimen

En el marco de una investigación que no deja de sumar giros inesperados, un nuevo nombre se incorporó a la lista de sospechosos del triple crimen de Florencio Varela, un caso que conmocionó al país por la brutalidad de los hechos y por la red de relaciones que se revelan día a día. Se trata de “Gordo Dylan”, un hombre que apareció en una imagen junto a Lara Gutiérrez y “Pequeño J”, y que ahora se encuentra en el centro de las hipótesis que manejan los investigadores.

El caso, que tuvo como víctimas fatales a Lara Gutiérrez (15), Brenda del Castillo (20) y Morena Verdi (20), sigue arrojando pistas que, más que aclarar el panorama, parecen abrir nuevos interrogantes. La revelación de la identidad de este nuevo sospechoso no surgió de manera fortuita, sino que fue consecuencia directa de una foto captada por las cámaras de seguridad en La Matanza, más precisamente en la intersección de Rivadavia y La Fuente, en el barrio porteño de Flores.

En esa imagen se puede ver a Lara caminando junto a Pequeño J, Gordo Dylan y una joven que, hasta hace poco, era una figura desconocida para la opinión pública. Hoy, sin embargo, su testimonio se convirtió en una pieza central de la causa: es la testigo principal del triple crimen, la que permitió reconstruir parte del rompecabezas criminal y darle un contexto más amplio al accionar de la banda involucrada.

Según sus declaraciones, Gordo Dylan habría mantenido una relación sentimental con Lara Gutiérrez antes del asesinato, lo que abre un abanico de posibles móviles vinculados a vínculos personales, traiciones internas y maniobras delictivas. Aunque su nombre real todavía no fue revelado oficialmente, las fuentes judiciales sostienen que su participación en el hecho podría ser mucho más relevante de lo que se pensaba en un principio.

En palabras del periodista Sebastián Domenech, durante el programa Arriba Argentinos emitido por El Trece:

“Estaría en el centro de esta supuesta mexicanada”.

La frase resume la sospecha de que Gordo Dylan no fue un simple espectador ni un actor periférico, sino un engranaje clave en una operación que, según las hipótesis, habría mezclado un robo millonario con una represalia narco.

El periodista Gustavo Carabajal agregó otro dato que podría resultar determinante para el avance de la causa. Durante su participación en La Nación Más, afirmó:

“El Gordo Dylan aparentemente mandó a Lara a robar. Se robaron USD$50.000, con esa plata se compró un departamento en el bloque 17 de los monoblocks de La Tablada”.

Este dato económico podría ser la clave para que el fiscal Adrián Arribas logre unir las piezas sueltas del caso. El dinero robado, presuntamente en una operación organizada por Gordo Dylan, sería el desencadenante de una cadena de venganzas internas dentro de una estructura criminal vinculada al narcotráfico. De acuerdo con esta teoría, Lara Gutiérrez habría sido el blanco principal de la represalia, mientras que Brenda del Castillo y Morena Verdi fueron “daños colaterales” en un acto planificado para enviar un mensaje dentro del ambiente narco.

El triple crimen de Florencio Varela se cometió con una violencia extrema y dejó en evidencia la existencia de bandas que operan con lógicas propias de organizaciones criminales más grandes, con jerarquías internas, ajustes de cuentas y silencios impuestos.

La posibilidad de que el móvil central haya sido un robo interno a una banda narco explica muchos de los elementos que hasta el momento parecían desconectados. El robo de USD$50.000, la compra de un inmueble, las relaciones cruzadas entre los sospechosos y las víctimas, y la posterior tortura y asesinato de tres jóvenes apuntan a un contexto delictivo que excede un simple conflicto personal.

En este marco, el fiscal Arribas avanza en la reconstrucción de los movimientos de cada implicado en las horas previas al triple crimen, un trabajo que requiere cruzar imágenes de cámaras de seguridad, testimonios y pericias forenses. El caso, que comenzó con la detención de un grupo inicial de nueve sospechosos, ahora se ramifica hacia nuevos nombres y posibles autores intelectuales.

Tal como explicó Domenech,

“Todavía no está claro si todos estos personajes —Osorio, el Gordo Dylan, Pequeño J— estuvieron físicamente en la escena del crimen, o si hay una segunda escena, una intelectual”.

La referencia a una “segunda escena intelectual” no es menor: plantea la posibilidad de que quienes idearon el crimen no necesariamente estuvieron presentes durante la tortura y ejecución de las víctimas, sino que habrían coordinado cada movimiento desde afuera, delegando las acciones en personas de confianza.

Esto podría implicar una reconfiguración completa de la imputación penal, con la inclusión de figuras legales que contemplan la autoría intelectual, la planificación y la asociación ilícita.

La foto tomada en Flores adquiere entonces un valor probatorio central. No se trata solo de una imagen ocasional, sino de una prueba que vincula físicamente a varios de los principales sospechosos días antes del crimen, permitiendo inferir que existió una coordinación previa.

Además, el hecho de que la principal testigo estuviera en esa misma escena abre la posibilidad de que ella haya sido testigo de conversaciones, acuerdos o movimientos logísticos previos. Su testimonio, que por ahora se mantiene en reserva para proteger su identidad, fue clave para poner en el radar a Gordo Dylan y establecer conexiones que antes no estaban del todo claras para los investigadores.

A medida que pasan las semanas, la investigación del triple crimen de Florencio Varela deja al descubierto una red compleja de relaciones personales, intereses económicos y poder narco. Cada nueva revelación genera tanto expectativas como tensiones: las familias de las víctimas exigen justicia, mientras que los abogados defensores de los acusados buscan desvincular a sus representados, apelando a contradicciones en las declaraciones y a posibles lagunas en la recolección de pruebas.

La figura de Gordo Dylan emerge en este contexto como una pieza incómoda pero fundamental. Su rol como ex pareja de Lara, supuesto instigador de un robo millonario y posible eje de la represalia criminal, lo coloca en el centro de la escena judicial y mediática. Aunque todavía no se ha ordenado su detención formal, su nombre ya circula en los pasillos judiciales y en los programas de televisión como uno de los principales sospechosos.

El fiscal Arribas y su equipo trabajan para determinar si Gordo Dylan participó directamente en la ejecución del crimen, si fue quien dio las órdenes, o si simplemente formó parte de la cadena de acontecimientos que derivaron en la tragedia. La respuesta a esa pregunta será crucial para definir su grado de responsabilidad penal.

En paralelo, los investigadores no descartan que aparezcan nuevos implicados. Las declaraciones cruzadas entre los detenidos, la aparición de testigos clave y el análisis de los vínculos de los sospechosos podrían derivar en nuevas detenciones en los próximos días.

Mientras tanto, la comunidad de Florencio Varela permanece conmocionada. El triple crimen no solo dejó tres vidas truncadas, sino que también expuso la presencia de organizaciones criminales que operan en barrios populares, con una capacidad de acción y violencia que preocupa tanto a las autoridades judiciales como a los vecinos.

Cada pieza que se suma al caso permite entender mejor un entramado donde el dinero, la traición y el poder criminal se cruzan con la vida cotidiana de jóvenes que, en muchos casos, estaban inmersos en un contexto de vulnerabilidad. La aparición de Gordo Dylan como nuevo sospechoso no cierra la historia, sino que abre un nuevo capítulo en una investigación que se sigue ampliando y que, a casi dos meses de los hechos, está lejos de resolverse completamente.