DOLOR ABSOLUTO

Se reveló cómo fue la aberrante herida que le provocó la muerte a Lara Gutiérrez

A pocos días de haberse conocido el triple crimen que conmocionó a Florencio Varela, un nuevo dato estremecedor surgió de la investigación judicial. Se trata del resultado oficial de la autopsia practicada a Lara Gutiérrez, una de las tres jóvenes halladas sin vida en el interior de una vivienda del sur del conurbano bonaerense.

Se reveló cómo fue la aberrante herida que le provocó la muerte a Lara Gutiérrez

A pocos días de haberse conocido el triple crimen que conmocionó a Florencio Varela, un nuevo dato estremecedor surgió de la investigación judicial. Se trata del resultado oficial de la autopsia practicada a Lara Gutiérrez, una de las tres jóvenes halladas sin vida en el interior de una vivienda del sur del conurbano bonaerense. El informe forense reveló con precisión quirúrgica la herida letal que acabó con su vida, y dejó en evidencia el nivel de violencia que se ejerció durante el brutal ataque.

Según el documento elaborado por los especialistas de la Morgue Judicial de Temperley, la adolescente murió como consecuencia de un shock hipovolémico, provocado por una pérdida masiva de sangre. Los peritos detectaron en su cuerpo tres heridas punzocortantes de consideración y múltiples cortes menores, aunque fue una de ellas la que determinó el desenlace fatal: un tajo profundo en el cuello que le seccionó la arteria carótida primitiva derecha, provocando una hemorragia irreversible.

Los investigadores indicaron que la lesión mortal fue infligida con un arma blanca de características compatibles con el cuchillo de mango negro hallado en la escena del crimen. Esta evidencia es clave para reconstruir los últimos momentos de Lara y podría vincular directamente a los responsables con el arma homicida.

El hallazgo del cuerpo estuvo marcado por detalles que reflejan una situación de extrema violencia y sometimiento. Lara fue encontrada con una mordaza de cinta plástica en la boca, las rodillas atadas con otra cinta adhesiva y los tobillos amarrados con un cordón, señales inequívocas de que fue reducida y retenida contra su voluntad. A su alrededor se hallaron fragmentos de vidrio verde, aunque el análisis descartó la presencia de signos de ataque de fauna cadavérica, lo que permite estimar con mayor precisión el tiempo transcurrido desde su muerte hasta el hallazgo.

Para los peritos, el escenario no deja dudas: Lara fue víctima de un ataque salvaje, con signos claros de tortura y violencia extrema. Su cuerpo hablaba por sí solo: múltiples lesiones defensivas, ataduras, mordaza y una herida letal cuidadosamente dirigida. Nada sugiere un crimen improvisado. Por el contrario, todo indica una agresión planificada, meticulosa y con un alto grado de brutalidad.

En medio del horror, un elemento paralelo llamó la atención de los investigadores: una entrevista televisiva que Lara había brindado semanas antes de ser asesinada, en la que aparecía bajo el seudónimo de “Luna” y afirmaba tener 20 años. En esa aparición pública, la joven denunció en cámara que era acosada por vecinos del barrio, quienes, según su relato, las fotografiaban y filmaban sin su consentimiento.

“Nos sacaban fotos y nos grababan sin nuestro consentimiento. Eso me parece una falta de respeto total”, expresó Lara en aquella nota, mirando directo a cámara y dejando en claro su malestar. También aprovechó para negar ejercer la prostitución en la vía pública, aclarando que el sitio donde se encontraban era un punto de encuentro con clientes, pero que no trabajaban en la calle como se había sugerido en algunos medios locales.

Esta entrevista tomó una nueva dimensión tras el crimen. Para los investigadores, podría aportar pistas sobre posibles conflictos previos o situaciones de hostigamiento que rodeaban a las víctimas. No se descarta que la joven, sin saberlo, haya expuesto públicamente detalles que incomodaron a ciertas personas, convirtiéndola en blanco de represalias o amenazas.

El triple crimen de Lara Gutiérrez, Brenda del Castillo y Morena Verdi generó una profunda conmoción social. Las tres jóvenes fueron encontradas sin vida en circunstancias que, al día de hoy, siguen rodeadas de interrogantes. La Justicia trabaja para reconstruir qué sucedió en las horas previas a los asesinatos, cuál fue la secuencia exacta de los hechos y, sobre todo, quiénes fueron los responsables directos e intelectuales de semejante masacre.

El caso presenta múltiples líneas de investigación. Por un lado, las características del crimen apuntan a un ataque planificado, con métodos que revelan organización y conocimiento sobre cómo inmovilizar a las víctimas. Por otro, se analizan posibles móviles vinculados a ajustes de cuentas, conflictos personales, actividades ilícitas y amenazas previas. Cada detalle cobra relevancia en un expediente que crece día a día.

Las autopsias realizadas sobre los tres cuerpos resultaron cruciales. En el caso de Lara, el shock hipovolémico provocado por la lesión en la carótida fue fulminante: según los peritos, la muerte se produjo en cuestión de minutos. La magnitud de la herida no le dio ninguna posibilidad de sobrevida ni siquiera con una asistencia médica inmediata. Este dato es clave para establecer el momento exacto de su muerte, así como para determinar si fue atacada en el mismo lugar donde se la halló o si fue trasladada desde otro sitio.

La escena donde aparecieron los cuerpos se mantuvo bajo estrictas medidas de preservación durante varios días. El personal de Policía Científica recolectó huellas, rastros biológicos y objetos que podrían contener ADN de los agresores. Entre ellos, además del cuchillo de mango negro, se incautaron trozos de cinta adhesiva, restos de cordones y prendas ensangrentadas que ahora están siendo analizadas en laboratorios forenses.

Uno de los elementos más inquietantes para los investigadores es la posibilidad de que las víctimas hayan sido torturadas antes de ser asesinadas. Las lesiones defensivas en el cuerpo de Lara, sumadas a las ataduras, sugieren que luchó desesperadamente por su vida, pero fue reducida con una violencia desmedida.

Fuentes judiciales no descartan que el mismo grupo haya actuado contra las tres jóvenes de manera coordinada. La simultaneidad de los asesinatos y la similitud en los métodos utilizados fortalecen esta hipótesis. Si se confirma, estaríamos frente a un crimen múltiple ejecutado con frialdad y precisión, lo que marcaría un precedente escalofriante en la región.

Mientras tanto, la causa judicial continúa abierta y en pleno desarrollo. Los fiscales a cargo analizan testimonios, registros telefónicos, cámaras de seguridad de la zona y los antecedentes de personas allegadas a las víctimas. La reconstrucción de las últimas horas de vida de Lara, Brenda y Morena se convirtió en una pieza central de la investigación.

El entorno de las jóvenes es otro aspecto que se analiza con lupa. Las denuncias de Lara sobre el acoso de vecinos y el registro no consentido de imágenes levantaron sospechas sobre posibles conflictos vecinales que podrían haber escalado. Al mismo tiempo, se estudian posibles vínculos con redes delictivas, dado que la modalidad del crimen sugiere una organización que va más allá de un simple hecho de violencia doméstica o barrial.

La sociedad observa con atención cada avance. El caso no solo conmocionó por la brutalidad de los asesinatos, sino también por el perfil de las víctimas: tres jóvenes que compartían un mismo entorno y que fueron atacadas de manera feroz. Las movilizaciones en Florencio Varela y en distintos puntos del conurbano reflejan el clamor por justicia y el miedo creciente ante un crimen que parece tener raíces más profundas de lo que inicialmente se pensaba.

La muerte de Lara Gutiérrez se convirtió en un símbolo de la violencia que sufren muchas jóvenes en contextos vulnerables. Su testimonio televisivo, que en su momento pasó casi desapercibido, hoy resuena como un grito de advertencia que no fue escuchado a tiempo. Las autoridades judiciales y policiales se enfrentan al desafío de resolver un caso complejo, con múltiples actores y móviles entrelazados, para llevar ante la Justicia a todos los responsables.

La investigación avanza, pero el camino es largo. Cada informe forense, cada testimonio y cada pericia técnica se integran a un rompecabezas que todavía tiene demasiadas piezas sueltas. Lo único que parece claro es que Lara, Brenda y Morena fueron víctimas de un acto atroz, que dejó al descubierto no solo la crueldad de sus agresores, sino también las falencias estructurales que muchas veces permiten que crímenes de esta magnitud se gesten en silencio.

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