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Llamar a emergencias de inmediato
Lo primero es comunicarse con el 911 (o el número local de urgencias). Activá el altavoz del celular para mantener la línea abierta y, si podés, dejá la puerta de tu casa sin llave para facilitar el ingreso del personal médico.
Masticar aspirina
Mientras llega la ayuda, se recomienda masticar y tragar entre 200 y 300 mg de aspirina, siempre que no seas alérgico ni tengas contraindicación médica. Masticarla permite que actúe más rápido y ayuda a que el coágulo que obstruye la arteria no siga creciendo.
Evitar cualquier esfuerzo innecesario
No intentes manejar, caminar largas distancias ni realizar movimientos bruscos. Esto aumenta la exigencia sobre el corazón y puede empeorar el cuadro.
Mantener una postura segura
Lo más recomendable es sentarse o recostarse con la espalda recta, en una posición cómoda que facilite la respiración.
Respirar lento y profundo
Inspirar y exhalar de manera pausada contribuye a que el corazón trabaje con menor presión y ayuda a mantener la calma mientras llega la asistencia.
Toser y golpearse el pecho: mitos que pueden ser peligrosos
Existen creencias de que toser fuerte o golpearse el pecho puede detener un ataque cardíaco. Esto es falso para un infarto real y puede ser peligroso. La llamada “reanimación con tos” solo se aplica en situaciones muy específicas de ciertos tipos de arritmias, bajo supervisión médica y con monitoreo cardíaco, generalmente dentro de un hospital.
Si ocurre un infarto estando solo, estas prácticas no desobstruyen la arteria ni revierten el cuadro. Pueden aumentar la presión sobre el corazón y empeorar la situación.
La forma más segura de ganar tiempo es llamar de inmediato a emergencias, masticar aspirina si no hay contraindicación, mantenerse quieto, adoptar una postura cómoda y respirar profundo hasta que llegue la asistencia médica.
Prevención: hábitos que reducen el riesgo infarto
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Controlar la presión arterial y los niveles de colesterol.
Mantener una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y bajo consumo de grasas saturadas.
Realizar actividad física regularmente.
Evitar fumar y el consumo excesivo de alcohol.
Realizar chequeos médicos, especialmente si existen antecedentes familiares de enfermedades cardíacas.
Adoptar estos hábitos no solo disminuye la probabilidad de sufrir un infarto, sino que también mejora la salud general del corazón y la calidad de vida.