El fiscal del caso pidió investigar a un profesional que llegó con la ambulancia que asistió al ingeniero Roberto Wolfenson ese día al domicilio. Se cree que dio un nombre falso al registrarse para entrar al barrio cerrado.
Roberto Wolfenson tenía 71 años (Foto: archivo).
El crimen del ingeniero Roberto Wolfenson en el country de Pilar es todavía un misterio. Mientras los investigadores intentan descubrir qué fue lo que ocurrió, ahora se supo que el fiscal del caso pidió indagar al presunto médico de la ambulancia que asistió ese día al domicilio.
Es que, de acuerdo a datos de la causa, el individuo que ingresó al barrio cerrado dio un nombre que no era el suyo al registrarse en la entrada. El hecho se dio a conocer luego de que el fiscal contactara a la empresa proveedora de ambulancias para dar con el presunto profesional que fue a constatar el óbito tras el hallazgo del cuerpo.
Tras esto, y de manera sorpresiva, los investigadores pudieron verificar que quien había certificado la muerte no había trabajado ese día. No solo eso, se descubrió, además, que la persona que había entrado al country se había logueado en el sistema de la empresa con su propio nombre de usuario y clave, pero se había presentado ante la seguridad con otra identidad.
Más tarde, al analizar las imágenes, descubrieron de quién se trataba. En rigor, los investigadores creen que es el hermano del médico, que también tiene matrícula. Por ello, Germán Camafreita, de la UFI N° 3 de San Isidro, pidió a la Fiscalía General de ese departamento que designe al nuevo fiscal que investigará al presunto médico.
El crimen ocurrió en el country La Delfina, de Pilar. Lo que comenzó como un día común para Wolfenson pronto se convirtió en una escena digna de una novela policial, con tintes que recuerdan al asesinato de María Marta García Belsunce.
Ese día, en una típica rutina casera, la empleada doméstica de Wolfenson dejó la residencia después de recibir instrucciones de su jefe para preparar el cuarto de invitados, ya que una persona se iba a instalar en la casa.
El día siguiente, el profesor de piano de Wolfenson llegó a las 17 para tener una clase con el jubilado. Sin embargo, se encontró con la puerta del inmueble cerrada y la falta de respuesta a sus llamadas. Ante esto, decidió alertar a los guardias del country.
Con un mal presentimiento, juntos, decidieron ingresar por la puerta de servicio de la residencia. Una vez dentro, se toparon con el horror: el cuerpo inerte de Roberto Wolfenson yacía en el suelo de la habitación de invitados.
Al igual que en el caso de María Marta García Belsunce, el primer médico que arribó al lugar atribuyó la muerte a causas naturales, específicamente a una insuficiencia cardíaca.
Sin embargo, días después, la autopsia pedida por el fiscal de la causa reveló la verdadera naturaleza de la tragedia: Wolfenson presentaba signos de estrangulamiento con una tanza, además de lesiones defensivas en las manos y una herida en la nuca. Los objetos de valor permanecían intactos, descartando cualquier motivación económica para el crimen.
