TRIPLE CRIMEN

Ya no hay dudas: el rol de Lara, una falsa promesa y el brutal desenlace que impuso el terror narco

La Justicia va despejando las dudas iniciales sobre los motivos de un crimen aberrante que sacude a la Argentina

Ya no hay dudas: el rol de Lara, una falsa promesa y el brutal desenlace que impuso el terror narco

La opinión pública sigue asombrada por uno de los crímenes más atroces de los últimos años. Tres jóvenes —Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15)— fueron secuestradas, torturadas y asesinadas en una casa convertida en escenario del horror. El caso no solo conmueve por la brutalidad del ataque, sino también por la transmisión en vivo de parte del crimen a través de redes sociales y por el ensañamiento particular contra la víctima más joven, Lara.

Las tres adolescentes fueron vistas por última vez el viernes por la noche en la rotonda de La Tablada, en La Matanza. Cámaras de seguridad registraron cómo subían a una camioneta blanca, sin saber que esa decisión marcaría su destino. Según la investigación, habrían sido engañadas con la promesa de asistir a una fiesta o participar de un evento recreativo.

En realidad, la camioneta las trasladó hasta una vivienda ubicada en Florencio Varela, conocida por los vecinos como una “casa del horror”. Allí las esperaba un grupo vinculado al narcotráfico, que planificó un ajusticiamiento con tintes mafiosos.

La propiedad, de paredes descascaradas y con un amplio patio trasero, se transformó en una cámara de tortura. Según los investigadores, los captores cavaron pozos en el jardín antes del crimen, lo que demuestra premeditación: el destino de las chicas estaba sellado desde que cruzaron la puerta.

Dentro de la vivienda, las jóvenes fueron sometidas a un nivel de violencia indescriptible. Las pericias forenses revelaron quemaduras, mutilaciones y heridas cortantes en distintas partes del cuerpo. Todo quedó registrado y transmitido en vivo por redes sociales hacia un grupo cerrado de alrededor de 45 personas, lo que agrega un componente de crueldad y exhibicionismo criminal pocas veces visto.

El ensañamiento contra Lara Gutiérrez

Si bien las tres víctimas sufrieron torturas, el caso de Lara Gutiérrez, de apenas 15 años, fue el más brutal. La autopsia determinó que le amputaron los cinco dedos de la mano izquierda, le cortaron la oreja, le provocaron quemaduras con cigarrillos y, finalmente, la degollaron. Esa última herida fue la que causó su muerte.

La saña con la que se ensañaron contra Lara llevó a los investigadores a considerar que pudo haber sido la principal destinataria del ataque. Algunas hipótesis sugieren que la joven habría tenido un conflicto con integrantes de la banda narco, incluso con versiones que hablan de un robo de cocaína. Aunque esto aún no fue comprobado, todo apunta a que se trató de una venganza directa en la que Brenda y Morena quedaron atrapadas por cercanía.

El hallazgo de los cuerpos

Tras varios días de búsqueda y denuncias desesperadas de las familias, la policía allanó la casa de Florencio Varela. Allí, en el patio trasero, encontraron los cuerpos de las tres jóvenes enterrados en los pozos previamente cavados. El macabro descubrimiento confirmó las peores sospechas y dejó en evidencia la organización del crimen: no fue un hecho improvisado, sino un castigo planificado.

Los detenidos

Hasta el momento, hay cuatro detenidos imputados por homicidio triplemente agravado:

  • Miguel Ángel Villanueva Silva, ciudadano peruano de 27 años.
  • Iara Daniela Ibarra, de 19.
  • Andrés Maximiliano Parra, de 18.
  • Magalí Celeste González Guerrero, de 28.

Todos permanecen bajo custodia, pero los fiscales sospechan que detrás de ellos hay un entramado mayor, con autores intelectuales que dieron las órdenes y organizaron la transmisión en vivo. El crimen, de acuerdo a la línea investigativa, habría sido ejecutado para enviar un mensaje dentro del mundo narco.

La figura de Lara y el impacto en su entorno

La corta vida de Lara Gutiérrez estaba marcada por un contexto difícil. Vecinos de su barrio aseguraron que tanto ella como sus amigas eran hostigadas, incluso grabadas y fotografiadas sin consentimiento. Ella misma había negado versiones sobre una supuesta participación en prostitución, pero sí reconocía sentirse acosada.

Tras su muerte, la familia denunció haber recibido amenazas e incluso ataques a tiros contra su vivienda, lo que revela que el entorno criminal que rodeaba a la adolescente sigue activo y con capacidad de intimidar. Para los investigadores, esto refuerza la idea de que Lara estaba en la mira de una red peligrosa y que su asesinato fue un mensaje mafioso con alcance más amplio.

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El triple crimen de Florencio Varela desnudó la vulnerabilidad de adolescentes en barrios atravesados por la violencia narco. La transmisión del asesinato en vivo abrió otro frente: cómo funcionan las redes clandestinas que convierten la tortura y la muerte en un espectáculo consumido por decenas de personas desde la comodidad de sus celulares.

El caso también obliga a la Justicia a avanzar más allá de los ejecutores materiales. Las familias de Brenda, Morena y Lara reclaman no solo condenas ejemplares, sino también una investigación a fondo sobre quiénes ordenaron el crimen y qué papel jugaron los que observaron la transmisión sin intervenir.

Lara Gutiérrez se convirtió en el símbolo de este crimen por su corta edad y por el ensañamiento que sufrió. Su historia expone la crudeza con la que las redes narco operan en el conurbano, utilizando a jóvenes vulnerables como moneda de cambio y castigando con una violencia desmedida a quienes se atreven a desafiar su poder.

El triple asesinato de Florencio Varela no es solo un caso policial: es una advertencia sobre el avance de organizaciones criminales que actúan con impunidad, sobre el rol que juegan las redes sociales en la difusión de la violencia y sobre la fragilidad de los adolescentes que, como Lara, terminan atrapados en un entramado sin salida.

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